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Más que cifras: el lenguaje como parte de la igualdad en energía Yo opino Créditos: El Mostrador.

Más que cifras: el lenguaje como parte de la igualdad en energía

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Pía Suárez
Por : Pía Suárez Presidenta Asociación de Mujeres en Energía de Chile.
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En un evento reciente del sector energético, durante los saludos iniciales, se dijo algo que para algunas personas fue solo una broma y para otras dejó una sensación incómoda. Más allá del detalle, la escena es reconocible: una autoridad mujer presentada en diminutivo, con una alusión a “lo bien que se pasó anoche” y un guiño a los “colegas mal pensados”, mientras a sus pares hombres se les nombra por su cargo y representación institucional.

No se trata de un escándalo, sino de una postal cotidiana que nos ofrece una oportunidad: hacer una pausa y mirarnos como sector.

Cuando hablamos de igualdad de oportunidades en energía, solemos mirar cifras: participación de mujeres, brechas salariales, acceso a cargos. Todo eso es fundamental. Pero la igualdad sustantiva también se juega en los gestos y en el lenguaje de todos los días: en cómo se presenta a las personas, cómo se les nombra, qué tipo de humor validamos en un escenario.

No se trata de prohibir el humor ni de volver solemne cada espacio compartido. Se trata de distinguir entre una broma que construye confianza y otra que, incluso sin mala intención, puede poner en cuestión la trayectoria o la reputación de una mujer. Especialmente cuando ella no tiene la misma posibilidad de responder en el momento o de marcar sus propios límites.

En el mundo laboral, el lenguaje marca jerarquías, cercanías y distancias. No es lo mismo presentar a alguien por su cargo que hacerlo con un diminutivo que suena cariñoso, pero la empequeñece. Tampoco es neutro asociar el nombre de una autoridad a insinuaciones sobre su vida privada frente a un auditorio. Son gestos que pueden parecer menores, pero que influyen en cómo se percibe su liderazgo y su credibilidad profesional.

En un sector que se declara comprometido con la transición energética, la innovación y la inclusión, el lenguaje no es un adorno: es parte de la cultura que queremos construir. El mismo estándar de excelencia que exigimos para los proyectos, la seguridad o la calidad del servicio debiera aplicarse al trato hacia quienes lideran, independiente de su género.

Como Asociación de Mujeres en Energía (AME), no buscamos señalar a una persona, sino invitar a una conversación compartida: ¿cómo estamos tratando a las mujeres que lideran?, ¿qué bromas damos por normales?, ¿qué prácticas podríamos cambiar para que todas las voces se escuchen en igualdad de condiciones?

La buena noticia es que este cambio está en nuestras manos. No requiere grandes inversiones, sino una decisión consciente: revisar nuestros guiones, cuidar los saludos, escuchar cuando alguien nos dice que algo le incomodó. La igualdad sustantiva no se agota en cuántas mujeres llegan a los espacios de decisión; también se juega en cómo las nombramos cuando están ahí.

Palabra a palabra, tenemos la oportunidad de reforzar su autoridad, reconocer su aporte y construir un sector más respetuoso, diverso y coherente con el futuro que queremos para la energía en Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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