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La inteligencia artificial y la destrucción de empleos en Chile Opinión Imagen generada con Inteligencia Artificial.

La inteligencia artificial y la destrucción de empleos en Chile

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Carlos Navarrete
Por : Carlos Navarrete Académico Facultad de Ingeniería Universidad de Concepción, Director de Inteligencia Artificial Streamdata, Investigador Núcleo Milenio MEPOP.
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Tal vez el verdadero debate de esta elección no sea cuántos empleos se crean o se destruyen hoy, sino qué tipo de trabajos podrán generarse mañana, y si estamos preparados para que esa creación destructiva no deje fuera a toda una generación de jóvenes profesionales.


En el marco de la elección presidencial, una de las discusiones más encendidas de los últimos meses ha girado en torno a la creación —o destrucción— de empleos en Chile. El tema adquiere especial relevancia considerando que dos exministras del Trabajo compiten hoy por llegar a La Moneda.

Las cifras, según desde dónde se miren, son lo suficientemente amplias y ambiguas como para sostener tanto la tesis de la derecha como la de la izquierda. Ya sea que los datos provengan del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), de la Superintendencia de Pensiones (SP) o de otras fuentes, el debate sigue orbitando sobre las mismas interrogantes: ¿qué está pasando realmente con el empleo en Chile? ¿Se están creando empleos o no?

Más allá de la disputa coyuntural, sorprende que nadie haya planteado una pregunta que parece obvia, pero que podría cambiar el foco de la discusión: ¿qué ha ocurrido con la creación de empleos desde el lanzamiento de ChatGPT a fines de 2022 y la expansión acelerada de la inteligencia artificial (IA)? Si la pérdida de empleo respondiera principalmente a decisiones macroeconómicas o políticas públicas, cabría esperar que afectara de manera relativamente homogénea a todos los grupos etarios. Pero no es así. Los datos muestran una asimetría llamativa.

Planteemos una hipótesis: la adopción masiva de herramientas de IA podría estar generando una creación destructiva de empleo. En este fenómeno, los nuevos puestos que surgen exigen habilidades que aún escasean entre los profesionales jóvenes y recién egresados de la educación superior en Chile.

Mientras tanto, los trabajos más rutinarios o de aprendizaje, precisamente aquellos a los que acceden los recién egresados, desaparecen o se automatizan con la llegada de tecnologías como los agentes de IA. The Economist publicó recientemente un análisis con evidencia de Estados Unidos que refuerza esta idea: las empresas que incorporan IA en sus procesos muestran reducciones en su dotación de personal. Sin embargo, esta contracción se concentra en los perfiles más jóvenes, mientras el empleo de roles senior permanece estable.

Figura 1. Número de cotizantes en AFP por grupo de edad, desde marzo 2020 a junio 2025. Línea vertical representa el lanzamiento de ChatGPT.

En Chile, los datos de la Superintendencia de Pensiones apuntan en la misma dirección. La Figura 1 muestra el número de cotizantes en AFP por grupo de edad entre marzo de 2020 y junio de 2025. Tras la irrupción de ChatGPT, se observa una caída sostenida en los cotizantes menores de 30 años, mientras los grupos entre 35 y 65 años mantienen niveles de afiliación prácticamente intactos. Incluso, entre los 35 y 45 años, se aprecia una tendencia al alza. Es decir, el ajuste laboral no ocurre de manera transversal, sino que se concentra entre los más jóvenes.

No se trata de afirmar una causalidad directa, dado que aún se requieren estudios para afirmar que la IA haya destruido empleos en Chile, pero sí es importante observar una coincidencia temporal y estructural que merece atención, especialmente para quienes aspiran a convertirse en la primera autoridad de nuestro país. La inteligencia artificial está reconfigurando el mercado laboral con una velocidad que el sistema educativo y las políticas públicas aún no logran acompañar, y dicha velocidad no se alcanza exclusivamente con creación de leyes ni manuales de uso para la ciudadanía, sino con propuestas concretas para aquello.

Tal vez el verdadero debate de esta elección no sea cuántos empleos se crean o se destruyen hoy, sino qué tipo de trabajos podrán generarse mañana, y si estamos preparados para que esa creación destructiva no deje fuera a toda una generación de jóvenes profesionales, ni a un país que ha hecho de la educación terciaria uno de los pilares de su movilidad social y su estructura productiva. No preparar profesionales para los desafíos del futuro significará repercutir directamente en sus chances de entrar al mercado laboral.



  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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