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Personas mayores en silencio: aislamiento social y soledad Opinión www.freepik.es

Personas mayores en silencio: aislamiento social y soledad

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Ana Paula Vieira
Por : Ana Paula Vieira Directora Fundación Míranos
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Cada hora mueren 100 personas en el mundo por causas asociadas a la soledad. Esta preocupante cifra fue dada a conocer por la Organización Mundial de la Salud en su Primer Informe Mundial sobre Soledad y Aislamiento Social.

En el caso de las personas mayores, quienes trabajamos en el área gerontológica advertimos que experiencias prolongadas de aislamiento y/o soledad no deseada pueden desencadenar efectos significativos en la salud mental y física.

En Chile, al observar con mayor detalle la situación de la población mayor, las cifras no deben desestimarse. Según el último reporte del Observatorio del Envejecimiento UC- Confuturo, un 55,5% de las personas mayores presenta un alto riesgo de aislamiento social, mientras que un 49,2% declara sentirse solo/a y un 31% experimenta ambos fenómenos de manera simultánea. Este escenario nos exige articular respuestas intersectoriales que permitan implementar intervenciones específicas y sostenidas en el tiempo.

Estos fenómenos tienen consecuencias graves en el bienestar integral de una persona mayor. A nivel psicológico se asocian con síntomas depresivos, mayor incidencia de trastornos ansiosos y deterioro cognitivo. En la salud física, se relacionan con un incremento del riesgo de infarto o enfermedades cardiovasculares, hábitos poco saludables, excesivo consumo de alcohol y tabaquismo. También puede llevar al sedentarismo, fragilidad y menor adherencia a tratamientos médicos. Todos estos factores se relacionan con un 26 a 32% más de probabilidad de muerte prematura.

En vista de estas repercusiones, tanto el aislamiento social como la soledad no deseada representan factores de riesgo para la ideación y conducta suicida en la vejez. Estudios internacionales han evidenciado que la soledad se asocia a un riesgo hasta tres veces mayor de conducta suicida en personas mayores, especialmente cuando se prolonga en el tiempo y no se aborda adecuadamente.

La soledad puede generar sentimientos de desesperanza, vacío existencial, angustia, los que se intensifican en contextos de pérdidas frecuentes y duelos no resueltos. Por su parte, el aislamiento de vínculos significativos puede disminuir la percepción de sentido y propósito de vida, lo que contribuye a un progresivo deterioro del bienestar integral, además se limita la posibilidad de que el entorno detecte señales de riesgo suicida.

En Chile, a nivel de políticas públicas, se han implementado iniciativas como los Centros Diurnos para Personas Mayores y el Programa Vínculos del SENAMA, además de otras estrategias que promueven la participación social. Sin embargo, el abordaje de estas problemáticas no puede recaer exclusivamente en políticas estatales.

Se trata de una responsabilidad comunitaria, que exige avanzar hacia una transformación cultural profunda que confronte los estereotipos negativos que la sociedad tiene sobre la vejez. Como sociedad, fortalecer el tejido social es fundamental. Esto implica crear y fortalecer espacios seguros y contenedores que favorezcan el encuentro cotidiano y la construcción de vínculos significativos para las personas mayores, promover el sentido de pertenencia y la reciprocidad, así como fomentar espacios de participación genuina donde sean escuchadas y reconocidas como actores sociales con un rol protagónico en sus comunidades. Cada uno puede hacer la diferencia, la prevención comienza con la conexión social, humana. A veces, una conversación con empatía y sin juicio, con una escucha activa e interés genuino en la persona, es un paso valioso que no podemos desestimar.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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