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Estrés universitario a fin de año: explican por qué se intensifica y cómo afecta la salud mental Salud Crédito: Cedida

Estrés universitario a fin de año: explican por qué se intensifica y cómo afecta la salud mental

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El cierre del año académico concentra exámenes, trabajos y decisiones clave para los estudiantes universitarios. Según el director de Enfermería de la Universidad Andrés Bello, este periodo eleva el estrés, la ansiedad y el agotamiento, impactando directamente en la salud mental.


Resumen
Síntesis generada con OpenAI
El fin de año académico es uno de los periodos más críticos para la salud mental de los estudiantes universitarios. La acumulación de evaluaciones, el cansancio físico y la presión por el rendimiento elevan el estrés, la ansiedad y los síntomas depresivos. El director de Enfermería de la Universidad Andrés Bello advierte sobre señales de alerta que no deben normalizarse y destaca la importancia de redes de apoyo y del rol activo de las instituciones en el cuidado del bienestar estudiantil.
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El cierre del año académico se ha convertido en uno de los periodos de mayor tensión emocional para los universitarios. Mientras gran parte de la sociedad piensa en celebraciones y vacaciones, las universidades viven un escenario opuesto: bibliotecas llenas hasta tarde, pasillos saturados y estudiantes visiblemente agotados.

A esta sobrecarga se suma la presión silenciosa de rendir al máximo en un momento decisivo, donde cada evaluación puede definir la continuidad académica, el acceso a beneficios o la permanencia en la carrera. El cansancio acumulado, la falta de descanso y la incertidumbre sobre los resultados convierten estas semanas en un desafío tanto emocional como físico para miles de jóvenes.

El director de la carrera de Enfermería Campus República de la Universidad Andrés Bello Michel Garat explica que “investigaciones nacionales e internacionales han demostrado que muchos jóvenes presentan niveles elevados de estrés, ansiedad y síntomas depresivos cuando se concentran las evaluaciones y se define su proyección académica inmediata”.

El inevitable agotamiento

El académico señala que, en las últimas semanas del año, exámenes finales, trabajos grupales, proyectos integradores y presentaciones orales se acumulan en una agenda sobrecargada. Esta presión aumenta cuando los estudiantes sienten que enfrentan su “última oportunidad” para mejorar promedios, evitar reprobar o mantener becas.

“Los estudiantes duermen menos, comen de manera desordenada y abandonan la actividad física, lo que genera un círculo de agotamiento que disminuye la concentración y deteriora el rendimiento”, explica Garat. A esto se suman factores económicos, laborales y familiares que incrementan la tensión, especialmente para quienes compatibilizan estudios y trabajo o para estudiantes de primera generación que sienten la carga de no “fallar” a sus familias.

Propensos al estrés

Garat sostiene que existen grupos particularmente vulnerables, como mujeres jóvenes, estudiantes de primeros años y quienes cursan carreras altamente demandantes con prácticas y laboratorios. En contraste, contar con redes de apoyo, pertenencia universitaria y habilidades de organización actúa como un amortiguador relevante.

“No se deben normalizar señales como dificultades persistentes de concentración, alteraciones del sueño y del apetito, irritabilidad, consumo de sustancias o pensamientos de fracaso, ya que pueden indicar cuadros de ansiedad o depresión que requieren acompañamiento profesional”, destaca el docente.

Frete a la situación, el académico llama a las instituciones a asumir un rol activo. “Evitar la concentración de evaluaciones, ofrecer acompañamiento en hábitos de estudio y salud mental, fortalecer los servicios psicológicos y promover un clima cercano e inclusivo, ya que cuidar el bienestar estudiantil no es un extra, es parte central de la formación de profesionales capaces de responder a las exigencias del mundo real sin descuidarse a sí mismos”, afirma.

El bienestar estudiantil como responsabilidad institucional

Reconocer el impacto del estrés académico y actuar de manera preventiva es clave para resguardar la salud mental universitaria. Promover entornos educativos más equilibrados, con apoyo emocional y académico oportuno, no solo mejora el desempeño, sino que también forma profesionales más conscientes de su autocuidado.

Además, el abordaje del estrés estudiantil requiere una mirada integral que involucre tanto a las instituciones como a los propios estudiantes. Fomentar habilidades de gestión del tiempo, hábitos de estudio saludables y espacios de contención emocional contribuye a disminuir el desgaste de fin de año. Entender que el rendimiento académico no puede desligarse del bienestar psicológico es un paso fundamental para construir trayectorias formativas más sostenibles y humanas.

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