
Sustentabilidad y valor agregado: la uva orgánica chilena consolida su posición en mercados exigente
En un contexto global cada vez más exigente en términos ambientales y sociales, la sustentabilidad ha dejado de ser un valor simbólico para transformarse en un atributo estratégico de competitividad. Hoy, los consumidores internacionales no solo buscan productos inocuos y de calidad, sino también alimentos cuya producción cuide los ecosistemas, respete a las personas y se adapte a los desafíos del cambio climático. Desde el Ministerio de Agricultura hemos asumido ese desafío como una oportunidad para Chile.
La agricultura orgánica es una expresión concreta de este paradigma. Gracias a prácticas que promueven la salud del suelo, la biodiversidad y la trazabilidad, este sistema productivo ha ganado terreno en los mercados internacionales. Un ejemplo emblemático es el desempeño reciente de la uva fresca chilena en Estados Unidos: durante 2024, alcanzó 332 mil toneladas exportadas, con un crecimiento del 25% en volumen y del 98% en valor respecto al año anterior. Se estima que entre un 5% y 10% de estas exportaciones corresponden a producción orgánica, lo que demuestra que hay un nicho dinámico y creciente, que retribuye los esfuerzos en sustentabilidad con mejores precios.
Este impulso no es casual. La implementación del “Systems Approach” entre Chile y Estados Unidos ha sido clave para facilitar el comercio de uva orgánica, evitando la fumigación obligatoria sin poner en riesgo la sanidad vegetal. En la temporada 2024-2025 se espera exportar más de 56 mil toneladas bajo este sistema, favoreciendo a productores de Atacama, Coquimbo y Valparaíso. Son avances técnicos que permiten resguardar el atributo orgánico y generar mayor valor.
Asimismo, el Ministerio de Agricultura, a través del SAG, ha retomado las negociaciones para lograr un acuerdo de equivalencia normativa con Estados Unidos en producción orgánica, lo que podría eliminar la doble certificación para frutas, hortalizas, carnes y alimentos procesados. Esto no solo reduciría costos, sino que abre aún más el camino para que la sustentabilidad se transforme en una ventaja comercial para nuestros productores.
Detrás de estos logros hay un enfoque claro: promover una agricultura más resiliente, que se adapte mejor a los desafíos del presente y futuro, que responda a consumidores informados y exigentes, y que permita a nuestros productores obtener mejores retornos por su esfuerzo. La experiencia de la uva orgánica chilena lo demuestra: sustentabilidad, rentabilidad y competitividad pueden ir de la mano cuando hay políticas públicas que acompañan, innovación técnica y compromiso productivo con mejores prácticas.
Desde Odepa seguiremos trabajando para que este camino no sea la excepción, sino la base del desarrollo agroalimentario del país.
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