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Javier Moraga y el pulso humano detrás de su disco Nova Forma CULTURA|OPINIÓN Crédito: Instagram de Javiera Moraga

Javier Moraga y el pulso humano detrás de su disco Nova Forma

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Tatiana Oliveros
Por : Tatiana Oliveros Artista, colaboradora de El Mostrador Cultura
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El compositor chileno presenta una placa que se mueve entre la espontaneidad y la depuración, entre la intuición creadora y la tensión inevitable entre tecnología y humanidad.


En su trayectoria musical, Javier Moraga ha ido construyendo un lenguaje propio dentro de la electrónica. Su nuevo trabajo, Nova Forma, editado por el sello de Valparaíso Colegio Extraterrestre, se inserta en esa continuidad, aunque con un giro deliberado hacia lo esencial: menos pistas, menos adornos, más experiencia.

“Es, en cierto sentido, más de lo mismo —confiesa—, pero con una perspectiva distinta. Una producción más eficiente, espontánea y sencilla”, señala el compositor, quien entiende este disco como una síntesis depurada de años de exploración.

La tensión que cruza todas sus obras —la lucha entre los poderes que nos otorga la tecnología y el costo de depender de ella— aparece aquí con nitidez. Moraga habla de esa “degradación” que el uso intensivo de la técnica imprime sobre la naturaleza humana y espiritual.

Por eso, su proceso creativo apuesta por la intuición, el error y el desajuste: gestos que reafirman lo humano dentro de un entorno musical programado para la perfección.

Foto portada disco.

Inspiraciones cruzadas

Nova Forma surge de una colaboración con la pintora Teresa Núñez Valdivieso, quien lo invitó a musicalizar la inauguración de su muestra Primigenia – Birth of nature en la Sala El Farol, de la Universidad de Valparaíso. Ese encuentro fue detonante.

Así como las pinturas de Núñez deforman el paisaje hasta hacerlo casi irreconocible, Moraga decidió tensionar los límites de la música electrónica, alejándose de etiquetas y subgéneros.

Foto de obra de Teresa Nunez, gentileza de la artista.

El disco incluso estuvo cerca de transformarse en una instalación sonora. Finalmente derivó en un álbum cuya portada retoma fragmentos de las pinturas de Primigenia, resignificándolos en clave visual.

La retroalimentación de artistas de otras disciplinas resultó fundamental para esta nueva dirección, sumada a referencias musicales como el dúo inglés Autechre y a la escucha cotidiana que impone su trabajo en radio.

“Cada serie, cada película, cada párrafo leído dejan huella —explica—, por eso es importante ser selectivo”.

Entre lo espiritual y lo político

En un inicio, Moraga imaginó el disco como música ambiental, flotante y sin beats, pero en el proceso la sonoridad viró hacia un registro más oscuro y rítmico. En esa evolución encontró un eco inesperado con el trasfondo de Primigenia: la idea de una naturaleza degradada que, pese a todo, resurge con fuerza y este tema es nombrado a propósito de la exposición de Teresa Núñez.

Nova Forma también dialoga con lo histórico y lo personal. El título apareció por azar, al encontrarse con un volumen enciclopédico de arte.

“Me topé accidentalmente con el nombre en la editorial de un libro de arte, dedicado precisamente a la pintura, que me di cuenta me había acompañado toda mi vida”.

Moraga lo leyó como un signo de replanteamiento: “una nueva forma de percibirse frente a los demás, de redefinir mi posición y mi propia historia”.

Así, Nova Forma no solo es un paso más en la obra de Javier Moraga, sino una exploración de lo humano en tiempos donde la tecnología amenaza con uniformar todos los sonidos. Un recordatorio de que incluso en la cuadratura electrónica, la intuición y el error siguen marcando el compás.

El disco Nova Forma se puede escuchar AQUÍ.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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