Publicidad
Autor de libro sobre campamento: “El mercado (…) se autorregula; el Estado no puede hacer nada” CULTURA Crédito: U. de Chile

Autor de libro sobre campamento: “El mercado (…) se autorregula; el Estado no puede hacer nada”

Publicidad
Rodrigo Ramos Bañados
Por : Rodrigo Ramos Bañados Periodista y escritor.
Ver Más

El texto testimonial del autor Hans Frex es una manera de entender el grado de organización de un campamento. “Rompiendo Barreras” será presentado el lunes 5 de enero en Antofagasta.


El libro “Rompiendo Barreras, Geohistorias por el derecho a la ciudad del macrocampamento Los Arenales” del profesor de filosofía y magíster en arte Hans Frex, evidencia la supervivencia de un campamento periférico de Antofagasta, como también los nuevos procesos sociales de las ciudades latinoamericanas, que se van gestando a través de los migrantes. Para llevar a cabo esta memoria testimonial, el escritor habitó varias semanas en “Los Arenales”, donde desarrolló un exhaustivo trabajo de campo. Ahí conoció al detalle la capacidad de organización de un campamento.

El libro, publicado por la editorial antofagastina “Pampa Negra Ediciones”, corresponde a un proyecto financiado por el Fondo del Libro y la Lectura 2025. El libro será presentado el lunes 5 de enero, a las 18:00 horas, en avenida Bonilla 9198, en el centro comunitario Óscar Romero.

Respecto a la motivación para desarrollar el proyecto, Hans Frex explica que después de visitar el macrocampamento, conoció a la dirigenta Elizabeth Andrade durante la edición del libro de testimonios migrantes “Voces en movimiento” —editado en 2022—.

“Creo que siempre había tenido la intención de trabajar en un campamento, pero nunca había tenido la oportunidad directa de hacerlo. El hecho de haber conocido a Eli me facilitó mucho la llegada al campamento y los vecinos y vecinas”, afirma.

—¿De qué manera logra ganarse la confianza de los habitantes del campamento?

– Los campamentos son territorios en peligro por diversos discursos racistas y antimigrantes que estigmatizan estos territorios como focos de delincuencia y abuso, y utilizan estos pretextos para atacar a personas honestas que se ganan el pan con su trabajo y no tienen para pagar un arriendo. Esto hace también que haya mucha desconfianza, sobre todo hacia personas que vienen de afuera, que viven en otra ciudad y, en mi caso, en otro país. Algo que me sirvió mucho fue regalarle una copia a cada comité de vivienda del libro que edité donde aparece el testimonio de Elizabeth. Eso les dio una idea concreta de mi trabajo y compromiso con la comunidad.

—¿Cómo es un día típico en el campamento, desde el acceso al agua hasta la electricidad improvisada?

– La mayoría de los pobladores trabaja, algunos en la informalidad, pero la mayoría tiene contratos laborales. Antiguamente, cuando no tenían acceso directo al agua y accedían a ella por medio de una manguera de bomberos conectada al grifo, entonces toda la vida cotidiana se tenía que ajustar a horarios. Esta parte podía tomar hasta 12 horas, con el riesgo de que llegaran carabineros y les pidieran desconectar la manguera. Esto es un tema que abordo en el libro a lo largo de todo un capítulo. Hoy, el servicio de agua potable está regularizado gracias a un convenio entre el macrocampamento, la Gobernación Regional y la empresa de Aguas.

El autor. Crédito: Cedida

-¿Qué rol juegan los niños y adolescentes en el campamento, y cuáles son los principales problemas que los afectan?

– Los niños son un gran tema dentro del campamento, ya que hay eventos que convocan a toda la comunidad para alegrarlos, como lo es la Navidad; se les hacen fiestas, llega el Viejito Pascuero con regalos para todos. Estos regalos son principalmente donados por empresas y muchas de ellas lo hacen de manera anónima. Se hacen juegos, concursos, se presentan obras teatrales; es muy bonito, pero es muchísimo el trabajo para llegar a cerca de 1000 niños. En el día a día es posible ver a los niños jugar libremente en el campamento, por lo que es un lugar seguro para ellos. Uno de los mayores problemas está relacionado con la precariedad de sus viviendas y muchas veces también con el hacinamiento, lo que les impide a los padres tener espacios de privacidad.

-¿Qué brechas percibes en políticas públicas para superar la segregación residencial en Antofagasta?

– Las brechas son inmensas. El mercado, como repiten doctrinariamente los economistas, se autorregula; el Estado no puede hacer nada. El problema es la inequidad territorial, que es el resultado de un mercado inmobiliario destinado a extraer el mayor rédito posible o que, en el contexto de Antofagasta, que es la ciudad más próspera de Chile, eleve el costo de la vivienda. En términos de políticas públicas, el Estado no puede intervenir en el mercado, y los políticos trabajan para proteger los intereses corporativos de los poderosos inversionistas y no para solucionar los problemas reales de la gente común. Así, la única respuesta del Estado consiste en ofrecer subsidios que no solucionan el problema, sino que lo reproducen. ¡Es absurdo! El increíble déficit de la vivienda en Antofagasta es el resultado de la riqueza de la ciudad y de su excesiva concentración.

¿Considera que un campamento puede ser un laboratorio político?

—Ciertamente, los campamentos son laboratorios de organización, de autogestión, y también hay mucha intervención política por parte de partidos y ONGs. Uno de los más visibles es la fundación Recrea, que recibe financiamiento del grupo Luksic y cuyo representante era el cura Felipe Berríos, con un afán claramente asistencialista y despolitizador. Cuando se fundó la Corporación Rompiendo Barreras, el primer proyecto consistió en el Jardín Comunitario Nuevo Amanecer Latino para apoyar a las mujeres que sufrían violencia doméstica, y el cura Berríos les pidió que devolvieran las donaciones que había hecho, al darles un uso no contemplado por los donantes. ¡Un tipo miserable! Fractal, por otra parte, fue una ONG formada por profesionales de la ciudad que brindaron un gran apoyo en la gestión de la comunidad mediante talleres de formación y también mediante la politización de esta y el empoderamiento de las mujeres, dejando una huella en la organización de Los Arenales.

-Y, por último, ¿qué visión de futuro sostienes con los campamentos en Antofagasta: regularización del terreno, mudanza o mejoras?

-En cuanto al futuro, es complejo. El Macrocampamento Los Arenales está en proceso de radicación con urbanización. Lo que ha hecho el Macro es incidir en la política pública de vivienda a través del codiseño de la casa y la ciudad que los vecinos y vecinas organizadas quieren construir. En esta línea, me parece crucial que la comunidad apele al derecho a la ciudad como un eje articulador de sus demandas habitacionales frente al Estado. La ciudad debería pertenecerle al pueblo que la construye y habita y no a los propietarios que especulan con las carencias y necesidades de la gente de esfuerzo. El derecho a la ciudad, como decía Lefebvre, nos demanda imaginar una urbe que no esté regida por el lucro, y es aquí donde la intervención de Los Arenales es fundamental para imaginar una ciudad organizada en torno a la dignidad y el buen vivir, en base a la autogestión e interculturalidad.

Inscríbete en el Newsletter Cultívate de El Mostrador, súmate a nuestra comunidad para contarte lo más interesante del mundo de la cultura, ciencia y tecnología.

Publicidad