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Educación en Chile: algo no está funcionando Opinión

Educación en Chile: algo no está funcionando

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Valentina Araya
Por : Valentina Araya Estudiante de Periodismo UC
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El aprendizaje profundo funciona y la IA puede ayudar a escalarlo. No podemos seguir esperando. Chile no puede permitirse formar memorizadores pasivos en un mundo que necesita innovadores capaces de resolver desafíos complejos, construir economías sostenibles y diseñar nuevas soluciones.


Los titulares sobre educación en Chile se acumulan y no precisamente por buenas razones. Conflictos en los SLEP, posibles cambios al sistema de admisión escolar, y los altibajos del último Simce. Todo esto, mientras seguimos viendo cómo aumentan la deserción escolar, la violencia en los establecimientos y los bajos niveles de comprensión lectora. El diagnóstico es claro: algo no está funcionando.

Y mientras todo eso ocurre, irrumpen con fuerza tecnologías como la inteligencia artificial (IA), que están transformando el mundo del trabajo, el conocimiento y la vida cotidiana, al tiempo que en nuestras salas de clases seguimos repitiendo fórmulas del siglo pasado. Salvo por algunas pantallas que reemplazaron el pizarrón, niños y niñas aprenden hoy casi igual que sus padres o abuelos.

Lo paradójico es que nuestros estudiantes ya habitan otro mundo. Son nativos digitales que piensan, se relacionan y aprenden de formas muy distintas. Basta ver la serie Adolescencia para entender que tienen códigos propios y un ritmo que la escuela tradicional simplemente no logra seguir.

Es urgente innovar en educación. No se trata solo de poner más tecnología en las salas, sino de cambiar la forma de enseñar. Necesitamos modelos de aprendizaje colaborativo, interdisciplinario y significativo. Y para eso, el rol del profesor es clave. Pero hoy están sobrecargados, sin tiempo ni apoyo para cambiar la manera en que enseñan.

La buena noticia es que existen herramientas capaces de ayudarlos. Hoy es posible planificar proyectos de aprendizaje profundo usando inteligencia artificial, con proyectos que cruzan asignaturas, conectan con los intereses de los estudiantes, y alinean los objetivos curriculares sin que eso le tome semanas de trabajo al docente.

Imaginen un asistente virtual que propone una planificación flexible, diseñada con IA, que el profesor pueda adaptar y perfeccionar según la realidad de su curso. Así liberamos tiempo para lo más importante: fortalecer el vínculo con sus estudiantes, acompañarlos en el proceso y motivarlos a aprender.

Ya en 2010, un estudio del MIT demostró que la actividad cerebral de un estudiante universitario bajaba drásticamente durante las clases expositivas, casi al nivel de ver televisión. Aprendemos cuando estamos motivados, cuando lo que hacemos nos importa. Por eso necesitamos transformar nuestras salas de clase en espacios donde se piense, se cree, se cuestione.

El aprendizaje profundo funciona y la IA puede ayudar a escalarlo. No podemos seguir esperando. Chile no puede permitirse formar memorizadores pasivos en un mundo que necesita innovadores capaces de resolver desafíos complejos, construir economías sostenibles y diseñar nuevas soluciones.

La educación no puede seguir en pausa. Es momento de apretar play.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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