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¿Por qué Finlandia? Opinión Imagen referencial de Finlandia

¿Por qué Finlandia?

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Hernán Araneda
Por : Hernán Araneda Gerente general de Fundación Chile
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Se trata de un país pequeño, distante geográficamente y que durante gran parte del siglo XX dependió también de la explotación de recursos naturales.


En temporada electoral, la economía se convierte en el centro de la discusión pública. Surgen fórmulas para impulsar la productividad, fortalecer la competitividad y acelerar la creación de empleos de calidad. Estas conversaciones llevan años sobre la mesa y convergen sobre la urgencia de dinamizar la economía con una oferta de valor más sofisticada, capaz de generar nuevas fuentes de crecimiento, incluyendo la incorporación de conocimiento y tecnología en sectores de recursos naturales y la habilitación de nuevas industrias.

Chile es una economía pequeña que debe ganar competitividad frente al mundo. La evidencia internacional ha demostrado que, en los tiempos que corren, la ruta pasa por apostar por la tecnología, la ciencia, la innovación y el emprendimiento. Así lo subrayó el Banco Mundial en 2024 en su informe respecto a la trampa de ingresos medios.

En este contexto, valoramos y asumimos con compromiso la ejecución de la recién anunciada plataforma binacional Chile y Finlandia para el desarrollo y transferencia tecnológica, enfocada en tres áreas: la mediana minería, el desarrollo territorial inteligente y sustentable, y las industrias de alto potencial en descarbonización y manejo sostenible.

¿Por qué Finlandia? Se trata de un país pequeño, distante geográficamente y que durante gran parte del siglo XX dependió también de la explotación de recursos naturales. Pero, a diferencia de otros, logró un giro productivo radical hacia la innovación y el desarrollo tecnológico, y hoy es una de las economías más competitivas del planeta. Tiene una visión de desarrollo sostenible e inclusivo, con altos grados de capital social, bienestar personal (felicidad) y productividad.

Las similitudes estructurales con Chile permiten aprender de esa experiencia que, en apenas cuatro décadas, originó lo que se conoce como el milagro económico finlandés, sostenido en procesos de desarrollo tecnológico y que dio al mundo compañías como Nokia, pionera en telefonía móvil, o Linux, un proyecto colaborativo que transformó el ecosistema del software

La aguda visión finlandesa explica en parte el interés por esta alianza. Ambos países se complementan y creen en la colaboración internacional. Chile puede aprender de la capacidad nórdica para potenciar el talento local y escalar tecnologías de alto impacto en sectores donde tenemos ventajas comparativas: energías renovables, minería sustentable, industria forestal y descarbonización.

Magallanes, Atacama o Antofagasta podrían ser laboratorios vivos de estas transformaciones. Finlandia, por su parte, gana un socio que le ofrece entornos naturales únicos para investigación aplicada en transición energética, o bien aprender de nuestra minería de clase mundial.

Las cifras confirman la distancia y, a la vez, la oportunidad: Finlandia ocupa el séptimo lugar en el Global Innovation Index 2024, mientras Chile se ubica en el puesto 51. Allí, un 68,7% de las empresas es innovador; aquí, apenas el 16,7%. 

Ahora bien, ninguna transformación productiva ocurre de un año para otro, ni depende únicamente de la voluntad de un actor en solitario. Finlandia comenzó en los años sesenta a sentar las bases del cambio: políticas públicas de inversión en desarrollo técnico, expansión de la educación superior para formar una fuerza laboral calificada y, sobre todo, un diálogo social amplio que permitió trazar una visión compartida del futuro. El consenso y colaboración público-privada han sido tanto o más relevante que su apuesta tecnológica.

La alianza anunciada por Corfo, la Embajada de Finlandia, VTT Research y la Fundación Chile proveerá una oportunidad inédita de generación de innovación colaborativa entre los ecosistemas de emprendimiento y las empresas de ambos países. Su impacto esperado será desarrollo de tecnología y negocios, fortaleciendo capacidades de ambos países y mostrando un ejemplo virtuoso de innovación tirada por la demanda.  

La relación entre Chile y Finlandia no es nueva. Desde el retorno a la democracia existen convenios de cooperación económica, industrial y tecnológica. Hoy, esa trayectoria se refuerza con esta plataforma que puede ayudarnos a enfrentar desafíos sociales, económicos, medioambientales y tecnológicos, con mayor resiliencia.

La tarea es ambiciosa: construir un desarrollo sostenible y justo que no deje atrás el bienestar local y que, al mismo tiempo, sea el motor de un crecimiento económico transversal, basado en conocimiento, y de largo plazo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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