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Las nuevas características de los secuestros extorsivos en Chile Investigación Imágenes de personas secuestradas halladas en teléfono de miembro del TDA

Las nuevas características de los secuestros extorsivos en Chile

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Carlos Basso Prieto
Por : Carlos Basso Prieto Unidad de Investigación de El Mostrador.
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Víctimas chilenas, montos de rescates a la baja y una actividad criminal cíclica marcan el actuar de bandas dedicadas a esta modalidad delictiva que explotó en 2022, pero que parece haber detenido su alza en Santiago, a contar del segundo semestre de 2025.


Con el secuestro extorsivo como un delito ya asentado en la realidad criminal chilena, los fiscales y policías que investigan estos casos tienen ya bosquejadas una serie de características que permiten entender cómo opera este negocio, que pese a que siempre ha existido en el mundo narco chileno, no era masivamente conocido ni, mucho menos denunciado, pues por lo general el secuestrado o sus familias pagaban y callaban, ad hoc a los códigos delincuenciales “antiguos” chilenos, que mandaban que este tipo de situaciones se arreglaban sin la intervención de la policía.

No obstante, la llegada del Tren de Aragua y de otros grupos (algunos derivados de este) cambió por completo esa y otras realidades. Según un estudio dado a conocer en 2024 por la Fiscalía Nacional, en 2014 las denuncias por secuestros eran 360 a nivel nacional, y estas incluían todas las tipologías de secuestro: sustracción de menores, secuestros vinculados a disputas familiares, secuestros como cobro de deudas, con fines de abuso sexual o violación y secuestro extorsivo, entre otros.

En 2019 los casos subieron a 564 y bajaron en los dos años siguientes (lo que podría obedecer a la pandemia), pero se dispararon a partir de 2022, cuando hubo 826 casos. En 2023 fueron 850 y en 2024, 868. De estos delitos, la mayor cantidad pertenece a secuestros en los cuales “no hay antecedentes para definir motivación” (21.9% el año pasado), aunque fuentes policiales admiten que muchos de estos casos pueden obedecer a secuestros fallidos en los cuales no se llegó a cobrar rescate.

Le siguen en cantidad los secuestros extorsivos (21.1%) y los vinculados a disputas familiares (17.9%), así como los cometidos “en el curso de otras actividades delictivas” (9.8%), como sucede en muchos casos en que miembros de una banda son privados de libertad por su propio grupo, acusados de haberse quedado con dinero o drogas, tras lo cual son generalmente ejecutados.

Una cifra que da cuenta de la cantidad de denuncias por secuestro es el hecho que desde que comenzó a operar el Equipo Contra el Crimen Organizado y Homicidios (ECOH) de la fiscalía, en la Región Metropolitana (que en noviembre pasado cumplió dos años), ha investigado cerca de 700 casos, el 20% de los cuales son secuestros; es decir, cerca de 140.

Un motivo de optimismo dentro del Ministerio Público es que durante 2025 la cantidad de denuncias por secuestro a nivel nacional bajó respecto del mismo periodo de los años anterior, de acuerdo con el Informe Nacional del Crimen Organizado presentado en agosto por la Fiscalía Nacional, que indica que el primer semestre de 2022 hubo 412 casos, los que subieron a 440 en 2023 y a 479 en 2024, pero descendieron a 341 durante el periodo enero-junio de 2025.

Cantidad de secuestros por año según el Ministerio Público:

Un delito nacional

Diez años atrás el secuestro vinculado al crimen organizado era un delito que se concentraba especialmente en la zona centro del país: el gran Santiago, sobre todo en las comunas ubicadas al sur, así como en la Región de Valparaíso, con varios casos en las regiones del norte, especialmente Arica, Iquique y Antofagasta. 

Hoy, sin embargo, es un negocio criminal totalmente nacional, pues existen denuncias por secuestros extorsivos en todas las regiones, salvo en la de Magallanes, y si bien durante la explosión de secuestros que se vivió sobre todo en las regiones del norte entre 2021 y 2022 las víctimas eran por lo general extranjeros, en los últimos años eso ha mutado. 

En efecto, existe una serie de casos, algunos de mucha connotación pública, que así lo evidencian, como el secuestro de un empresario de Rancagua, el caso del exalcalde de Macul o el de un empresario de Quilicura, ambos secuestrados este año, y no son los únicos casos.

Cifra negra

En off, los investigadores reconocen que existe una cifra negra de secuestros que puede ser importante, lo que se sabe por medio de informantes y especialmente gracias a la información que se extrae de los equipos telefónicos de los imputados. 

Dado que muchos de los secuestros son digitados desde países como Colombia o Perú, desde donde los líderes dan las instrucciones por mensajería o por videoconferencia, los secuestradores deben enviar fotos y videos de las víctimas, para probar que cumplieron su misión y, del mismo modo, hacen lo mismo con los familiares de las víctimas, a quienes no es extraño que envíen imágenes de sus seres queridos mientras son torturados o cercenados, o al menos amenazados de ello.

No es extraño que en muchos teléfonos se encuentren numerosas imágenes de este tipo, de víctimas que a veces ni siquiera es factible que sean identificadas y respecto de las cuales tampoco hay antecedentes ni siquiera en orden a si fueron secuestradas en territorio nacional o en otros países. Un ejemplo de ello fue el celular de Hernán Landaeta Garlotti, el sicario del TDA de Iquique, en cuyo teléfono se encontraron numerosas fotos de personas secuestradas que nunca fueron individualizadas.

En Arica, en tanto, pese a que ya se han encontrado los cuerpos de cuatro víctimas enterradas por “Los Gallegos” en el cerro Chuño se cree que hay varias otras personas que fueron secuestradas por la banda

De todos modos, explica un investigador “esa cifra negra en caso alguno alcanza el total de los secuestros denunciados”.

Un delito cíclico

Casi todos los integrantes de las tres principales organizaciones dedicadas al secuestro en la Región Metropolitana (y también O’Higgins) se encuentran tras las rejas actualmente: se trata de “Los piratas de Aragua”, “Los mapaches” y “La hermandad”, todas derivadas del Tren de Aragua. Hay otras organizaciones criminales extranjeras que también cometen secuestros, como “Los Pulpos” peruanos o algunas agrupaciones colombianas y chinas, pero los principales blancos en todas las investigaciones son siempre integrantes del Tren de Aragua o de facciones de este como “Los Gallegos”, en el norte, o “Los hermanos Cartier”, cuya base de operaciones es Puerto Montt, aunque también actúan en Santiago.

Cada vez que caen detenidos miembros de algunos de estos grupos, dicen los policías y los fiscales, pasan varias semanas sin secuestros, pero no tardan en reagruparse, generalmente formando nuevas organizaciones a partir de los miembros de las anteriores que no han sido detenidos. 

Las últimas detenciones importantes se produjeron en octubre, cuando cayeron varios sujetos provenientes de Los Mapaches, los Hermanos Cartier y los Piratas, que habían participado en varios secuestros. Desde ese mes que no ha habido más denuncias en la Región Metropolitana, pero en la fiscalía ECOH lo toman con calma, pues dicen que si bien es más tiempo del que pasa habitualmente, no creen que sea un fenómeno que vaya a desaparecer tan fácilmente. 

Al respecto, el jefe de la fiscalía ECOH metropolitana, Alex Cortez, señala que “cada vez que se realiza un procedimiento importante, disminuye la cantidad de secuestros realizados por la organización criminal del Tren de Aragua”, agregando que esta ha sido una constante desde 2023 a la fecha.

En el caso de 2024, detalla que la mayoría de los secuestros fueron cometidos por “Los Mapaches”, quienes “ya desde finales del año 2024 hasta por lo menos agosto del 2025 participaron en un número muy importante de delitos. Durante este periodo de tiempo, vinculados a estas organizaciones criminales, por lo menos han detenido alrededor de 110 personas relacionadas directamente con los secuestros, vinculadas directamente con el Tren de Aragua”, señala. 

Un negocio más difícil

Sin embargo, sí hay algunas señales alentadoras en ese sentido, y es que mientras dos o tres años atrás los rescates que se pedían eran cifras que muchas veces superaban los 100 millones de pesos o más, los rescates que aceptan los remanentes de estos grupos son cada vez más bajos, llegando incluso a 500 mil pesos y ello, a juicio de los investigadores, puede significar un desincentivo importante en términos del costo beneficio: “orquestar un secuestro implica pagarle a mucha gente, para que secuestre, para que cuide. Implica tener uno o más lugares aislados donde tener a la víctima, más de un vehículo, armamento, etc.

Las detenciones, dice el fiscal Cortez, “han generado un efecto, que es que desde agosto del 2025 a la fecha, la disminución de los secuestros ha sido evidente, ha sido muy notoria, llegando a casi cero secuestros vinculados a esta organización criminal, y creemos que esto también es fruto y producto del trabajo que se ha realizado tanto por el Ministerio Público, por la Fiscalía ECO, como por las policías, tanto BIPE de la PDI como del OS-9 de Carabineros de Chile, que finalmente se han logrado desarticular de manera importante a estas organizaciones criminales”. 

En todo ello, indica, un aspecto clave han sido las detenciones internacionales de los líderes del TDA, en su mayoría en Colombia, agregando que hay varias extradiciones pendientes desde ese país, relativas a jefes de la banda, “y creo que todo eso en conjunto ha servido para debilitar a esta organización criminal”.



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