Publicidad
Caso Licencias Médicas: claro ejemplo de la degradación social Opinión AgenciaUno

Caso Licencias Médicas: claro ejemplo de la degradación social

Publicidad
Esteban Velásquez Núñez
Por : Esteban Velásquez Núñez Senador por la Región de Antofagasta.
Ver Más

La degradación de la sociedad chilena toca fondo con insospechadas consecuencias, que se encuentran a la vuelta de la esquina. Es tiempo de instalar un pacto por la honestidad y la ética públicas.


El escándalo de las licencias médicas, destapado por el informe de Contraloría de la República, reveló que entre 2023 y 2024 más de 25 mil funcionarios o servidores públicos viajaron fuera del país durante su licencia médica y ha generado una hecatombe a nivel nacional que, si bien sin intención de parecer cínico, sinceramente poco sorprende.

Y digo esto, porque llevamos ya un buen tiempo sabiendo o, más bien, viendo cómo diversos casos de connotación pública nos han golpeado a nivel de reconocer en la sociedad chilena cómo ciertos valores o principios han mutado, desdibujado o sencillamente se han “transparentado”.

Por ejemplo, cuando un sector de la élite comete irregularidades o actúa indebidamente, a nivel de proyectos de ley que reescriben a su imagen y semejanza para beneficiar sus campañas políticas o negocios, y terminan sin sanciones ad hoc; cuando luego nos enteramos que un reconocido abogado interviene entre sus altos contactos para nombrar a jueces o manipular investigaciones por años; o peor aún, cuando una nueva generación que promete cambiarlo todo, termina aplicando las mismas malas mañas de los antecesores que tanto criticó; es, a mi juicio, porque la cultura de la deshonestidad y aprovechamiento ya está instalada fuertemente.

A la luz de estos hechos, hacer tan patente una mala práctica como el uso fraudulento de licencias médicas, de una manera tan burda como salir de vacaciones, no me hace más que pensar que el desprecio por los valores y las buenas costumbres es, sin duda, un hecho de la causa. Y duele.

Me preocupa profundamente –y esto que planteo no es algo nuevo– esta degradación en el comportamiento de la sociedad chilena que se acentúa, probablemente, en los últimos 20 años, y que, como dije antes, a nuestro juicio, comenzó a dar señales en el marco de casos conocidos de corrupción que no fueron perseguidos ni sancionadas en razón del mérito que tenía cada caso.

Basta recordar el financiamiento ilegal de la política, las boletas ideológicamente falsas, la llamada “doctrina Abbott” que cerró las causas; o en temas más “domésticos”, la colusión de las farmacias, de los alimentos o del papel higiénico. Son señales que finalmente van degradando la sociedad y que hoy parecen instaladas en todos los ámbitos, no solo entre los poderosos, y que es urgente ponerle atajo.

La persecución debe ser total, caso a caso, en razón del uso de licencias fraudulentas, aunque sin transformarse en una caza de brujas.

La contralora Dorothy Pérez ya ha adelantado que seguirá la búsqueda en Capredena y Dipreca, y el Ministerio Público, la propia Contraloría y hasta el Senado y la Cámara de Diputados, han anunciado que harán lo mismo.

Sin embargo, es bueno recordar que el Estado tiene las herramientas e instituciones para que funcionen autónoma y eficientemente distintas entidades ad hoc a lo que se necesita hoy de manera urgente, siempre dentro de los cauces constitucionales que correspondan, para no volver a repetir los errores del pasado y comencemos a devolver las confianzas.

Pero la responsabilidad no es solo del Estado. No podemos estar siempre esperando que un ente mayor nos llame a comportarnos como a muchos se nos enseñó desde el hogar. Volver a recuperar los valores, la ética y sobre todo la honestidad es tarea de todos y todas. Y solo así, en la conciencia conjunta y colectiva de aspirar a un mejor país y una mejor sociedad, podremos ir corrigiendo los errores que nos han traído a la debacle moral que parece que nos habita hoy.

Los seres humanos somos capaces de cometer los actos más atroces e indignos porque están en la animalidad de la especie, pero también podemos alcanzar modos y conductas de vida enaltecedores y éticos maravillosos, de ahí lo trascendente que resulta mirar el currículum del sistema educativo, por ejemplo.

Debemos preguntarnos qué tipo de ciudadanos se ha formado en Chile y sobre todo cuál será nuestro derrotero, porque no podemos seguir fomentando malas prácticas y conductas indebidas con recursos públicos. Particularmente, la degradación de la sociedad chilena toca fondo con insospechadas consecuencias, que se encuentran a la vuelta de la esquina. Es tiempo de instalar un pacto por la honestidad y la ética públicas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

Inscríbete en nuestro Newsletter El Mostrador Opinión, No te pierdas las columnas de opinión más destacadas de la semana en tu correo. Todos los domingos a las 10am.

Publicidad