Opinión
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Darle al prematuro un buen comienzo para un futuro brillante
Cada 17 de noviembre se conmemora el Día Mundial del Niño Prematuro, una fecha que nos invita a reflexionar sobre los desafíos y avances en la atención de quienes llegan al mundo antes de tiempo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de cada diez nacimientos a nivel mundial es prematuro, lo que equivale a cerca de 15 millones de bebés al año. Esta realidad global nos interpela a seguir construyendo sistemas de salud y redes de apoyo que aseguren a cada recién nacido un inicio de vida digno y protegido.
El nacimiento prematuro marca un comienzo lleno de incertidumbres, pero también de esperanza. Gracias al desarrollo de la neonatología y al enfoque interdisciplinario en salud, la sobrevida de los prematuros ha mejorado de manera sostenida. Sin embargo, el verdadero desafío comienza tras el alta hospitalaria: garantizar un seguimiento a largo plazo que promueva su desarrollo físico, neurológico y emocional. Cuidar a un prematuro no termina en la incubadora, sino que se prolonga en el tiempo, acompañando su crecimiento y su integración familiar y social.
En nuestra región, el trabajo interprofesional ha sido un pilar fundamental. Neonatólogos, matronas, enfermeras, kinesiólogos, fonoaudiólogos, nutricionistas, terapeutas ocupacionales y psicólogos suman esfuerzos en torno a un objetivo común: ofrecer una atención centrada en el desarrollo y en la familia. Sin embargo, este gran trabajo no solo pertenece a los equipos de salud; detrás de cada niño prematuro hay una familia que sostiene, estimula y lucha incansablemente. Son madres, padres y cuidadores que aprenden a leer cada gesto, a confiar en los pequeños avances y a celebrar cada logro, contribuyendo de manera incalculable a que cada día estos niños y niñas progresen más.
Reconocer y fortalecer esta alianza entre los equipos de salud y las familias es esencial para asegurar que el acompañamiento sea integral, humano y sostenido. Invertir en programas de seguimiento, capacitación profesional y apoyo familiar no es solo una acción sanitaria: es una apuesta ética y social por el futuro.
Porque darle al prematuro un buen comienzo significa también valorar a quienes lo acompañan desde el primer respiro, construyendo juntos un futuro más brillante, equitativo y esperanzador.
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