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El Poderómetro: Landerretche, el golden boy que puso la violencia en el eje de las primarias PAÍS

El Poderómetro: Landerretche, el golden boy que puso la violencia en el eje de las primarias

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¿Es Landerretche un mensajero oficioso que emerge de las cenizas de la antigua Concertación? ¿Un enviado del futuro estilo Terminator, que viene a advertir sobre lo que le espera a la derecha allí, a la vuelta de la esquina?


Resumen
Síntesis generada con OpenAI
Crítico de la violencia, Oscar Landerretecha -víctima de un atentado explosivo en 2017, en su casa de La Reina- recientemente generó polémica al advertir en Radio Infinita que un gobierno de derecha podría enfrentar protestas destructivas si la izquierda vuelve a la oposición. Sus palabras, respaldadas por Paulina Vodanovic, tensaron el oficialismo y podrían influir en las primarias. Landerretche insiste en sus críticas hacia ciertos liderazgos de izquierda, avivando el debate político.
Desarrollado por El Mostrador

Si hay alguien que sabe de violencia y de poder en Chile es el economista Óscar Landerretche Moreno, uno de los golden boys de la última generación de la Concertación, aquellos que entraron muy jóvenes al aparato estatal y que hoy se empinan levemente por sobre los 50. Formal y ponderado, esa impronta obedece en parte a sus primeros años de formación, cuando –siendo un niño– su padre, el también economista Óscar Landerretche Gacitúa, se trasladó a Oxford a estudiar un doctorado en economía política. 

Por supuesto, era un traslado forzoso. Su familia había salido al exilio en 1974, luego de refugiarse en la Embajada de Colombia en Santiago. Landerretche padre era una presa codiciada por la DINA, pues era un cuadro clave del Partido Socialista, un hombre con entrenamiento en inteligencia en Cuba y por ello, como miembro del GAP, formó parte de la defensa de la casa de Salvador Allende en Tomás Moro, el 11 de septiembre de 1973, como informó El Mostrador.

Hacia 1984, luego de terminar el doctorado, la familia se fue a Colombia, donde Óscar hijo terminó la secundaria, en medio de los convulsos años 80, donde creció escuchando sobre Pablo Escobar y el cartel de Medellín, los asesinatos selectivos, la toma del Palacio de Justicia de Bogotá por el M-19 y, en la casa, sobre una –por entonces– extraña idea que provenía de los socialistas chilenos que seguían en Europa: la renovación socialista, partitura cuya batuta tomó en Chile otro economista, llamado Ricardo Lagos Escobar.

Al momento de estudiar, Landerretche hijo optó por Ingeniería Comercial en la Universidad de Chile (luego de un año en la Universidad de Los Andes de Bogotá, la más prestigiosa de Colombia) y más tarde, a la hora de hacer un postgrado, optó por la que habitualmente es considerada una de las tres mejores universidades del mundo: el Tecnológico de Massachussets, el mítico MIT. Ligado desde siempre a la enseñanza en su alma mater, en 2014 fue designado presidente del directorio de Codelco, por la entonces Presidenta Michelle Bachelet.

En 2017, a sus 40 y tantos (nació en 1972) se podría decir que Landerretche lo tenía todo: uno de los trabajos públicos mejor pagados en el país, un reconocimiento transversal por sus capacidades académicas y profesionales y una muy buena casa en La Reina, pero el 13 de enero de ese año la violencia llegó a sacudir su vida por medio de una bomba. 

La asesora de hogar, su suegra, su hija de tres años y él mismo resultaron con heridas, producto de la explosión que se autoadjudicó un supuesto grupo denominado “Individualistas tendiendo a lo salvaje”. En el caso del economista, el diagnóstico fue de lesiones “consistentes en contusión abdominal cerrada y múltiples lesiones por esquirlas en antebrazos y brazos”. Por este y otros hechos semejantes fue condenado el anarquista Camilo Gajardo Escalona, que hoy purga una condena de 45 años.

Esos miserables

En una entrevista que concedió después de ese atentado a El Mercurio, Landerretche calificó a los autores del ataque como “esos miserables”, argumentando que su hija de tres años se había salvado de milagro.

“Sobrevivir un atentado de ese tipo es una experiencia muy fuerte, algo que marca de por vida”, señala un policía que investigó parte de ese caso y otros semejantes. Quienes conocen de cerca al economista dicen que si antes era alguien que abjuraba de la violencia, hoy la detesta de plano y eso es lo que dejó de manifiesto la semana pasada, cuando lanzó una bomba de racimo cuyas esquirlas siguen rebotando hasta hoy, al decir en Radio Infinita que “me gustaría que si hay un Gobierno de derecha traten de no derribarlo”, agregando que también le gustaría que, si gana la derecha, la izquierda (aunque no la mencionó) evite “convertir al país en un maldito infierno”, aludiendo a la quema de iglesias, una de las estampas características de la violencia que se vivió en el país luego del estallido social de octubre de 2019. 

A estas alturas todo indica que no fue un simple exabrupto ni una arrancada de tarros. Por el contrario, Landerretche es un hombre que anida en los intramuros del poder real, ese que no está a la vista de todos, pero que incide fuertemente en la opinión pública, uno de los elementos centrales del poder, según decía Bertrand Russell en su famoso libro sobre el poder.

Landerretche, uno de los socialistas más renovados dentro de los renovados, quiere que lo escuchen y decir, sin decirlo, que quienes estaban detrás de la violencia eran los actuales ocupantes de La Moneda. 

Y le resultó, pues al menos la presidenta de su partido, Paulina Vodanovic, salió a respaldarlo, al decir que, respecto de la violencia, “el Frente Amplio tiene un doble discurso”.

Por cierto, cuando dijo lo que dijo, muchos en el oficialismo se tomaron la cabeza a dos manos. “Esto va a dañar a Carolina” es lo menos que se decía entre los cercanos a la candidata presidencial del PPD, Carolina Tohá, debido a que Landerretche forma parte de su comando, aunque sin ningún papel directivo en este.

Sin embargo, en privado no son pocos los PPD y también PS que aceptan que Landerretche solo verbalizó algo que muchos piensan en el sector, que es lo mismo que cree la derecha: que si no ha habido protestas masivas ni quemas de iglesias ni nada parecido en los últimos tres años es porque el Frente Amplio y sobre todo el Partido Comunista están en La Moneda, y que eso va a cambiar si, a contar de marzo de 2026, regresan a la oposición.

De hecho, no son pocos los que estiman que la supuesta salida de madre del economista no solo no va a perjudicar a la candidata Tohá, sino que la va a beneficiar, dada la distancia de Landerretche –ergo, el comando de Tohá– con la violencia, en un momento en que la candidada del PC, Jeannette Jara, pisa peligrosamente los talones de la exministra del Interior. 

¿Podrían ser entonces las palabras de Landerretche un llamado subliminal a la gente de derecha a levantarse el próximo 29 de junio para ir a votar por Tohá y evitar, igual que en 2021, que un representante del Partido Comunista llegue a la presidencial?

Si así fuera y efectivamente sus palabras incidieran en el resultado de las primarias, habría que darle a Landerretche el Premio Maquiavelo 2025, pero es difícil saber si todo lo sucedido en los últimos días obedece a un diseño o a otra cosa. 

Lo que sí es claro es que el causante de la polémica no solo no se arrepiente, sino que insiste. Ayer, de hecho, dijo –por medio de su cuenta de X– que “el juicio que tengo sobre el actuar irresponsable, la frivolidad, el infantilismo, la mitomanía crónica y, por sobre todo, la falta de integridad de muchos de los liderazgos que han capitaneado la implosión autodestructiva de la izquierda chilena durante los últimos años es, en realidad, mucho peor de lo que he expresado en público”.

¿Es Landerretche un mensajero oficioso que emerge de las cenizas de la antigua Concertación? ¿Un enviado del futuro estilo Terminator, que viene a advertir sobre lo que le espera a la derecha allí, a la vuelta de la esquina? ¿Un lobo solitario que solo se interesa en su propia agenda y que sin querer queriendo va a detonar la campaña de Tohá? 

Es difícil vaticinarlo, pero respecto de lo que no hay duda alguna es que fue quien inclinó completamente las manecillas del reloj del poder durante los últimos días en Chile. 

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