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La política exterior de Chile tras el triunfo de José Antonio Kast Opinión Archivo

La política exterior de Chile tras el triunfo de José Antonio Kast

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Francisco Castañeda
Por : Francisco Castañeda Economista de la Universidad Central de Chile Centro de Política Internacional - CEPI UCEN.
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Enfrentará la disyuntiva de la nueva Guerra Fría económica entre Washington y Beijing, pero puede convertir esa situación en ventaja si juega bien sus cartas, diversificando socios y permaneciendo abierto a nuevos socios sin comprometer valores fundamentales.


La victoria de J. A. Kast plantea importantes desafíos para su política exterior. Asume el poder con un discurso duro en seguridad y migración, y con afinidades claras hacia gobiernos conservadores, como el de Milei en Argentina. En este contexto, la pregunta clave es cómo deberá Chile enfrentar sus relaciones exteriores de forma propositiva pero crítica, equilibrando los intereses nacionales con las presiones geopolíticas. Chile se encuentra en medio de la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China y ya la administración Trump ha manifestado su intención de reducir la influencia de China en Latinoamérica, considerando a países como Chile como piezas claves en esta disputa.

De hecho, la llegada a Santiago de Brandon Judd, el nuevo embajador estadounidense, ha sido interpretada como un mensaje de que Washington desea incidir directamente en materias domésticas para contrarrestar la presencia china. Por su parte, China ha expandido sus inversiones y lazos comerciales en Chile durante años, convirtiéndose en un socio económico de primer orden. En concordancia, el embajador chino en Chile Niu Qingbao ha reiterado que Latinoamérica no es el patio trasero de nadie (en alusión a la vieja Doctrina Monroe), al no aceptar la presión de EE.UU. en cuanto a injerencias comerciales en la región.

Pero Kast ha sido explícito en su afinidad con Washington, proponiendo reforzar la alianza con EE.UU. e incluso convertir a Chile en un socio preferente. Esta cercanía ideológica con Trump y otros líderes de derecha sugiere que un Gobierno de Kast podría alinearse más estrechamente con las prioridades estadounidenses en la región. Sin embargo, inclinarse demasiado hacia Estados Unidos conlleva riesgos: China es el principal socio comercial de Chile, fundamental para sus exportaciones (35% del PIB).

Además del cobre, empresas chinas tienen participación en sectores clave como la infraestructura, la minería de litio y las telecomunicaciones chilenas. Esto significa que fracturas diplomáticas con Beijing podrían perjudicar gravemente la economía nacional. La estrategia inteligente para Chile será mantener un delicado equilibrio.

Por un lado, puede profundizar la cooperación con EE.UU. en áreas como la seguridad, inversiones y tecnología, y alinearse en la defensa de la democracia y del libre mercado, valores históricamente compartidos con Washington. Pero, por otro lado, debe preservar la relación con China, continuando la relación impulsada por todos los gobiernos chilenos en las últimas décadas.

Beijing ha señalado su interés en una relación estable con Chile más allá de cambios de gobierno, enfatizando que la amistad bilateral no sea afectada por un tercer país (“léase EE.UU”). En la práctica, esto implica que Chile deberá evitar en lo posible una postura de suma cero en la que deba elegir entre Washington o Beijing. Aun si la retórica internacional se polariza, con Trump presionando a sus aliados regionales a frenar a China, Chile puede aspirar a una política exterior pragmática similar a la de gobiernos anteriores, que le permita mantener lazos constructivos con ambas.

La crisis migratoria regional es otra dimensión crítica en el plano externo. Chile ha experimentado en la última década un aumento acelerado de la inmigración. Este fenómeno ha tensionado las capacidades de absorción de la migración y se han integrado al debate público temas de seguridad, empleo y servicios sociales. Kast capitalizó en campaña el malestar ciudadano por la migración irregular. Ha prometido medidas severas: construir muros y zanjas en las fronteras norte, crear una policía especializada para perseguir a inmigrantes indocumentados y expulsar a decenas de miles de extranjeros sin papeles.

Ese discurso encuentra eco en amplios sectores de la población preocupados por el aumento de la delincuencia. De hecho, el arribo de nuevas formas de criminalidad asociadas a organizaciones extranjeras, como sicariatos, secuestros y extorsiones vinculados al crimen organizado internacional, ha generado temor en la ciudadanía, aunque esto también ya es común a bandas delictuales chilenas. El desafío para Kast será responder a las legítimas preocupaciones de seguridad sin caer en xenofobia ni violar derechos humanos. Una política exterior efectiva en migración implicaría cooperación regional.

Chile no puede resolver por sí solo la presión migratoria en sus fronteras norte; necesitará coordinar con Perú, Bolivia y principalmente con Venezuela (origen de muchos migrantes) para gestionar flujos ordenadamente. Esto podría incluir desde acuerdos de repatriación asistida hasta exigir corresponsabilidad a los países de origen y tránsito. Asimismo, trabajar con organismos internacionales como ACNUR puede aportar soluciones humanitarias y apoyo logístico.

Si bien Kast y sus aliados ideológicos privilegian las soluciones nacionales (cierre de fronteras, deportaciones), la realidad demuestra que la migración es un fenómeno transnacional que requiere diálogo diplomático. Chile deberá combinar control fronterizo estricto con cooperación internacional

Por tanto, la política exterior chilena debería mantener una vocación de liderazgo regional constructivo. Chile ha sido tradicionalmente un país respetado en Latinoamérica por su institucionalidad y visión técnica en política exterior. Aun con un gobierno de derecha, puede ejercer un rol articulador entre bloques: por ejemplo, participando activamente en instancias como la Alianza del Pacífico y buscando puentes con Mercosur.

Cabe recordar que Chile es Estado asociado al Mercosur y que su economía está entrelazada con la de sus vecinos. Kast podría, pese a sus diferencias ideológicas, buscar entendimientos con Lula en Brasil en materia comercial y de inversión (Brasil es un socio comercial importante de Chile).

También conviene mantener las buenas relaciones históricas con Perú y Bolivia, evitando reabrir litigios territoriales y más bien cooperando en desarrollo fronterizo. Un dato interesante es que, pese a su retórica nacionalista, Kast moderó en campaña las alusiones a disputas territoriales antiguas (Patagonia, Antártica) con Argentina, consciente de que ahora tiene un aliado en Buenos Aires. Esa pragmática debe extenderse a toda la región: anteponer los intereses concretos (comercio, infraestructura, seguridad) por sobre el purismo ideológico.

En conclusión, la política exterior de Chile bajo Kast deberá moverse con pragmatismo inteligente. Enfrentará la disyuntiva de la nueva Guerra Fría económica entre Washington y Beijing, pero puede convertir esa situación en ventaja si juega bien sus cartas, diversificando socios y permaneciendo abierto a nuevos socios sin comprometer valores fundamentales. Deberá responder a la crisis migratoria con firmeza, pero también con humanidad y cooperación internacional, entendiendo que la seguridad y la integración no son objetivos opuestos. Y tendrá que lidiar con una región dividida, actuando como un actor autónomo que busca consensos y defiende sus intereses sin ceder a extremismos.

Si logra todo esto, Chile continuará la senda de una política exterior exitosa: aquella que le ha dado prestigio y beneficios en las últimas décadas al mantenerse abierta, equilibrada y basada en principios, incluso en un mundo de crecientes polarizaciones.

Finalmente, respecto a los conflictos en Gaza y Ucrania, el Presidente Boric ha tenido una posición muy clara. Es de esperar que el nuevo Presidente Kast esté a la altura de estos desafíos, privilegiando la humanidad y no dejándose presionar por las grandes potencias para no tener una voz clara en estos eventos que implican graves sufrimientos humanos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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