
Sociedad civil: urge proteger el corazón de nuestra democracia
¿A quién le interesa defender la sociedad civil? De mirar los debates presidenciales, pareciera que a nadie.
Ya estando cerca de las elecciones presidenciales, estamos escuchando cada vez más debates relacionados con diversos temas de interés público: seguridad, empleo, desigualdad, entre otros. Sin embargo, existe un gran ausente: el resguardo de la democracia. En especial la sociedad civil, que es uno de sus componentes centrales.
El fortalecimiento de la democracia es la gran promesa pendiente no solo de este Gobierno, sino de varios de sus predecesores. Esto es curioso, dada la creciente alarma que existe entre distintas organizaciones de la sociedad civil –organizaciones de base, dedicadas al resguardo de los derechos humanos, al cuidado de la naturaleza, integrantes de consejos de la sociedad civil y juntas de vecinos– sobre la falta de condiciones adecuadas para su trabajo.
La situación es crítica. Veintiséis organizaciones han firmado una carta expresando la creciente preocupación de estas organizaciones por la hostilidad, desprotección y desprestigio que enfrentan. Lamentablemente, hoy la mención de palabras como “fundaciones” lleva a críticas y sospechas injustas respecto de la amplia mayoría de organizaciones del tercer sector que hacen su trabajo día a día, muchas veces de manera gratuita y con precario apoyo a su importante gestión.
Algunas de estas organizaciones sufren abiertamente de acoso y de amedrentamiento, ya que muchas veces su rol implica fiscalizar a los privados y al poder público, lo que los pone en el ojo del huracán.
La carta también alerta sobre la persecución y criminalización de sus actividades, instando a las autoridades a fortalecer iniciativas legislativas existentes y a establecer una nueva agenda de protección para la sociedad civil. Existen múltiples proyectos legislativos hoy relacionados con el resguardo del trabajo de estas organizaciones, como los boletines 16886-12 y 14964-24, que buscan proteger a defensores de derechos humanos y periodistas. Sin embargo, estas iniciativas se encuentran atascadas y no muestran avances significativos.
Es imperativo que las autoridades tomen en serio este llamado y conviertan este tema en una prioridad en la agenda. Como complemento, estas mismas organizaciones se han comprometido en un Manifiesto con siete desafíos de movilización. Tanto la carta como el manifiesto son parte de la iniciativa “Transparentes. Democracia en juego, ciudadanía al mando”, que nace con el propósito de avanzar hacia una democracia más participativa, transparente y justa.
¿A quién le interesa defender la sociedad civil? De mirar los debates presidenciales, pareciera que a nadie. El poder político parece ciego a este trabajo tan fundamental para la democracia. Pero son justamente estas organizaciones, fuera del mercado y el Estado, las que mejor resguardan libertades y derechos fundamentales como los derechos de niños, niñas y adolescentes, la justicia ambiental, el trabajo voluntario, los derechos sexuales y reproductivos y, en general, la construcción de espacios para el encuentro ciudadano.
Una democracia sin un espacio cívico fortalecido y protegido es una democracia enferma, que camina silenciosamente hacia su debilitamiento y desintegración.
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