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Aprendizajes a 4 años del aluvión de Atacama Opinión

Aprendizajes a 4 años del aluvión de Atacama

Roberto Rondanelli
Por : Roberto Rondanelli Investigador del Centro del Clima y la Resiliencia (CR)2 de la U. de Chile
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Desde el Centro del Clima y la Resiliencia (CR)2 de la Universidad de Chile y junto a colegas de instituciones tanto extranjeras como nacionales, hemos estudiado este evento extremo desde distintos ángulos y encontramos que la tormenta se produjo por la conjunción de un aumento de la temperatura superficial del mar a lo largo de la costa sudamericana y un ciclón en altura que condujo vapor de agua hacia zonas del desierto, que en condiciones normales son las más secas del planeta.


Durante los días 23 al 25 de marzo de 2015, una tormenta de lluvia produjo una serie de aluviones en el Norte Grande de Chile –en particular en la zona hiperárida del desierto de Atacama–, que dejaron decenas de personas muertas y daños a la infraestructura avaluados en cerca de 3 mil millones de dólares, cifra que puso a Chile entre los 10 países más afectados por extremos climáticos ese año.

Desde el Centro del Clima y la Resiliencia (CR)2 de la Universidad de Chile y junto a colegas de instituciones tanto extranjeras como nacionales, hemos estudiado este evento extremo desde distintos ángulos y encontramos que la tormenta se produjo por la conjunción de un aumento de la temperatura superficial del mar a lo largo de la costa sudamericana y un ciclón en altura que condujo vapor de agua hacia zonas del desierto, que en condiciones normales son las más secas del planeta.

Pero hay algo que no todos saben ni recuerdan. Al mismo tiempo que se desarrollaba la tormenta en Atacama, la península Antártica registró la temperatura más alta que se haya visto en su territorio continental desde que existen registros, llegando a los 17,5 grados en la base Argentina «Esperanza».

Estudiando el evento extremo de temperatura, nos dimos cuenta que su origen tuvo que ver con la presencia de un río atmosférico, que consiste en una gran masa de aire que transporta grandes cantidades de agua desde zonas tropicales. Como consecuencia de las altas temperaturas, es posible imaginar la gran cantidad de derretimiento que ocurrió sobre hielos antárticos y, en particular, sobre las plataformas de hielo marino, como se apreció en imágenes satelitales tomadas antes y después de la tormenta.

[cita tipo=»destaque»]Más temprano que tarde se acercará a la costa chilena una nueva tormenta extrema cuya intensidad y área de impacto será estimada por los meteorólogos con varios días de anticipación. El daño que producirá esa tormenta dependerá, entonces, de cuánto hayamos avanzado en proteger a la población de la amenaza latente de los desastres hidrometeorológicos como el de Atacama.[/cita]

Finalmente, nos dimos cuenta de que tanto el calentamiento antártico como el aluvión de Atacama tuvieron un origen dinámico común, relacionado con la presencia de una perturbación tropical conocida como la oscilación de Madden-Julian (MJO en inglés), que es una onda que demora entre 30 y 60 días en dar la vuelta completa a la Tierra en los trópicos y que, a su paso, produce precipitación y cambios en la estructura dinámica de la atmósfera.

Estos cambios no se restringen exclusivamente a los trópicos y son similares a una onda que se genera en un lago luego de tirar una roca en su centro. En este caso la roca correspondería a la gran cantidad de lluvia y tormentas convectivas que se concentraron en la zona del Pacífico Central.

El dilucidar los detalles de la formación de esta tormenta, no solo nos ayuda a comprender las causas físicas del fenómeno, sino que también tiene consecuencias prácticas respecto de las acciones que podemos tomar para prevenir y prepararnos ante la ocurrencia de tormentas de esta magnitud en el futuro.

Hemos aprendido, por ejemplo, que la observación de zonas tropicales muy alejadas de nuestro país y el monitoreo de la progresión de la oscilación de Madden-Julian, pueden tener importancia a la hora de predecir con anticipación la ocurrencia de estas tormentas extremas.

Los pronósticos numéricos del tiempo mejoran continuamente, haciendo posible prever estas emergencias con mucha precisión y con varios días de anticipación, a diferencia de lo que ocurre con los terremotos. Sin embargo, la existencia de un buen pronóstico es solo una condición necesaria pero no suficiente para prevenir sus impactos, como la muerte de personas.

El robustecimiento de los organismos públicos relacionados con estas emergencias –Onemi, Dirección Meteorológica de Chile, Sernageomin–debe ocurrir a través de la mejora en los procesos durante la emergencia, la capacidad de anticipar escenarios y practicar la comunicación del riesgo entre instancias gubernamentales, usando lenguaje y herramientas de visualización gráfica que comuniquen el riesgo de manera precisa, elocuente.

Más temprano que tarde se acercará a la costa chilena una nueva tormenta extrema cuya intensidad y área de impacto será estimada por los meteorólogos con varios días de anticipación. El daño que producirá esa tormenta dependerá, entonces, de cuánto hayamos avanzado en proteger a la población de la amenaza latente de los desastres hidrometeorológicos como el de Atacama.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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