Cuando la educación no alcanza
Señor director:
Hace unos días creíamos que la pobreza en Chile afectaba a unos pocos. Hoy sabemos que una de cada cinco personas vive en condiciones que no permiten hablar de dignidad. La nueva medición no solo ajusta cifras, también nos obliga a abrir los ojos.
Como profesor, me duele decirlo: la educación no ha estado a la altura. El sistema de educación pública no logra consolidar un proyecto claro, los directivos siguen atrapados en tareas administrativas y muchos docentes, cansados y frustrados, buscan escaparse de un aula que ya no inspira. Y en medio de todo, hay familias que han dejado de creer en la escuela como camino de superación.
¿Podemos hablar de calidad cuando ni siquiera están garantizadas las condiciones mínimas para enseñar y aprender?
Necesitamos un nuevo pacto: uno donde el Estado se haga cargo, donde las escuelas sean espacios vivos de aprendizaje, donde los profesores vuelvan a sentir orgullo por enseñar, y donde las familias se sumen, no desde la culpa, sino desde la esperanza.
Ahora que vemos la pobreza sin maquillajes, ¿no será tiempo de que la educación también deje de mirar hacia el lado?
Juan Pablo Catalán,
académico de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales UNAB.