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Sin bienestar docente no hay calidad educativa Opinión

Sin bienestar docente no hay calidad educativa

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Marigen Narea, Alejandra Caqueo, Pamela Soto y Francisca Morales
Por : Marigen Narea, Alejandra Caqueo, Pamela Soto y Francisca Morales Marigen Narea, Alejandra Caqueo, Pamela Soto Centro de Justicia Educacional UC María Francisca Morales Facultad de Educación UDP
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En este Día Mundial de la Salud Mental, Chile puede dar un paso decisivo: reconocer que el bienestar de las educadoras es un asunto de política pública y una condición indispensable para el bienestar infantil.


Este 10 de octubre, Día Mundial de la Salud Mental, es momento de mirar un problema que suele pasar inadvertido: la salud mental de las educadoras de párvulos, pieza clave en el bienestar emocional de la infancia chilena. 

En Chile, los problemas socioemocionales en la niñez alcanzan cifras preocupantes. Según estudios recientes, uno de cada diez niños y niñas de cinco años presenta síntomas emocionales clínicamente significativos, una tasa que triplica la observada en países desarrollados. Esta realidad no solo plantea un desafío sanitario, sino también una tarea urgente de política pública.

Nuestro reciente estudio, financiado por el Fondo de Investigación y Desarrollo en Educación (Fonide), examinó cómo la calidad de las interacciones entre educadoras y niños y niñas se relaciona con el bienestar socioemocional infantil en jardines públicos del nivel medio mayor. Los resultados fueron elocuentes: aunque las educadoras mostraron altos niveles de calidad en sus interacciones, estas no se asociaron directamente al bienestar emocional infantil. En cambio, el bienestar y la salud mental de las educadoras sí se vincularon estrechamente con la calidad de sus interacciones en el aula.

El mensaje es claro: no hay calidad educativa sin bienestar docente. El bienestar emocional de las educadoras no es un tema personal, sino un componente estructural de la calidad educativa. Sin políticas que cuiden su salud mental, se debilita la base sobre la cual se construye el desarrollo infantil.

En los últimos años, Chile ha avanzado en cobertura y formación inicial en educación parvularia. Sin embargo, persisten condiciones que afectan la salud mental docente: altas demandas emocionales, sobrecarga laboral, bajos salarios y escaso acompañamiento. Durante la pandemia, una encuesta nacional reveló que cerca del 70% de las educadoras presentó síntomas de malestar psicológico, una señal de alerta que no puede seguir siendo ignorada.

Para avanzar, es necesario integrar el bienestar docente como pilar explícito en las políticas de educación parvularia. Algunas medidas concretas incluyen:

  • Incorporar indicadores de salud mental en los Planes de Mejoramiento Educativo (PME).
  • Fortalecer programas de acompañamiento y supervisión reflexiva en los jardines infantiles.
  • Asegurar que los estándares de calidad educativa reconozcan el bienestar docente como un componente esencial.

En este Día Mundial de la Salud Mental, Chile puede dar un paso decisivo: reconocer que el bienestar de las educadoras es un asunto de política pública y una condición indispensable para el bienestar infantil. Porque cuidar a quienes cuidan es, en definitiva, cuidar el futuro del país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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