

ME-O: la elección presidencial “se volvió un circo político mediático”
A 51 años de la muerte de su padre, Marco Enríquez-Ominami dice que una lección de ese periodo es que la violencia y la confrontación no son el camino, advierte que algunos candidatos reemplazan el perdón por la reivindicación y que la carrera por La Moneda se volvió un “circo político”.
Este domingo se cumplen 51 años de la muerte de Miguel Enríquez, líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y padre del candidato presidencial Marco Enríquez-Ominami.
La fecha y el recuerdo del crimen por el cual fueron condenados los exagentes de la DINA Miguel Krassnoff, Teresa Osorio y Rodolfo Concha coinciden con el debate aún vigente sobre derechos humanos y memoria histórica, reactivado por la denuncia del caso de Bernarda Vera y por la reciente identificación en el Patio 29 del Cementerio General de restos de víctimas de la dictadura que no figuran en las nóminas oficiales.
En ese contexto, ME-O, hoy en su quinta postulación presidencial, prefiere responder por escrito a las preguntas de El Mostrador, abordando ciertos temas, como su propuesta en materia de verdad y justicia, su visión sobre el legado de su padre y el rol de la democracia actual. Sobre este último, advierte que algunos candidatos reemplazan el perdón por la reivindicación de las violaciones a los derechos humanos y que la elección presidencial en Chile se ha convertido en un “circo político mediático”.

El candidato rindió homenaje este domingo a su padre en el Cementerio General.
-El contexto del 51 aniversario de la muerte de Miguel Enríquez, ¿refuerza o complica el debate sobre la necesidad de verdad y reparación en Chile?
Es una tristeza constatar que, 35 años después del fin de la dictadura, esta siga siendo una pregunta vigente. Porque preguntarse eso quiere decir que la dictadura, que explotó la pobreza y además fue violadora de los derechos humanos, también constituyó un intento de depredación de los chilenos y de disimulación, no solo en materia de derechos humanos, sino también en la economía y en nuestras instituciones.
Si no queremos volver a cometer los errores del pasado, es clave la luz y la verdad para que no se repitan. Pero constato que aún nos hacemos estas preguntas y que las tentativas de blanquear la dictadura están presentes en medios y en algunos liderazgos políticos, donde se reemplaza el perdón por la reivindicación. Es la prueba de que la historia no sirvió como lección.
-Si Miguel Enríquez estuviera vivo, ¿qué candidato de izquierda lo representaría mejor y por qué?
Esa pregunta solo él podría responderla. Miguel estaba obsesionado con la justicia social. Podemos debatir sus acciones o medios. Era la cultura de una época que hoy es parte del pasado, porque la violencia y la confrontación no son el camino. Quizás esa sí es una lección de ese periodo. Me gustaría que esas lecciones también las subraye la derecha.
¿Cómo interpreta el hecho de que ni los gobiernos de Boric ni los de la Concertación hayan promovido la liberación de los presos mayores de 70 años en Punta Peuco?
En Chile la izquierda siempre se hizo manipular y le tendieron trampas. En los 70, en los 90 y ahora también. Nos piden compasión por torturadores y no hubo una sola para las víctimas. Creo que la pregunta que nos impone el gobierno es dura e insana. Ahora bien, si es un asunto moral o ético, entonces cuando se torturó se pide perdón, se confiesan crímenes. En esa confesión espero que expliquen dónde están los desaparecidos. Después podemos responder esa pregunta.
-¿Lo propuso usted cuando formaba parte de la Concertación?
Pasé parte de mi vida intentando comprender lo que pasó en ese periodo. Y la pregunta está respondida arriba.
-Teniendo en cuenta los recientes hallazgos de desaparecidos en Argentina y la identificación de restos humanos en el Patio 29, ¿cómo percibe la vigencia actual de la agenda de memoria y justicia en Chile?
Creo que, si estamos en ese tema pendiente, es porque la dictadura y sus admiradores hicieron todo para disimular los crímenes. Llevan décadas impidiendo que los parientes de las víctimas hagan su duelo y, con esa disimulación de crímenes, dejan cicatrices abiertas.
-Usted propone un Plan Nacional de Búsqueda de Desaparecidos. ¿Qué acciones concretas incluiría para avanzar eficazmente en verdad y justicia?
La mayoría de los crímenes de la dictadura ocurrió hace 50 años. Debemos, quizás, mostrar madurez y afirmar que no debemos volver a dividir a la sociedad chilena y seguir con esta cicatriz de por vida. Les pregunto si las víctimas deben estar siempre en la pregunta que divide o quizás debamos asumir que es peor que algunos culpables, sus descendientes y actuales admiradores de esos crímenes, estén orgullosos. La división no viene de la izquierda sino de la derecha. La verdad sí, la división no.
-Su propuesta condiciona la liberación de los presos mayores a un perdón público y sincero, así como a la entrega de información veraz. ¿Cómo verificar la sinceridad de ese perdón?
Dar la posibilidad de la redención si se pide perdón y se confiesa es parte de nuestra cultura, aunque sea difícil. Mi propuesta va en ese sentido. Podemos verificar esa sinceridad con una confesión. Confesar es reconocer la realidad y cerrar una herida. Quien perdió a su mujer o marido ¿lo más importante es el cuerpo o saber la verdad de lo que pasó?
-Su padre afirmaba que el juego político tradicional domesticaba a las masas creándoles falsas esperanzas. ¿Comparte esa idea?
Mire, cuando veo el circo político mediático que se volvió la elección presidencial en Chile tengo ganas de preguntarle a usted si le parece normal que un candidato independiente tenga dos meses de campaña y los de los partidos tradicionales tengan seis meses. Cree normal la manipulación de algunos medios y empresas encuestadoras que impiden de expresar visiones de país distintas. La democracia no es un régimen ideal aunque se construye poco a poco. Es un combate cotidiano. Es el combate que elegí.

Cabe mencionar que, según informó el medio Ciper, el Servicio Médico Legal (SML) identificó los restos de cuatro personas ejecutadas durante la dictadura cívico-militar, cuyos casos no figuran en las nóminas oficiales de víctimas. José González Gutiérrez, Ricardo San Martín Fuentealba, Óscar Vivanco Castro y Ricardo de la Jara Frez desaparecieron entre septiembre y octubre de 1973 y fueron sepultados clandestinamente en el Patio 29 del Cementerio General. Aunque no tenían militancia política, el SML los reconoció entre 2017 y 2024 mediante pruebas de ADN. Sus casos no fueron denunciados formalmente a las comisiones Rettig o Valech; sin embargo, la Subsecretaría de Derechos Humanos indicó que podrían ser incorporados a la nómina oficial de víctimas a través de un nuevo mecanismo del Plan Nacional de Búsqueda, previsto para entrar en funcionamiento en el último trimestre de 2025.
La información se da a conocer en paralelo al caso de Bernarda Vera, quien habría sido encontrada en Argentina, aunque figuraba como víctima de desaparición forzada en el Informe Rettig. El Gobierno destacó esta semana que el hallazgo de la profesora y militante del MIR fue posible gracias al trabajo del Plan Nacional de Búsqueda, Verdad y Justicia. Vera, alias “Anita”, desapareció en octubre de 1973 tras ser detenida a los 27 años. Sin embargo, un reportaje emitido por Chilevisión reveló la existencia de una mujer en Argentina que sería ella.