
Mujer Andina Wines: elaborando vino chileno con alma femenina y arraigo territorial
Mujer Andina Wines nació como un homenaje a las mujeres del sur de América: fuertes, resilientes, sabias y profundamente conectadas con la naturaleza. La marca también rinde tributo a la Cordillera de los Andes, que inspira su filosofía con su altura, carácter, pureza.
En el corazón del Valle del Maipo, junto a la Cordillera de Los Andes y las tierras fértiles de Champa, existe un proyecto vitivinícola único, nacido de la convicción, sensibilidad y la perseverancia. Se trata de Mujer Andina Wines, una viña boutique que no solo elabora vinos de autor y espumantes con carácter, sino que también encarna una profunda declaración de identidad de la de la mujer sudamericana conectada con la tierra y el origen.
Y si bien por años, el mundo del vino ha estado marcado por hombres, Andrea Jure Duarte, fundadora y alma creativa detrás del proyecto Mujer Andina Wines, están transformando ese relato desde dentro. No solo ha sido reconocida como enóloga, sino también como una de las mujeres más influyentes en el rubro en el país. Y ese reconocimiento se deba a una trayectoria construida con trabajo y visión.
La enóloga chilena con más de dos décadas de experiencia nacional e internacional es ingeniera agrónoma de la Pontificia Universidad Católica de Chile y ha trabajado en diversas regiones del mundo, incluyendo vendimias en Francia, Estados Unidos y México. En 2012, luego de años dedicada a asesorar a grandes viñas, decidió dar un giro y fundar su propio proyecto, donde pudiera volcar su visión sin concesiones.

Andrea Jure. Crédito: Mujer Andina Wines
Graduada en 1995, una generación que califica como “dorada” por el nivel de sus egresados, Andrea recuerda con claridad que eran solo cinco mujeres. “Hoy, casi todos mis compañeros hombres están en cargos ejecutivos en grandes viñas como Concha y Toro, Undurraga, Emiliana o Cono Sur. En cambio, Elba Hormazábal, que trabaja en Almaviva, y yo somos las únicas que seguimos ligadas al vino desde Chile. Ella desde una gran empresa y yo, desde mi emprendimiento”.
Por eso desde su origen, su apuesta ha buscado destacar el rol de la mujer en la vitivinicultura, un rubro que por décadas ha sido liderado por hombres. “Ha sido complejo. Antes no lo veía igual que hoy. Salí de la universidad en un rubro muy masculino, y además no tenía campo ni venía de familia agricultora”, recuerda.
“El vino para mí es también una forma de arte”, dice Andrea. No por nada cada etiqueta de Mujer Andina está pensada como una obra visual y emocional. “Mis vinos son creativos, innovadores, disruptivos. No solo por la estética, sino porque cada uno cuenta una historia. Por ejemplo, ‘El Infaltable’, nuestro vino más icónico, representa ese compañero que nunca puede faltar en la mesa. Ha sido un éxito, en parte, gracias a su diseño, pero sobre todo por lo que transmite”.

Crédito: Mujer Andina Wines
Una viña de autor y de familia
Andrea viene de una familia con diversas influencias: su parte paterna tiene raíces sirias; por el lado materno, sus abuelos eran de Santa Cruz y Chépica, donde se producía chicha y se cultivaba uva. “Pero no éramos agricultores. Y aún así me abrí camino en este mundo, trabajando en todas las áreas del vino que se puedan imaginar”.
No fue hasta el nacimiento de su tercera hija, Victoria, que decidió dar el salto definitivo y dedicarse por completo a su proyecto. “Quería mostrarle a mis hijos que todo es posible, que puedes estar presente como madre sin abandonar tus sueños”.
Hoy siente que el mundo está cambiando, y quiere demostrarlo también para sus hijos. “Lo hago también por ellas. Porque cuando veo hacia atrás, cómo era yo a los 15, a los 18, a los 20, cuando empecé a trabajar, por supuesto que hoy haría muchas cosas de manera más valiente y diferente”.

Crédito: Mujer Andina Wines
Porque lejos de las grandes bodegas, Mujer Andina Wines es un proyecto familiar y de escala humana. En el viñedo jardín de Champa, Andrea cultiva cepas como Syrah, Carménère, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Pinot Noir y Chardonnay, todas trabajadas bajo prácticas orgánicas y con un respeto profundo por el entorno.
Cada botella es reflejo de su mirada, de su experiencia, pero también de sus raíces. “El vino es un relato líquido”, dice Andrea. “Y este proyecto cuenta mi historia, la de muchas mujeres que hemos cultivado sueños entre vendimias”.
Además del trabajo local, Andrea selecciona uvas de otros valles emblemáticos y viaja por los diversos terroirs de Chile, desde el sur en Nueva Imperial (Cautín, Región de La Araucanía), con un Pinot Noir austral, hasta el norte en Cachapoal, Itata, Bío Bío y por supuesto el Valle del Maipo, donde nacen otros de sus vinos más premiados. “Queremos mostrar que Chile es más que un solo valle. Somos una franja angosta y diversa, con climas y suelos únicos. Cada vino nuestro quiere hablar del territorio que lo vio nacer”.
Una marca que se expande
Contar con su propia viña no solo ha sido una forma de crecimiento personal y colaboración creativa. Y es que Jure ha construido redes con sectores tan diversos como la moda, la educación, el arte y la tecnología. “Siempre estoy haciendo co-branding y colaboraciones con distintas empresas. Porque queremos una marca con un alcance profundo, sostenible, fuerte. Y siempre he pensado que Mujer Andina puede transformarse en una plataforma para muchas mujeres que quieran vender, comercializar, hacer cosas por el otro y donde haya colaboración”, explica.

Crédito: Mujer Andina Wines
Uno de los hitos más destacados del proyecto llegó en 2021 con el lanzamiento de “Livianita de Sangre Brut Zero”, el primer espumante chileno edulcorado naturalmente con stevia, libre de gluten y apto para veganos. Esta innovación, desarrollada con apoyo del fondo “Súmate a Innovar” de Corfo fue pionera en combinar salud, sustentabilidad y sofisticación enológica.
“Queríamos crear un espumante natural, elegante y consciente. Livianita no solo es ligera en calorías, sino también en huella ecológica”, explica Jure. El producto ha sido especialmente valorado por personas con diabetes, celiaquía o que simplemente buscan un consumo más equilibrado.
El enfoque ha dado frutos. En los últimos años, Mujer Andina ha recibido importantes distinciones. Fue nombrada mejor viña emergente en enoturismo en los primeros años del concurso nacional, y varios de sus vinos han sido destacados en guías internacionales:
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Gran Levita, como mejor vino 2024 en la guía del Master of Wine Alistair Cooper.
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Kelüna, su rosé del Maipo, premiado como mejor rosado 2023 por el mismo crítico.
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Y Gran Levita vintage 2019 fue reconocida como vino revelación 2025 por la guía Descorchados.

Crédito: Mujer Andina Wines
Hoy, Mujer Andina se abre paso en Estados Unidos, con presencia en Nueva York y Florida, y mira con entusiasmo su entrada a Brasil. “Queremos seguir creciendo y llegar a más mercados. Pero siempre sin perder el alma del proyecto”, enfatiza Andrea.
“Tenemos como meta este año llegar al mercado brasileño y ampliar el mercado en Estados Unidos. A mediano plazo, queremos fortalecer el enoturismo y crear experiencias cada vez más interesantes en el mundo de los espumantes en Chile”, adelanta Jure.
Además, se vienen novedades: un Field Blend de cepas inéditas para espumantes, el lanzamiento de botellas Magnum y una edición especial del espumante Levita en formato 375 ml. “Es un proyecto que no se detiene. Es vino, sí, pero es también una forma de expresión, de conexión y de empuje para otras mujeres. Eso es lo que más me motiva”, concluye.
Armando comunidad en torno al vino
El enfoque disruptivo y sensible de Mujer Andina Wines no ha pasado desapercibido. Andrea Jure ha sido reconocida por Corfo Metropolitano en el Día Internacional de la Mujer (2019) y en 2022 recibió el premio “Mujer Power del Año”, entregado por las Seremis de Economía, Trabajo y Mujer y Equidad de Género, por su liderazgo como empresaria e innovadora.
Sus vinos y espumantes han participado en ferias internacionales, han recibido buenas críticas en medios especializados, y forman parte del Movimiento de Viñateros Independientes (MoVi), además de estar certificados por Women Owned International, destacando su identidad como proyecto liderado por una mujer.
La viña también se ha abierto al turismo de experiencias. En su sala de ventas en Champa, a solo 40 minutos de Santiago, Andrea recibe a visitantes con degustaciones, recorridos guiados y relatos que van más allá del vino. “Queremos que las personas conecten con la historia detrás de cada etiqueta. Aquí no solo se cata, se conversa, se aprende”, comenta.
La propuesta de enoturismo ha crecido gracias al boca a boca y a un público cada vez más interesado en experiencias íntimas, sostenibles y auténticas.

Crédito: Mujer Andina Wines
Más allá de los premios, para Andrea Jure lo más importante ha sido mantenerse fiel a sus principios. “Quería demostrar que es posible hacer las cosas con autenticidad, con arte, con propósito. Y que se puede ser mamá, empresaria, enóloga y creadora. A veces sola, a veces con ayuda, pero siempre con fe”.
“Me siento súper orgullosa, súper agradecida de la vida. Y con los años y la experiencia, una se da cuenta que verdaderamente ha ido sembrando una pequeña semilla que ha hecho que otras mujeres me tomen como referente”, dice Jure. Y no es algo casual, se lo dicen desde emprendedoras que la han encontrado en ferias de vino para agradecerle por inspirarlas, hasta mujeres que han retomado proyectos familiares como plantar una viña o hacer vino porque la vieron a ella hacerlo primero.
“Me han dicho ‘si no hubiese sido porque vi tu Instagram, hoy día no habría vuelto a cultivar la viña de mi abuelo’. Y eso me emociona hasta las lágrimas, porque ahí siento que todo el trabajo, los sacrificios, las horas sin dormir, valen la pena. Porque lo que uno crea también es válido para otros”, asegura.