
Senador Bianchi y caso Harex: “Había una red de explotación sexual de menores” en la iglesia
El parlamentario, así como el abogado de la familia del joven Ricardo Harex, desaparecido en 2001 en Punta Arenas, intentan evitar por todos los medios que se cierre el caso, apelando a nuevas evidencias y a la posible participación de agentes del Estado.
En octubre de 2001 el actual senador independiente por Magallanes Karim Bianchi estaba terminando sus estudios en el liceo Salesiano San José, uno de los colegios más tradicionales de Punta Arenas. Conocía al joven Ricardo Harex, que estudiaba en el mismo establecimiento y por supuesto también a su director, el sacerdote salesiano Rimsky Rojas, alguien fundamental en una trama más que compleja, que ha dejado varios muertos en el camino (incluyendo al religioso), un joven desaparecido hasta hoy en día y la sospecha de que hubo religiosos y agentes del Estado implicados en el hecho.
Recién en 2022 la entonces ministra en visita que sustanciaba el caso, Marta Pinto, sometió a proceso a cuatro oficiales de Carabineros (partiendo por un general) y a tres sacerdotes (encabezados por un obispo), acusados de encubrir a los reales autores de la desaparición del joven Harex.
Sin embargo, tanto la Corte de Apelaciones de Punta Arenas como la Suprema dejaron sin efecto los procesamientos y el caso volvió a fojas cero, pues además la ministra Pinto -que todos los actores coinciden en señalar como una jueza que indagó con celo y dedicación el caso- se jubiló y el expediente quedó en manos de la ministra Inés Recart, quien la semana antepasada cerró el sumario, asegurando que no hay evidencias que apunten a una desaparición forzosa ni, menos, a que esté configurado el delito de sustracción de menores.
Ante ello, Bianchi espera que el ministro de justicia, Jaime Gajardo, le responda acerca de una petición que él efectuó a su antecesor, Luis Cordero, en orden a incluir el caso Harex en el plan nacional de búsqueda, pero además estudia la posibilidad de presentar un proyecto de ley que declare como imprescriptibles los casos de personas desaparecidas en democracia, en cuyos casos existe presunción de la participación de agentes del Estado, como sucede en este y al menos otros cuatro hechos ocurridos en los últimos 25 años.
Por su parte, el abogado de la familia, Pedro Díaz Belmar, indicó que luego de que la ministra le denegara la apelación que presentó al cierre del sumario, esta debería ser finalmente resuelta por la Corte de Apelaciones de Puerto Montt dado que -indica- todos los ministros de Punta Arenas deberían recusarse, por haber fallado antes respecto del caso, en distintas instancias.
Ante ello, hizo un llamado al tribunal portomonttino en orden a “que resuelva en derecho conociendo todos los antecedentes de esta causa, de qué se trata y las diligencias pendientes”, agregando que no solo espera que se vuelva a abrir la causa, sino que se cambie a la ministra Recart, aseverando que hay diligencias clave que se han pedido y que no han sido concedidas.
Ante ello, asegura que “derechamente podemos llegar hoy día a saber lo que pasó con Ricardo y no podemos dejar de hacer diligencias que están pendientes”.
Un cura singular
Bianchi no puede esconder su indignación ante la decisión judicial de un caso que conoce muy bien, por lo cual presidió -en 2018- una comisión investigadora del mismo, que se formó en la cámara de diputados.
Uno de los hechos que asevera que nunca se indagó bien es lo relacionado con la muerte de Rojas, quien se ahorcó en el interior de una casa de reposo en Macul, en 2011. Según detalla, la policía no revisó el dormitorio del sacerdote, quien se suicidó en otro lado de la vivienda, ni se incautaron cartas que desaparecieron, ni sus dos notebooks, ni tampoco los varios teléfonos celulares que había allí, aunque los computadores fueron entregados días más tarde por el hermano de Rojas, también sacerdote.
Menos, argumenta, se indagó judicialmente la posibilidad de un suicidio asistido, dado que Rojas estaba en una silla de ruedas, pero la forma en que se quitó la vida implicaba un gran esfuerzo físico.
Cabe indicar que en los años ‘80, cuando estaba recién ordenado, Rojas fue destinado al Colegio Salesiano de Valdivia, donde hubo una serie de denuncias por pedofilia en contra del sacedorte, lo que varias personas aseveran -en una querella presentada por el abogado Marcelo Vargas- que fue puesto en conocimiento del entonces Provincial de los Salesianos en Chile, Ricardo Ezzati, y del rector del colegio, Alfonso Horn, quienes hasta hoy en día niegan haber sabido algo al respecto. Además, era frecuente que las calles fueran rayadas con mensajes como “Rimsky maricón”, los que eran rápidamente borrados, como consta en la querella.
Luego de las denuncias, Rimsky Rojas fue trasladado a África, donde contrajo malaria, lo que le generó una serie de complicaciones médicas que derivaron en su posterior falta de movilidad. Tras casi tres años allá regresó a Chile y terminó siendo nombrado rector del Liceo San José de Punta Arenas, donde se convirtió en alguien muy influyente y con conductas poco usuales.
—Cuando yo estudié ahí ni siquiera sabía lo que era la pedofilia, pero sabía que había alumnos preferidos de él, y que había alumnos a los que se le compraban cosas, y que no se podía hablar en su contra delante de ellos, porque el cura lo sabía —relata Bianchi, quien recuerda que todos los fines de semana Rojas salía en un vehículo blanco de noche, a dar vueltas por las calles céntricas de Punta Arenas, buscando alumnos que anduvieran en estado de ebriedad, supuestamente para llevarlos a sus casas.
El parlamentario explica que era un perímetro pequeño, donde se encontraban una estación de servicios y dos discotecas y que “el cura rondaba por ahí, veía a los que andaban borrachitos, y los llevaba”.
—¿Usted vio al cura en eso, alguna noche?
—Sí, el cura me presionó hasta a llevarme, y nosotros como que nos fondeamos de él.
Según detalla, quizá lo más perturbador de todo es que desde el inicio Rojas fue un activo partícipe en las búsquedas de Harex, al punto que incluso parecía dirigir a la policía y aquí es donde se relacionan esos dos elementos: la policía y el sacerdote.
Desaparición
El 19 de octubre de 2001 Ricardo Harex estuvo en la fiesta de cumpleaños de un compañero, la que se celebró en un quincho arrendado para tal efecto en la calle Caupolicán, a dos cuadras de las Costanera, en el barrio croata. Cerca de las 3 de la madrugada el joven se retiraba, cuando dentro del quincho se dieron cuenta de que había balizas de Carabineros afuera.
Ante ello, optó por esperar que los uniformados se fueran y cuando pensó que ya no estaban, emprendió el camino de regreso a su casa, pero antes pasó por la estación de servicio Tigermarket, donde compró un completo y una bebida, como declararon los dependientes.
El domingo 21 de octubre, los trabajadores de ese local recibieron una visita inesperada. Según la declaración de Richard Maldonado, otro empleado le relató que ese día “quedó la cagada” porque “llegó el cura Rimsky descompensado, abrió la puerta del local y me señaló que quería ver el registro de las cámaras de seguridad, por lo que tomé contacto con el administrador, el cual llegó al poco rato, teniendo una conversación a puertas cerradas en su oficina retirándose Rimsky del local luego de un buen rato, y el administrador también se fue sin hacerme ningún tipo de comentarios”.
Sea lo que sea que sucedió allí, hasta hace poco el último punto donde Harex fue visto era justamente dicha estación de servicios.
No obstante, entre las diligencias que están pendientes, señala el abogado Díaz, se encuentran las relacionadas con dos testigos que aseveran haberlo visto más tarde a varias cuadras de allí, en calle Club Hípico, cerca de su casa, lo cual indica que podría abrir una línea nueva de investigación.
Los agentes del Estado
Uno de los testigos asegura que se él lo dijo hace años a uno de los carabineros que investigaba el caso quien, sin embargo, no dejó constancia de ello. Asimismo, Carabineros negó siempre que haya habido algún procedimiento policial en las cercanías del quincho, pero hay varios testimonios que indican que llegó una patrulla al lugar, por una denuncia por ruidos molestos, y que incluso controlaron a varios jóvenes que se encontraban en la calle.
Lo más sorprendente es el testimonio que años más tarde presentó ante la ministra Pinto un exsuboficial de Carabineros, Arturo Valdivieso Núñez (ya fallecido), quien señaló que la noche de los hechos, a eso de las 23.30, vio un auto mal estacionado en el sector de Playa Norte, a unas dos cuadras del quincho.
—Me llamó la atención, me bajé y le llamé la atención al conductor, que era un hombre de civil. Le dije que se retirara porque estaba mal estacionado y que si seguía allí le cursaría una infracción. Él me contestó algo así como ‘cuidado que yo soy el director del liceo San José’, entonces yo le manifesté en un tono más calmado que de todas maneras se retirara de allí porque estaba mal estacionado y él se fue —explicó a la jueza.
“No podemos meternos con la iglesia”
La mención que el carabinero hizo respecto del “tono más calmado” que adoptó, al enterarse de que el hombre que acechaba la fiesta en el quincho era Rimsky Rojas, se entiende por el carácter de autoridad de facto que el sacerdote tenía en la ciudad, como lo explicó en 2018 ante la comisión investigadora Juan Orrego, excompañero de Harex, quien también señaló haber visto visto varias a Rimsky Rojas afuera de fiestas o discos, aseverando que este se jactaba “de que le había dado órdenes a Carabineros de que si encontraban a algún alumno del colegio en estado de ebriedad o cometiendo algún delito o infracción, por llamarlo así, en vez de llevarlo a la casa de sus papás o al retén, lo llevaran a su presencia, para que él los castigara”.
A su vez, el excarabinero Manuel Guzmán Hernández declaró ante la primera ministra en visita que al preguntarle a uno de sus excompañeros de la Comisión Civil de Punta Arenas por qué los habían sacado de la investigación y trasladado a otras partes, el aludido (Jorge Peña Aliaga) le dijo que al entregarle un informe al subprefecto de los servicios, Héctor Peña Monsalve, el oficial le dijo “hasta aquí llegamos con la investigación, porque no podemos meternos con la iglesia, porque es un poder y nadie nos va a creer”.
A ese respecto, Bianchi es categórico: “Cuando estábamos en la comisión conversé con muchas personas, se me acercó mucha gente y lo que logré evidenciar es que en el periodo del obispo Tomás González en Magallanes había una red de explotación sexual de menores potente. ¿Y por qué se lo digo? porque yo conversé con muchos jóvenes que participaron de aquello, que hoy día algunos son profesionales, casados y con familia, pero que me dijeron ‘mire, yo fui violado por el cura Rimsky, fui violado por Tomás González, por el obispo, pero tengo familia, yo no voy a hablar”, asevera, agregando que se trata de al menos una docena de víctimas en dichas condiciones “que mencionan explícitamente a Tomás González y Rimsky Rojas”.
Ante la comisión parlamentaria que investigó los hechos, el excarabinero Raúl Herrera Cifuentes explicó que a la casa del obispo González “le ingresaban niños menores de edad a las 3, 4 de la mañana, y no me pueden decir que no, porque yo lo vi”, aseverando que “un grupo de jóvenes cuyas edades no fluctuaban más allá de los 22 y 25 años, que eran parte de la congregación salesiana, que protegía a niños en situación de calle… esos mismos jóvenes ingresaban con niños a las 3 o 4 de la mañana a la casa del obispo. Entonces, aquí se teje otra arista”.
Otro excarabinero, Patricio Poblete Vera, dijo a la jueza especial que ellos sabían de los antecedentes pedófilos de Rojas, por los casos de Valdivia, por lo cual fueron al colegio a entrevistar a algunos alumnos, pero el sacerdote les negó el acceso. Ante ello, le preguntó a Rojas qué pensaba que había sucedido y este le respondió que “una de dos: o se fue con un amigo o anda mariconeando por ahí”. El policía le hizo presente lo inadecuado del comentario, lo que generó la molestia del religioso. Al otro día, Poblete era notificado de que salía de la Comisión Civil y de la investigación, por orden del jefe de zona de Carabineros.
Entre los testimonios que recogió la ministra Pinto se encuentra la del actual subdirector de Carabineros, el general Eduardo Monrás, quien estuvo destinado en 1996 a Punta Arenas, donde escuchó acerca del sacerdote. En 1999 Monrás fue trasladado a Punta Arenas y relató que estando allá “recibió un llamado telefónico de este sacerdote para saludar y preguntarle por qué no había puesto a su hijo en su colegio”. Frente a ello “le dio una respuesta vaga, que querían un colegio mixto, cuando la realidad era que no querían con su esposa a los Salesianos por los rumores relacionados con el cura”.
Los detenidos desaparecidos en democracia
En términos públicos se conocen al menos cinco casos de personas desaparecidas en democracia, en los cuales se presume o derechamente se sabe que hubo participación de agentes del Estado, y cuyos cuerpos nunca han sido hallados. Además del caso Harex, se trata de los siguientes:
–Hugo Arispe, de 53 años, quien fue detenido por Carabineros el 10 enero de 2001 en Arica, por estar en estado de ebriedad. Tras ello fue enviado a la cárcel de Acha, donde se perdió su rastro el 14 de enero, luego de ser golpeado por cuatro gendarmes. Hasta hoy en día se desconoce su paradero.
–José Huenante, de 16 años, fue detenido el 3 de septiembre de 2005 por personal de la V Comisaría de Carabineros de Puerto Montt. En este caso, tres carabineros fueron procesados por la Fiscalía Militar por falsificación de instrumento de uso público, pero dos fueron absueltos y un tercero condenado a 541 días. El cuerpo no se ha encontrado.
–José Vergara Espinoza, de 23 años, era un joven esquizofrénico de Alto Hospicio. El 13 de septiembre de 2015, en medio de una descompensación, que incluyó agresiones de su parte, su familia pidió ayuda a Carabineros. Una patrulla de la Tercera Comisaría de Alto Hospicio se lo llevó en lo que se conoce como “Un dos corto” (llevarse a alguien detenido para liberarlo a cierta distancia, sin dejar constancia de ello) y nunca más se supo de él.
Cuatro Carabineros fueron condenados a cuatro años por detención ilegal. El cuerpo nunca ha sido hallado y la familia recurrió a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
–Geraldo Monares, de 55 años, también padecía de esquizofrenia y desapareció el 28 de octubre de 2019 en Hualpén, cuando salió de su casa en horario de toque de queda, en medio del estallido social, y fue detenido por personal de la Cuarta Comisaría de Carabineros, según varios testigos, aunque Carabineros niega haberlo hecho. Hasta hoy sigue desaparecido.
Lea el informe de la Comisión Especial Investigadora del caso Harex