
El frágil balance entre transparencia y privacidad
Es fundamental resaltar que la transparencia busca la máxima divulgación posible de la información, sin necesidad de que esta sea procesada por un intermediario, pero respetando los derechos de las personas.
La remoción del fiscal Cooper y las diligencias en torno al caso ProCultura han vuelto a poner en el debate la tensión permanente entre transparencia y privacidad, hostilidad que ya hemos visto con las filtraciones de audios en el caso de corrupción por el que se investiga a Luis Hermosilla, Leonarda Villalobos y otros, y que volvimos a ver a raíz de las investigaciones del caso Sierra Bella y las publicaciones de las conversaciones de WhatsApp entre la diputada Cariola y la exalcaldesa Hassler.
Si bien la transparencia se refiere a la capacidad que tienen las personas, o las organizaciones, de responder sobre los criterios que se siguen a la hora de tomar decisiones, la asociamos directamente con el acceso a información, como forma de materializar este ideal de transparencia.
Asimismo, debemos tener en consideración que la transparencia no es absoluta. En primer lugar, está limitada por la existencia de información que no consta en ninguna parte, que no queda registrada por ningún medio, razón por la cual no puede ser difundida y, por otra parte, por el respeto y protección de la vida privada, la tutela de los datos personales, así como la inviolabilidad de las comunicaciones privadas.
Hoy, frente a procesos de investigación que avanzan con lentitud y con cuestionamientos a su legitimidad, las filtraciones se instalan como una necesidad para los profesionales de las comunicaciones y la ciudadanía, como una suerte de garantía de que las investigaciones de diversos casos de corrupción están avanzando. ¿Pero qué pasa con la privacidad? ¿Dónde están las obligaciones de reserva que deben cumplir los funcionarios que tienen acceso a esa información?
Las filtraciones tienen un sentido completamente distinto a la transparencia. Estas buscan separar parte de la información, que es relevante para determinados fines, de quien dispone de la fuente de información y lo hace vulnerando los derechos de los titulares de esa información. Por ello, es fundamental resaltar que la transparencia busca la máxima divulgación posible de la información, sin necesidad de que esta sea procesada por un intermediario, pero respetando los derechos de las personas.
Si queremos llegar a la verdad detrás de los casos de corrupción –que hoy están siendo investigados por el Ministerio Público–, necesitamos balancear la necesidad de transparencia, por un lado, con la garantía de que las instituciones están funcionando con imparcialidad y profesionalismo, y por otro lado, sumado esto al secreto necesario para asegurar el éxito de los procesos de investigación.
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