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Bourdieu y el campo de lo educativo en el Chile actual

Roberto Mallea
Por : Roberto Mallea Director Ejecutivo ONG Rueda Andina
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Pierre Bourdieu (1985) señala que el espacio social es un campo; quienes dominan un campo, están en posición de hacerlo funcionar en su beneficio. Bourdieu señala, además, que “existen campos económicos, sociales, culturales, políticos, religiosos”. Un campo es siempre sitio de cambios permanentes. Todo campo es un espacio social de juego potencialmente abierto, cuyos límites son fronteras dinámicas, las cuales son objeto de luchas dentro del mismo campo.

Para relacionarlo con la dinámica social de lo educativo, es necesario comprender el campo como el lugar en el cual se juegan las posiciones relativas que ocupan los distintos grupos o clases y las relaciones que entre los mismos se establecen y, al mismo tiempo, comprender las formas de conformación de la subjetividad. Por tanto, el campo está constituido por una estructura de relaciones, es una construcción histórica y social. Así, las posiciones ocupadas por los distintos agentes en los campos tienen una dimensión temporal, es decir, son el producto de luchas históricas, que a su vez se hallan inscriptas en los cuerpos y son parte constitutiva del habitat de los agentes.

Desde la perspectiva de los enfoques discursivos educativos, nos encontramos con la coexistencia de lógicas de funcionamiento ligadas a formas de entender la sociedad desde todo punto: cultural, valórico, económico, etc. Estas vivencias se han transportado y han conformado un modelo educativo inmerso en contradicciones y en visiones disímiles. Los partidos políticos, los gremios, asociaciones de toda índole, universidades, intelectuales, todos proponiendo desde su perspectiva lo que debiera ser central en educación. No obstante, todos parecen coincidir en el hecho notable y la importancia que esta construcción reviste.

El campo de lo privado preconiza que toda interferencia al mercado resulta finalmente perjudicial a la economía, incluso en el campo educativo. Esto tendría también su máxima en la lógica neoliberal: «La mala calidad de la educación es un problema estatal en cualquier tiempo y lugar» (Friedmann, 1983). Por otra parte, los defensores del campo de lo público dicen que la educación no puede ser un negocio financiado con recursos públicos. Por tanto niegan la apropiación indebida de recursos que pertenecen a todos los ciudadanos. Se propone además, una regulación activa, en lo relativo a la creación y al aseguramiento de la calidad. En este sentido, se fomenta que estos derechos deben ser resguardados mediante la Ley.

[cita] El campo de lo privado preconiza que toda interferencia al mercado resulta finalmente perjudicial a la economía, incluso en el campo educativo. Esto tendría también su máxima en la lógica neoliberal: «La mala calidad de la educación es un problema estatal en cualquier tiempo y lugar» (Friedmann, 1983). Por otra parte, los defensores del campo de lo público dicen que la educación no puede ser un negocio financiado con recursos públicos. [/cita]

Así, el campo de poder que reside en los diferentes discursos de educación da origen a un poder simbólico que invade las organizaciones escolares. A nuestro juicio, las mejoras o cambios en los procesos de aprendizaje y enseñanza que suceden en el espacio escolar sólo podrán ser efectivos y pertinentes si se ven imbuidos por una alta cuota de participación de los agentes educativos. La escuela embestida a través de los equipos de gestión, consejos escolares, consejo de profesores, asociaciones de asistentes de educación, padres, madres y apoderados, etc. La opinión de cada uno de ellos conformará un conglomerado de ideas específicas, provenientes de sus reales necesidades hacia una escuela que se abre a la comunidad y se inserta en ella, con el sólo propósito de responder a sus requerimientos. Una escuela – como campo educativo- no puede lograr sus objetivos fundamentales si se mantiene alejada de la opinión de sus miembros y de las redes sociales que la apoyan.

Lo que hoy está en juego, es la reconquista de la democracia contra la tecnocracia: hay que acabar con la tiranía de los ‘expertos’ al estilo del Banco Mundial o del FMI, que imponen sin discusión los veredictos del nuevo Leviatán, ‘los mercados financieros’, y que no pretenden negociar sino ‘explicar’. Hay que romper con esa nueva fe en la inexorabilidad histórica que profesan los teóricos del liberalismo. Hay que inventar nuevas formas de un trabajo político colectivo, capaz de constatar las necesidades, principalmente económicas (lo que puede ser tarea de expertos) pero para combatirlos y,  si es del caso, para neutralizarlos” (discurso pronunciado por Pierre Bourdieu, ante los trabajadores en huelga, reunidos en la Gare de Lyon en París, el día 12 de diciembre de 1995).

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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