

Recta final: entre el error no forzado de Kast y la pelea de barrio entre Parisi y Kaiser
Una campaña que se acerca a la recta final y que, ahora sí, empieza a reflejar el país que estamos viviendo hace años y que parecemos olvidar o negarnos. Un Chile profundamente polarizado, desde la rotación por 16 años de Piñera y Bachelet, el estallido y los dos plebiscitos fallidos.
Ya entrando en tierra derecha para la elección presidencial, la semana pasada, hubo un cambio cualitativo en el tono de la campaña. La corrección y saludos protocolares de los primeros encuentros –en cuanta asociación gremial se les ocurrió invitar a algunos de los candidatos– quedaron atrás. Y eso que ahora vienen los debates oficiales.
A solo 42 días de los comicios, las encuestas parecen estar marcando una clara tendencia de Jara a estancarse alrededor del 30%; JAK sigue bajando de manera sistemática –aunque gradual– por varias semanas consecutivas; Evelyn no logra recuperar el impulso que le significó la denuncia de la campaña sucia de cercanos a Kast; Parisi parece acercarse a la exalcaldesa, a costa de una guerra frontal contra Kaiser y un populismo digno de Argentina.
Kaiser continúa hablándoles a los grupos más extremos de la derecha, como asumiendo que esta batalla ya está perdida, pero la guerra es larga. Harold ya aseguró un espacio en la agenda política hacia adelante y ME-O se hunde en su propia trampa –esa del niño terrible y novedoso–, apenas llegando al 1%, después de sacar 20% en 2009. Artés sigue siendo una anécdota, que ni siquiera da para el humor de “Detrás del Muro”.
Partamos por José Antonio Kast. El republicano había jugado, hasta el martes pasado, un partido perfecto –en jerga futbolística–, a propósito del Mundial Sub-20 que se desarrolla en Chile. Supo “desaparecer” de la agenda después de la derrota en el plebiscito dos y la mala performance de las elecciones de 2024 para rearmar su estrategia y dejarle espacio a Kaiser, para luego volver a disputarle el nicho, dejando que este se desgastara por meses.
Con una estrategia inteligente, alejada de los puntos extremos planteados en sus dos campañas anteriores, JAK reconstruyó completamente su propio personaje. Calmado, impenetrable, sereno, pero principalmente esquivo. Alejado de las polémicas, abandonó su agenda valórica ultraconservadora y se centró en los cuatro puntos que las personas querían escuchar: seguridad, migración, frontera y reducción del Estado.
Con un libreto perfecto y un verdadero chaleco antipreguntas, estableció las reglas del juego entre él y la prensa. Al más puro estilo del cuento de los fenicios, el republicano se paseó por escenarios, dio entrevistas en TV y radio, gestionando redes sociales, con un discurso general e impenetrable. “Recortaremos 6.000 millones de USD”. “¿Cómo?” –le preguntaron una y otra vez–. “Sacando a los apitutados…”. Respuestas simples para problemas complejos. Sin entregar detalles, pero capturando el sentir de una población harta de la inseguridad y migración irregular.
Un plan perfecto –pese a la caída en las encuestas– hasta hace poco menos de una semana. Resulta que el Presidente Boric decidió salir a defender su propuesta de Presupuesto 2026 –aumento del 1.7% del gasto–, pero con un velado ataque al candidato republicano. Aunque no lo mencionó directamente, sí cuestionó el plan de recortar 6.000 millones de dólares sin afectar beneficios sociales.
Y en un dos por tres, la cuidada estrategia del candidato se derrumbó, volviendo a escena el Kast de 2021. En vez de aprovechar la tribuna que le había entregado Boric a su favor –bastaba con ironizar y volver al esquema de los fenicios–, el republicano se desbordó en el punto de prensa. Utilizó un lenguaje agresivo, e incluso injurioso –el Presidente podría querellarse–, ese que despertaba miedo en un sector de electores y que llevó a muchos a votar por Boric para evitar que saliera JAK.
Así como el candidato señaló que era la primera vez que un Mandatario usaba el espacio del Presupuesto políticamente, creo que es la primera vez que un candidato insulta de esta forma a la primera autoridad del país. Usando un tono duro, con el rostro apretado, se refirió al Jefe de Estado como “cobarde”, “mentiroso” y “corrupto”. A lo Milei, a lo Trump.
Más allá del precedente que representan las groserías e injurias propinadas por un postulante a La Moneda hacia el Presidente de la República, creo que en el comando de José Antonio Kast deben haber quedado preocupados. A un mes y medio de las elecciones, el candidato, literalmente, pisó el palito. Es decir, un episodio que pudo capitalizar –victimizándose–, no solo lo desperdició, sino que le trajo de vuelta sus propios fantasmas. Un gol de Evelyn, sin siquiera jugar
Por otro lado, la pugna entre Franco Parisi y Johannes Kaiser se transformó en una verdadera pelea de barrio. Lejos de hacer propuestas al país, que es lo que le importa a la gente para decidir su voto, Parisi desplegó en las últimas semanas una estrategia para estar en primera plana, a costa de atacar en lo personal a sus rivales, algo parecido a lo que ha intentado ME-O, pero con menos éxito. Y aunque se burló de Matthei por “llorona” –ella lo ignoró–, sus balas han apuntado con fuerza a Kaiser.
Sistemáticamente, lo encaró en todos los foros y debates que pudo, criticando al diputado por seguir recibiendo dieta parlamentaria, pese a estar “desde enero” en campaña. A tal nivel llegó la molestia de Johannes, que, en el último debate, no le aceptó el saludo de mano. Pero faltaba más. Parisi anunció un proyecto de ley que denominó “Ley Kaiser”, para que parlamentarios que postularan a La Moneda tuvieran que renunciar al Congreso.
Por cierto, olvidó incluir a los parlamentarios que repostulan al cargo, que también mantienen la dieta mientras están en campaña…el problema es que eso afectaría más o menos al 50% de los diputados y senadores en ejercicio. En todo caso, para presentar un proyecto de iniciativa parlamentaria, se requiere tener congresistas y el PDG no tiene ninguno.
Kaiser le devolvió el golpe y declaró que Parisi no había sido expulsado “por lindo” –como Ossandón a Piñera– de dos universidades sino por actos de abuso, lo que significó un nuevo contrataque al rival. Y aunque el libertario anunció ahora que no cobrará la dieta parlamentaria, Franco lo remató diciendo que Kaiser le había “obedecido”.
Peleas de barrio, regreso de los insultos, groserías y subida de tono que desvían la atención de lo que los mismos candidatos han señalado que es lo importante, como la seguridad. Una campaña que se acerca a la recta final y que, ahora sí, empieza a reflejar el país que estamos viviendo hace años y que parecemos olvidar o negarnos.
Un Chile profundamente polarizado, desde la rotación por 16 años de Piñera y Bachelet, el estallido y los dos plebiscitos fallidos. Mal que mal, desde 2009, es decir, hace 16 años, que todos los presidentes han tenido que entregar el bastón al rival. No es menor el dato.
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