
Todos querremos ser Fonasa
La apuesta de la izquierda y el progresismo debe ser clara: Fonasa universal. Dicha meta implica no solo fortalecer Fonasa desde lo técnico, sino también desde lo político.
Poco a poco, sin hacer mucho ruido, el asegurador público de salud –Fonasa– se ha ido convirtiendo en el principal refugio sanitario de las chilenas y chilenos. Mientras el modelo de las isapres atraviesa una crisis profunda de legitimidad y viabilidad financiera, Fonasa avanza sostenidamente hacia convertirse en el seguro universal de salud del país.
Entre 2022 y 2024, un millón de personas migraron desde las isapres a Fonasa, muchas de ellas con ingresos sobre el promedio nacional, jóvenes y con baja siniestralidad. Sus aportes netos han fortalecido la sostenibilidad del asegurador público y la mancomunación de recursos. Para 2025, con la entrada en vigencia de la modalidad de cobertura complementaria (MCC), se proyecta que el 90% de la población cotizante esté afiliada a Fonasa.
Sin embargo, la discusión pública sigue centrada en el colapso del sistema privado, y se habla poco –muy poco– de lo fundamental: cómo fortalecer un Fonasa que ya es, por lejos, el principal asegurador del sistema de salud chileno.
La estrategia debe ser avanzar hacia un sistema de salud con un Seguro Universal, en el que Fonasa cumpla ese rol, articulando una red de prestadores públicos y privados bajo una lógica pública. Esto no significa eliminar a los prestadores privados, sino más bien integrar todas las capacidades existentes –hospitales, clínicas, centros diagnósticos– en un modelo donde el asegurador público garantice el acceso, defina reglas y resguarde el interés colectivo.
En contraste, los profundos problemas de legitimidad de las isapres, con un modelo de negocios que no se sostiene si se les prohíbe discriminar a sus afiliados, imposibilitan que estas puedan seguir jugando el mismo rol que han desempeñado hasta ahora. En ese sentido, lo más viable es que las isapres vayan transitando a ser seguros complementarios.
Este Gobierno ha dado pasos que trazan el camino. Gracias a la implementación del Copago Cero, más de 1,6 millones de personas han accedido gratuitamente a atención en la red pública entre 2022 y 2024. La MCC del Fonasa además permitirá contar con una mejor protección financiera (menores copagos en el sistema privado para sus afiliados), mientras que el Sistema de Atención Priorizada (SAP) permitirá mejorar el acceso a la atención oportuna.
La Universalización de la Atención Primaria también será central en este proceso. Quienes nos hemos atendido en un Cesfam sabemos lo que significa recibir medicamentos e insumos gratuitos, acceder a exámenes preventivos o contar con cuidados domiciliarios en momentos difíciles, pero necesitamos que mejore el sistema de toma de horas y se masifique la extensión horaria. Eso es salud con dignidad.
Sin embargo, para sostener este tránsito hacia la universalización del aseguramiento, debemos hacer ajustes estructurales. Primero, necesitamos reconocer la inscripción automática al Fonasa de todo nacido en Chile. Segundo, será necesario fortalecer la autonomía financiera de Fonasa. Hoy, los aportes de los nuevos cotizantes no siempre se traducen en mayor presupuesto, porque el aumento en cotizaciones suele ir acompañado de una reducción del aporte fiscal de Fonasa.
Es urgente, por lo tanto, indexar su presupuesto al número de afiliados y al uso real de prestaciones, para avanzar hacia una lógica financiera plurianual, estable y sostenible.
Además, Fonasa debe contar con más atribuciones para gestionar y asignar recursos con eficiencia, premiando resultados sanitarios. Esto implica avanzar en mecanismos de pago modernos como el GRD (Grupos Relacionados al Diagnóstico, sistema que permite predecir y fijar los costos de determinadas prestaciones de salud), que ya representa hoy cerca del 60% del financiamiento hospitalario público. También se deben licitar convenios con prestadores privados para exámenes diagnósticos en Atención Primaria –mamografías, endoscopías, colonoscopías–, reduciendo listas de espera y costos.
Al final del día, desde la perspectiva de la ciudadanía el problema no es si el prestador es público o privado, sino más bien si recibe la atención necesaria a tiempo, si dicha salud es de calidad, y si es accesible financieramente. Hoy, el gasto de bolsillo y las listas de espera siguen siendo las principales preocupaciones de los chilenos, tal como lo confirma el último Informe de Desarrollo Humano del PNUD, pero solo avanzaremos en fortalecer y mejorar la red pública de salud si cotizamos todos en el mismo seguro público, como en la mayoría de los países con sistemas robustos de salud.
La apuesta de la izquierda y el progresismo debe ser clara: Fonasa universal. Dicha meta implica no solo fortalecer Fonasa desde lo técnico, sino también desde lo político. Debemos reorientar el debate para que todos y todas queramos ser Fonasa, no solo porque es más justo y solidario –donde los jóvenes, sanos y con más ingresos aportan para cubrir a quienes más lo necesitan–, sino porque efectivamente es el único seguro que puede darnos la tranquilidad de estar protegidos ante una enfermedad sin que tengamos que hipotecar nuestra vida para costearlo.
En ese horizonte, si lo hacemos bien, todos querremos ser Fonasa.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.