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Niñez sin hogar

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Por: Andrés Flores Retamal


Señor Director:

El inicio del proceso de demolición en el asentamiento irregular Calicheros de Quilpué y el reciente anuncio del desalojo del Campamento Dignidad en La Florida, vuelven a poner sobre la mesa una urgencia que no puede pasarse por alto: los derechos de niños, niñas y adolescentes. En Quilpué, 22 niños, niñas y adolescentes forman parte de las familias afectadas; en La Florida, son 194 hogares los que serán removidos desde una zona declarada inhabitable por riesgo de aluvión.

En ambos casos, la infancia es la que enfrenta con mayor crudeza las consecuencias de perder un hogar: interrupción escolar, estrés, ansiedad y la sensación de desprotección frente a un entorno incierto. La habilitación de albergues o subsidios de arriendo es un paso necesario, pero insuficiente si no se garantiza continuidad educativa, atención en salud y acompañamiento psicológico.

El interés superior de la niña y del niño debe guiar cada decisión, evitando separaciones familiares, asegurando condiciones dignas de reubicación y escuchando sus propias voces. Un desalojo mal gestionado deja cicatrices profundas, desde la pérdida de vínculos sociales hasta el riesgo de trauma a largo plazo. En Quilpué o en La Florida, la infancia no puede ser un daño colateral.

Si bien es obligación del Estado garantizar sus derechos, la protección de la niñez también requiere del compromiso activo de la comunidad y de la sociedad civil, como actores que exijan, acompañen y colaboren en la búsqueda de soluciones oportunas y sostenibles.

Andrés Flores Retamal
Especialista Técnico en Niñez World Vision Chile 

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