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La Haya y el fracaso de la tesis de las cuerdas separadas con Perú Opinión

La Haya y el fracaso de la tesis de las cuerdas separadas con Perú

Gabriel Gaspar
Por : Gabriel Gaspar Cientista político, exembajador de Chile en Cuba y ex subsecretario de Defensa
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El cambio de administración en Chile implicó un cambio de política: pasamos del enfriamiento al abuenamiento, y nuestras autoridades dijeron que había que “dejar en La Haya lo que es de La Haya”, fuimos a brindar a Lima y condecoramos al presidente que nos demandó. De paso, enfriamos la agenda de los 13 puntos con Bolivia, y destruimos las confianzas que laboriosamente se habían construido desde tiempos del Presidente Lagos. ¿Por qué? En su momento se verán las responsabilidades.


En una visión inmediatista, los problemas entre Perú y Chile provendrían del juicio ante el Tribunal de La Haya. Desgraciadamente no es así, dicho proceso es la expresión de un fenómeno mayor: el irredentismo de amplios sectores de las elites peruanas.

En el imaginario irredente limeño se recela del “militarismo chileno”, se señala que Chile posee unas poderosas FF.AA. y que además, ellas se mandarían solas, autónomas del poder político. Junto a ello, el irredentismo desconoce la realidad, pretende seguir viviendo en el siglo XIX y por ello llega a pensar que incluso existirían “provincias cautivas”. En esa lógica, la misión de la diplomacia sería no cerrar nunca el tema y persistir en las demandas respecto a Chile.

Por cierto, esa conducta genera en Chile el recelo de que nunca tendremos una relación de confianza y cooperación. El irredentismo peruano haría que recurrentemente tengamos un litigio bilateral: ayer fueron las actas pendientes del Tratado del 29 y hoy el límite marítimo, mañana quién sabe.

Por lo mismo, quedarse exclusivamente en la visión de que el problema es la demanda por el límite marítimo es, a lo menos, una visión parcial. Si queremos enfrentar la relación bilateral con eficacia, debemos reconocer la realidad.

[cita]Algunos dicen que Chile y Perú vivimos el mejor momento de nuestra historia. Falso. ¿Cómo va a ser el mejor momento cuando se desconocen los tratados vigentes?, ¿cuando las autoridades militares peruanas dicen que todo chileno regresará en bolsa mortuoria?, ¿cuando con cualquier pretexto se detiene a turistas chilenos acusándolos de supuestos espionajes? Eso sí, es el mejor momento de las inversiones chilenas y peruanas en ambos países. Siendo eso positivo, deberíamos reconocer que no bastan, porque a pesar de existir buenas relaciones económicas ello no ha sido obstáculo para que se desconozcan los acuerdos vigentes.[/cita]

Algunos dicen que Chile y Perú vivimos el mejor momento de nuestra historia. Falso. ¿Cómo va a ser el mejor momento cuando se desconocen los tratados vigentes?, ¿cuando las autoridades militares peruanas dicen que todo chileno regresará en bolsa mortuoria?, ¿cuando con cualquier pretexto se detiene a turistas chilenos acusándolos de supuestos espionajes? Eso sí, es el mejor momento de las inversiones chilenas y peruanas en ambos países. Siendo eso positivo, deberíamos reconocer que no bastan, porque a pesar de existir buenas relaciones económicas ello no ha sido obstáculo para que se desconozcan los acuerdos vigentes.

Cabe preguntarse por qué la diplomacia peruana hizo efectiva en este momento su demanda. La única respuesta es que Lima temía que Bolivia y Chile construyésemos un acuerdo en torno a la llamada “Agenda de los 13 puntos”. La demanda tenía un efecto carambola: permitía cuestionar los límites vigentes con Chile y de paso, enturbiaba las conversaciones con La Paz. En la oportunidad, el propio presidente Evo Morales así lo manifestó.

En su momento, la Cancillería chilena asumió la demanda conforme nuestra tradición: el estricto apego al derecho, y dado que somos signatarios del Pacto de Bogotá, acudimos a la demanda. Pero junto a ello comprensiblemente la relación se enfrió. Nadie puede propinarle un puntapié a otro y decirle al mismo tiempo que eso no daña la relación.

El cambio de administración en Chile implicó un cambio de política: pasamos del enfriamiento al abuenamiento, y nuestras autoridades dijeron que había que “dejar en La Haya lo que es de La Haya”, fuimos a brindar a Lima y condecoramos al presidente que nos demandó. De paso, enfriamos la agenda de los 13 puntos con Bolivia, y destruimos las confianzas que laboriosamente se habían construido desde tiempos del Presidente Lagos. ¿Por qué? En su momento se verán las responsabilidades. Pero lo cierto es que el tema no es “encapsulable” ni menos la relación bilateral se puede llevar “por cuerdas paralelas” como desde un principio propuso la diplomacia peruana y que terminamos comprándonos totalmente.

¿Qué hacer?

Lo primero es asumir que estamos ante un problema serio.  Y que no es puramente jurídico, aunque tiene indudables elementos de ello. Debe ser tratado como un tema de Estado. Para ello hay que hacer funcionar a las instituciones, y estas a la fecha, no se han convocado, independientes de algunas reuniones políticas que se han efectuado en los últimos días. La mejor manera de evitar un roce, es reconocer su posibilidad y maniobrar para ello.

Si el tema de fondo es la desconfianza bilateral, hay que buscar cómo construirla. Para ello sería altamente beneficioso y amigable, que el Estado peruano proclamase, antes del fallo, que no tiene reclamaciones pendientes en contra del Estado de Chile. Nosotros lo hicimos en el Libro de la Defensa de 1997 y lo ratificamos en sus dos versiones posteriores. También sería útil que el Perú proclamase con la misma trasparencia que apoyará amistosamente los acuerdos que pudiésemos construir bolivianos y chilenos.

Si se recela de nuestro poderío militar, Chile puede reiterar un ofrecimiento ya formulado: construir con el Perú un mecanismo de confianza mutua (militar) similar al que hoy tenemos con Argentina.

En suma, La Haya es un síntoma, y para enfrentar la raíz, debemos recuperar la política, la diplomacia y la estrategia. No pensar que con buenos negocios se arregla todo, y dejar de creer que basta con tener buenos abogados. Eso ayuda, pero los Estados tienen que tener diseños políticos estratégicos. Y estos trascienden a los gobiernos de turno.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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