
“Muertos los tres”: la inédita historia del crimen del tren de Aragua que sacudió a Temuco
Cuatro condenas a presidio perpetuo calificado dictó la Justicia de La Araucanía en contra de implicados en brutal asesinato que fue cometido por sicarios enviados desde Santiago. Última indagatoria contra el grupo en esa zona evidenció vínculos con dos de los asesinos del exteniente Ronald Ojeda.
“Muertos los tres”, decía el mensaje que salió la tarde del 25 de octubre de 2022 desde el teléfono celular de Juan Manuel Barreiro Palacios, un miembro del Tren de Aragua (TDA) más conocido como “Coco”. El destinatario de dicha información era un sujeto conocido como “Cachete Chu”, que nunca ha podido ser identificado, pero que sin dudas estaba en el tope del grupo.
A su vez, la información le había sido entregada desde Temuco a Barreiro por otro sujeto, cuya verdadera identidad tampoco se conoce, aunque sí sus apodos: “Aníbal”, “Pure Aníbal” o “El Mocho”, pues le faltaba la pierna izquierda. Pese a su discapacidad, encabezaba un grupo de unos ocho sujetos, a los cuales Barreiro les había encomendado una misión homicida: asaltar una modesta casa de calle Monte Águila, en el sector Pedro de Valdivia de Temuco, robar 7 mil dólares que se supone que estaban allí y asesinar a los miembros de un grupo rival, los dueños de ese dinero.
El hecho, sin embargo, culminó con el robo de una cifra menor (4.600 dólares) y con el violento homicidio de dos venezolanos, Guillermo Mosquera Chirino y William Geraldo Ordoñez Davidez, ambos vinculados a la banda Los Orientales, que estuvo asociada al Tren de Aragua hasta mayo de 2022, luego de lo cual estalló una guerra que continúa hasta el día de hoy.
Por cierto, inicialmente las víctimas iban a ser tres, pero una de ellas, un primo de Mosquera que estaba de visita, pues vivía en Concepción, logró escapar. Ante ello, “Coco” prefirió mentirle a su jefe, dado que la instrucción de este fue inequívoca: “¿Sabes qué? Mátenlos”, le dijo por la videollamada, después que no hallaran los 7 mil dólares que se suponía había al interior de la modesta vivienda, sino los 4.600 antes mencionados.
Hoy, cuatro de los asesinos se encuentran condenados en primera instancia a presidio perpetuo calificado (incluyendo a Barreiro) y el fallo al respecto –que fue dictado la semana antepasada por el Tribunal Oral en lo Penal de Temuco, donde el fiscal Luis Arroyo expuso los antecedentes recopilados junto a la Brigada de Homicidios– evidencia el gran nivel de movilidad e interconexión entre los miembros del Tren de Aragua en distintas partes de Chile, así como la frialdad con que actúa.
“Te voy a echar al Tren de Aragua”
Unos tres días antes de los hechos, otro de los protagonistas de esa historia, Anderson Josué Gómez Sarmiento, más conocido como “Catire”, tuvo una discusión en una fiesta con Guillermo Mosquera. Ambos se conocían muy bien, no solo porque los dos habían trabajado en el mismo food truck, sino porque además “Catire” había sido pareja de la hermana de William Ordoñez.
Gracias a ello, habían vivido juntos, pero la convivencia fue muy compleja, debido al carácter de Gómez, un microtraficante devoto de la santería, que incluso tenía un pequeño altar a los santos sobre el refrigerador, el que incluía una bolsita de pasta base y un vaso de cerveza, además de otros elementos.
Tras la salida de “Catire” de la casa, las relaciones nunca se recompusieron. Así, al encontrarse en la fiesta, “Catire” le dijo a Mosquera: “Te voy a echar al Tren de Aragua”.
El 25 de octubre, a eso de las 17:00 horas, “Catire” comenzó a enviarle mensajes a su futura víctima:
–Contesta, gordito –fue uno de ellos.
–Qué te voy a contestar, carehuevo –le respondió Mosquera, utilizando un típico insulto venezolano.
–No te imaginas con quién ando, con el Tren de Aragua–-se jactó Gómez, seguramente esperando intimidar con eso a su interlocutor, pues a esas alturas todos los miembros del TDA y de Los Orientales sabían que ambas organizaciones criminales estaban enfrentadas, a raíz de una diferencia de dinero por la explotación de mujeres en un edificio ubicado en Huérfanos 1400, en pleno centro de Santiago.
Después que el TDA se diera cuenta de que Los Orientales les habían pagado menos de lo convenido por el permiso para explotar mujeres en dicho inmueble (controlado por el Tren de Aragua), secuestraron a los jefes de Los Orientales. El 30 de junio de 2022, estos asesinaron a Frankeixis Vargas, el jefe de plaza del TDA en Santiago, en el estacionamiento de Huérfanos 1400.
Esa misma noche, el Tren quiso cobrar venganza y mandó a dos sicarios de otro grupo (la Dinastía Alayón) a Puente Alto, con el fin de asesinar a uno de los jefes de Los Orientales, Gabriel Rondón Díaz, más conocido como “Faguax”. Tras ejecutar a dos personas que estaban al interior de un automóvil, los sicarios, sin embargo, se dieron cuenta de que se habían equivocado y habían matado a otros venezolanos, pero no a su objetivo, todo lo cual quedó grabado en un video que recuperó la PDI.
Esos mismos asesinos, Fernando Gómez Gandica y Onsly García Viña, fueron enviados posteriormente a Temuco. De hecho, eran parte del grupo que irrumpió esa tarde en la modesta vivienda del sector Pedro de Valdivia y hoy, junto con estar imputados por los homicidios en Puente Alto, son dos de los cuatro condenados a cadena perpetua calificada, es decir, que solo podrán optar a algún beneficio extracarcelario cuando hayan cumplido al menos 40 años de la pena.
No obstante, volviendo a la tarde del 25 de octubre de 2022 y al intercambio de mensajes entre Mosquera y “Catire”, el primero no se amilanó ante la promesa de enviar al Tren de Aragua.
–Al tren de Aragua me lo paso por el forro de los huevos –le respondió.
–Les vamos a caer –amenazó “Catire”.
–Aquí los espero –desafió Mosquera, sin evidentemente darse cuenta de que su rival hablaba en serio, muy en serio.
El tren sale a matar
Cerca de las 18:00 horas de ese fatídica jornada, dos sicarios de otro grupo asociado al Tren de Aragua, la “Dinastía Alayón”, Fernando Gómez Candica y Onsly García Viña, ambos domiciliados en Santiago, llegaron hasta una casa ubicada en calle Las Heras N° 887, en pleno centro de Temuco, un lugar que funcionaba como un centro de distribución de drogas y de comercio sexual, donde los esperaban otros sujetos.
La reunión la presidía “El Mocho”, también conocido como “Aníbal” o “Pure Aníbal”, que aún no es identificado, pero que sin dudas era alguien de jerarquía dentro del TDA y quizá por eso tenía el privilegio de mentirle a su jefe. Además, estaban “Catire”, así como Ryder Alexander Herrera Gómez y Anderwin José Arteaga Pérez.
De los otros tres sujetos solo se conocen los apodos de dos: “Marihuanita” y “Jorge”, todos integrantes del Tren de Aragua.
Como parte de la planificación, dos de los implicados compraron un paquete de amarras de cables plásticos color negro en un local cercano y, alrededor de las 18:40 horas, abordaron dos vehículos (un Chevrolet Corsa verde y un Chevrolet Spark azul) y se dirigieron al domicilio de las víctimas, acompañados de la trabajadora sexual Alexandra Rodríguez, a quien le pagaron 100 mil pesos solo por ir en el auto con ellos y bajarse un par de cuadras antes de llegar al sitio, pagándole 5 mil pesos adicionales para que regresara en Uber.
Sin embargo, antes de que se fuera, “Marihuanita” le hizo una feroz advertencia: que si decía algo, su familia en Venezuela pagaría las consecuencias.
¿El motivo de llevarla? Simplemente porque sabían que un auto en que va una mujer es menos sospechoso que un auto en que van solo hombres.
A eso de las 19:00 horas los atacantes irrumpieron en la casa, donde estaban Mosquera y Ordoñez, además de la esposa de uno de ellos, el primo de Concepción y cuatro niños, hijos de los asesinados, de 6, 4, 2 y 12 días de vida.
Los asaltantes trasladaron a la mujer y los niños a un dormitorio y obligaron a los tres hombres a permanecer en el living, en cuclillas y con las manos atadas con las amarras, apuntándoles con al menos tres pistolas (probablemente Glock) calibre 9 milímetros y una calibre .380. Robaron los teléfonos celulares de todos quienes estaban presentes en el lugar, incluyendo los de los niños, y comenzaron a exigir los 7 mil dólares que según “Catire” estaban en el sitio.
Sin embargo, esa cifra no aparecía, por lo cual “Pure Aníbal” se comunicó con “Coco” por medio de una videollamada. Varios testigos coinciden en señalar que, apenas se conectó y mostró a las víctimas, le dijo “Coco, mira a quienes tenemos aquí”, luego de lo cual se escuchó una carcajada.
“Coco” conocía perfectamente a Mosquera y a Ordoñez, pues también había trabajado en el food truck donde los otros dos (así como “Catire”) se habían desempeñado, fundamentalmente como deliveries, aunque “Coco” era el maestro planchero. De hecho, según una persona que declaró en el proceso, un mes antes de los hechos, Mosquera también había tenido un problema con “Coco”, el que había terminado con un golpe en contra de este por parte del primero.
A todo ello se suman dos testimonios que fueron entregados en el juicio, los cuales hacen suponer que, más allá del robo que efectivamente se cometió y del enfrentamiento entre el Tren de Aragua y Los Orientales, las razones detrás del crimen son de otra índole.
Uno de esos testimonios apunta a un diálogo entre “Marihuanita” y otro sujeto, en el cual el primero le decía que “tenemos a unos tipos atrapados en Temuco, están vendiendo marihuana y no quieren alinearse, tú sabes que todo esto lo lleva el Pure Aníbal”.
En el lenguaje del TDA, “alinearse” es subyugarse. En otras palabras, si eso era cierto, las víctimas estaban traficando drogas sin pagar el respectivo impuesto al Tren de Aragua. Eso se refrendó en el tribunal por una oficial de la PDI, quien dijo que los asesinaron “porque querían vender por sí solos su mercancía”.
Buena parte de los 60 minutos que los sujetos permanecieron al interior de la vivienda transcurrieron en medio de amenazas y gritos de parte de “Aníbal”, quien cada tanto pedía a los demás que fueran a buscar un hacha, cuando exigía que le entregaran los “cobres” (es decir, el dinero) y no estaba todo lo que esperaban encontrar, por lo que los amenazaba con “picarlos”.
Junto con el hacha, el jefe del comando homicida pedía también un martillo y todos los presentes sabían perfectamente para qué usan esa herramienta en el Tren de Aragua: para quebrar dedos.
Finalmente, luego de revisar por todos lados, se convencieron de que los 7 mil dólares no estaban en su totalidad y, ante ello, “Pure Aníbal” hizo una nueva llamada, en la cual Barreiro dio la instrucción de matarlos. Sin embargo, el primo alcanzó a escapar, saltando por una ventana. Fue luego de eso que “Aníbal” decidió decirle a “Coco” que estaba todo listo, que los tres estaban muertos.
La fuga
Luego de ello, casi todos los implicados huyeron hacia Santiago en los dos automóviles, mientras que “Coco” tomó un vuelo de Sky hacia Arica, seguramente con el dinero. La PDI le siguió el rastro hasta allá y logró establecer que se había alojado en un hostal. Por una foto hallada después en su celular, se sabe que llegó hasta la frontera y, aunque lo lógico habría sido que siguiera huyendo, todo indica que se trataba de una maniobra, quizá una forma de despistar a la policía, pues en vez de cruzar hasta Perú, regresó al rodoviario de Arica y allí tomó un bus hacia Santiago.
Tal como lo suponía, la PDI ya lo había identificado y le pisaba los talones. De ese modo, fue detenido por los detectives cuando el bus en que regresaba a la Región Metropolitana se detuvo en La Serena. Allí, en su celular, había una foto de él en el límite entre Chile y Perú, así como un mensaje de un remitente desconocido que le decía que debía cambiar de nombre, que a partir de ese momento se llamaba “Richita”, debido a que “las cosas están calientes por acá abajo”.
En Santiago, en tanto, fueron detenidos varios de los otros responsables, dos de los cuales (Gómez Gandica y Herrera) residían en un cité ubicado en General Mackenna 1060, donde operaba otro “centro” de drogas y prostitución del Tren de Aragua. García, en tanto, fue aprehendido en Puente Alto por Carabineros, y Arteaga en Temuco.
Barreiro, Gómez Gandica, García Viña y Arteaga como autores de robo calificado, fueron condenados a cadena perpetua. Mejor “suerte” tuvo Herrera, quien fue condenado a 15 años por el mismo delito, pero en calidad de cómplice. Además, Gómez Gandica, Arteaga y García Viña fueron condenados a otros 5 años y un día por porte ilegal de armas de fuego.
Además de todo ello, Fernando Gómez Gandica y Onsly García Viña enfrentan otra causa semejante, por el doble homicidio que cometieron en Puente Alto.