Reformas post Lehman no han sido suficiente para blindar a Wall Street de otra crisis
Ruth Porat no lo vio venir.
La banquera de Morgan Staley, que asesoró al Departamento del Tesoro estadounidense en relación a su rescate de Fannie Mae y Freddie Mac en septiembre de 2008 y creyó que entendía el riesgo del sistema financiero, acababa de pasar un fin de sepama tratando de salvar Lehman Brothers Holdings Inc. cuando recibió un mensaje: ¿Podía regresar a Washington para ocuparse de la quiebra de American International Group Inc. (AIG)?
“La llamada que recibí fue ‘No hicimos el trabajo donde debíamos’”, dijo Porat, de 55 años, en una entrevista el mes pasado en la oficina del banco en Nueva York, donde actualmente es máxima responsable financiera. Que AIG “pudiera desaparecer tan rápido con el efecto que podía llegar a tener en todo el país, y que nadie lo viera venir, fue sencillamente impactante”.
El propio banco de Porat estuvo a punto de desaparecer cuando los fondos de cobertura, asustados por las dificultades para sacar el dinero de Lehman Brothers Holdings Inc. en quiebra, retiraron de Morgan Stanley más de US$128.000 millones en dos semanas. Para mantenerse a flote, vendió una participación de 20 por ciento, se transformó en holding bancario y se endeudó por US$107.300 millones con la Reserva Federal en un solo día.
Transcurridos cinco años desde que Lehman Brothers se hundió el 15 de septiembre de 2008, desatando la peor crisis financiera desde la Gran Depresión, Morgan Stanley está bastante a salvo como para sobrevivir a un shock devastador como ése, dijo Porat. Tanto ella como el máximo responsable ejecutivo, James Gorman, aguijoneados por los reguladores, encabezaron una campaña para reducir el riesgo y aumentar el capital con el fin de suavizar el próximo golpe.
No es suficiente
Si bien el monto de capital en los seis prestamistas estadounidenses más grandes prácticamente se duplicó desde 2008, los funcionarios y algunos veteranos de Wall Street dicen que no es suficiente. Consideran que el sistema todavía está muy apalancado, complicado e interconectado como para resistir un brote de pánico, y los reguladores no están preparados para evitarlo –las mismas condiciones que llevaron a la última crisis.
“Estamos más protegidos, pero no lo suficiente”, dijo Stefan Walter, que encabezó los esfuerzos globales para rever las normas de capital como secretario general del Comité de Supervisión Bancaria de Basilea.
Más de 50 banqueros, reguladores, economistas y legisladores entrevistados por Bloomberg News discreparon respecto de lo que debe hacerse. Algunos dijeron que los seis bancos estadounidenses más grandes no han hecho más que agrandarse desde 2007 –un aumento de 28 por ciento en activos totales, según datos compilados por Bloomberg- lo cual dificulta dejarlos quebrar. Otros dijeron que no les preocupaba el tamaño ni un sistema que requiera de vez en cuando intervención estatal, considerándolo un costo inevitable de financiar los negocios globales.
Los bancos “son demasiado grandes, y creo que deberán ser demasiado grandes”, dijo David Komansky, máximo responsable ejecutivo de Merrill Lynch Co. desde 1996 hasta 2002. Komansky, que actualmente es director en BlackRock Inc., el administrador de activos más grande del mundo, dijo que no siente un “terrible desagrado por la intervención estatal”.
Consecuencias catastróficas
Las investigaciones parlamentarias y más de 300 libros sobre la crisis identificaron a muchos malvados: los propietarios de casas que se endeudaron por encima de sus posibilidades, los bancos que vendieron hipotecas de alto riesgo, los organismos públicos que garantizaron los préstamos, Wall Street que ofreció paquetes para los inversores, las calificadoras de riesgo que pusieron sus sellos de aprobación, los reguladores que presentaron muy pocas objeciones y los políticos que dieron su estímulo para que todo ocurriera.
Se destacan tres deficiencias fundamentales. Los reguladores despojados de poder permitieron que los bancos abarcaran demasiado riesgo y adquirieran gran cantidad de deuda incobrable con fondos a corto plazo. El capital insuficiente les dejó escaso margen de error cuando el valor de esos activos se desplomó. Un sistema demasiado grande, opaco e interconectado hizo que no pudieran quebrar sin consecuencias catastróficas para la economía.
Bancos bizantinos
Gorman, de 55 años, de Morgan Stanley, lo resumió en un discurso que pronunció en Florida en 2010, poco después de asumir como máximo responsable ejecutivo.
“¿Qué fue lo que causó la crisis financiera?”, preguntó. “Los activos ilíquidos, financiados a corto plazo, en manos de entidades excesivamente apalancadas que estaban inadecuadamente capitalizadas”.
Desde entonces, los reguladores presionan a los bancos para que reduzcan el monto de los fondos prestados que utilizan, lo que se conoce como apalancamiento, para que tengan activos más fáciles de vender y dependan menos de los préstamos interbancarios.
Tal vez no sea suficiente. Los bancos más grandes siguen siendo bizantinos, con cientos de subsidiarias en el mundo, lo cual podría frustrar los esfuerzos para fragmentarlos. Seis reguladores estadounidenses con autoridad superpuesta suelen chocar y son asediados por un ejército de activistas pagos que representan a grupos de presión. El apalancamiento continúa siendo demasiado alto, dicen algunos reguladores y economistas.
“El modelo básico no ha cambiado demasiado y todavía es frágil”, dijo Anil Kashyap, profesor de economía en la Booth School of Business de la Universidad de Chicago. “Los bancos necesitan mucho más capital y liquidez. Distan de estar a salvo”.
Desde la crisis, los reguladores incrementaron hasta más del doble el capital de mayor calidad que deben tener los bancos y los han sometido a pruebas de solvencia.
Aun así, Wall Street ha encontrado maneras de suavizar o postergar el impacto. Halló aliados en los funcionarios europeos, que se propusieron disminuir el alcance de las normas propuestas con respecto a los instrumentos derivados, y las firmas de gestión de activos que se opusieron a los cambios en los fondos del mercado monetario de los cuales dependen los bancos para el financiamiento a corto plazo.
Probabilidad cero
Las medidas que han tomado los bancos hacen que otra crisis de la magnitud de 2008 sea casi imposible, según el máximo responsable ejecutivo de Morgan Stanley.
“La probabilidad de que vuelva a ocurrir en nuestra vida es lo más cercana a cero que puedo imaginar”, dijo Gorman la semana pasada en una entrevista en el programa “Charlie Rose” por PBS. “Tal como son manejadas estas firmas, la cantidad de capital que tienen, la cantidad de liquidez que tienen, los cambios en su modelo empresarial –es impresionante”.
Para John Reed, que compartió el cargo de máximo responsable ejecutivo de Citigroup y contribuyó a elaborar la fusión que creó el tercer banco estadounidense más grande del mundo, Wall Street no cambió en la medida profunda que debía cambiar. Él teme que una economía en recuperación, los precios récord de las acciones y las abultadas ganancias bancarias puedan inducir a la gente a la complacencia.
“Para algunos bancos, cuanto mayor sea la postergación, mejor”, dijo Reed. “El mundo parece ser muy clemente en este momento. Pero siempre es así hasta que deja de serlo”.