CULTURA|OPINIÓN
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El NKVD (KGB) en Chile y Argentina: el frente invisible durante la II Guerra Mundial, segunda parte
Un dato que impacta, pero que no debiese sorprender a estas alturas, es que en el espionaje norteamericano había particular interés en los militares chilenos, y en las listas de oficiales con simpatías pro alemanas entregadas a los estadounidenses, se incluyó el nombre de Augusto Pinochet.
El libro de Nil Nikandrov continúa la exploración exhaustiva y la biografía minuciosa del espía soviético Iósif Grigulevich (Arthur), cuya primera parte fue publicada también por CEIBO este año 2025. En esta nueva entrega, el autor va centrándose en la actividad de “Arthur” durante la Segunda Guerra Mundial en la región del Cono Sur de América Latina.
Esta investigación aborda con detalle su paso y operaciones en Chile, Argentina y (aunque no es mencionado en el título) también en Uruguay, donde desplegó una red de inteligencia y sabotaje clave para el esfuerzo soviético en la guerra contra el nazismo.
Nikandrov aporta en esta obra un excelente trabajo de investigación de archivos desclasificados, testimonios y documentos que enriquecen la comprensión del rol de Grigulevich. La narrativa integra minuciosamente la reconstrucción histórica con las vivencias personales y riesgos constantes que enfrentó el agente.
Se describen con precisión las complejidades políticas, sociales y culturales de cada país, desde el auge de corrientes nacionalistas y fascistas hasta las respuestas de la izquierda, en particular los partidos comunistas de esos países, y los movimientos obreros.
Este contexto riguroso enmarca un análisis de cómo operó el espionaje soviético y cuáles fueron las estrategias de infiltración, reclutamiento y acción directa en la región.
Se muestra que desde Chile, y con conexiones en Argentina y Uruguay, se establecieron células clandestinas que lograron influir en la política y obstaculizar intereses nazis, con mucho énfasis en el freno a las exportaciones de salitre hacia Alemania (a través de la España franquista), para ser utilizado en la industria armamentista alemana, se narran sabotajes en Buenos Aires a barcos que transportarían ese insumo a Europa, y lo anterior en paralelo al despliegue de una intensa vigilancia hacia actividades de alemanes e italianos en el cono sur, así como a cualquier partidario del nazismo y el fascismo.
El libro también destaca la relación de Grigulevich, directa o indirectamente a través de sus agentes (en el caso chileno se trata de “Alexander”, que es Leopoldo Arenal), con distintos actores de la cultura y la política regional. En el caso chileno, figuras como Galo González, Ricardo Fonseca y Carlos Contreras Labarca (los tres en algún momento secretarios generales del Partido Comunista de Chile), e incluso Pablo Neruda, que no solo aparecen como personajes históricos, sino que se analizan como componentes relevantes dentro de las redes soviéticas de influencia y movilización.
La red, en Chile y en Argentina, se apoya tanto financieramente, como en términos de personas, en la militancia de los partidos comunistas de ambos países. Llama la atención que, en el contexto de la guerra, los aliados, en particular EEUU y Reino Unido, en un mundo previo al Macartismo y la guerra fría que sucedió a la caída del fascismo, buscan también apoyarse en los partidos comunistas locales, compitiendo con los soviéticos, incluso ofreciendo recursos para que se sumen a la lucha contra el eje Alemania – Italia – Japón.
Este enfoque humaniza la historia del espionaje en esa época, y abre una ventana para comprender la interacción entre la lucha ideológica y la cultural en periodos convulsos, y su evolución en el tiempo. La colaboración de EEUU con partidos comunistas latinoamericanos, resulta inimaginable para quienes nacimos en plena guerra fría.
A modo de ejemplo, de lo que hoy sería una insólita colaboración, Manuel Solimano, militante del Partido Comunista de Chile, es uno de los agentes reclutados por “Arthur”: luego, con el visto bueno del soviético, es reclutado también por los norteamericanos, y termina actuando como doble agente, enfocado en el seguimiento a potenciales fascistas italianos.
Otro personaje histórico del PC chileno que destaca es Enrique Kirgberg, quien más adelante fuera Rector de la Universidad Técnica del Estado. Posterior al golpe de estado de 1973, Kirberg fue hecho prisionero y pasó dos años en condición de preso político en el Campo de Concentración de Isla Dawson. Luego vivió como exiliado en los EE. UU. y en Uruguay. Retornó a Chile en 1989 y falleció en 1992. Por esta obra nos enteramos del importante rol que jugó, como parte de la red de espionaje de Arthur.
Se describen también las actividades de los que el autor denomina los “cinco grandes”: Mario Abu Eid, Víctor Corvalán Pereira, Eduardo Pecchio (ciudadano venezolano), Christian Casanova Subercaseaux y Joaquín Gutiérrez (ciudadano costarricense).
Todos ellos reclutados a través de “Alexander” el interlocutor de “Arthur” con el Partido Comunista de Chile.
Un dato que impacta, pero que no debiese sorprender a estas alturas, es que en el espionaje norteamericano había particular interés en los militares chilenos, y en las listas de oficiales con simpatías pro alemanas entregadas a los estadounidenses, se incluyó el nombre de Augusto Pinochet.
Lo que diferencia esta obra respecto a otras biografías o textos sobre espionaje es el énfasis en América Latina como un frente geopolítico activo durante la Segunda Guerra Mundial y no solo un espacio pasivo o marginal. La fenomenal capacidad de Grigulevich para tejer alianzas, construir mecanismos de información y realizar operaciones de sabotaje, es retratada con una combinación de detalle operativo y reflexión estratégica.
Nikandrov hace visible el “frente invisible” latinoamericano: las tramas ocultas de la guerra que no se libraron solamente en Europa y Asia, sino también a miles de kilómetros de distancia, dentro de territorios donde convergían intereses extranjeros, oleadas migratorias, tensiones socioeconómicas y pugnas políticas internas.
Hay una riqueza documental y calidad narrativa en el libro, que logra conjugar un relato apasionante con una investigación rigurosa. Al mismo tiempo, resulta encomiable la capacidad del autor para presentar el espionaje desde un enfoque multifacético, sin caer en simplificaciones maniqueas que idealicen o demonicen a los actores, sino más bien revelando sus contradicciones, dudas y riesgos.
La obra resulta accesible no solo para especialistas o lectores con formación en geopolítica, sino también para un público más amplio interesado en la historia latinoamericana, los mecanismos del poder y las luchas ideológicas del siglo XX.
Este libro no solo informa, sino que invita a reflexionar sobre las complejidades de la política internacional, las redes de poder y la interacción entre historia militar, política y cultural. Una obra indispensable para conocer mejor, y entender ese periodo histórico.
Ficha técnica:
Iósif Grigulevich. Segunda parte.
El NKDV (KGB) en Chile y Argentina
CEIBO ediciones. 2025.
236 páginas
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