
Vendedores de humo
Somos nosotros, los individuos y no los políticos, quienes sabemos cómo mejor vivir nuestras vidas, el resto es humo.
Hace muchos años, cuando nuestros políticos se enteraron de que fumar es malo para nuestra salud, se pusieron la mano en el corazón y decidieron ayudarnos a fumar menos cobrándonos cada vez más plata cuando queremos fumar. Esto lo hacen a través de impuestos específicos casi prohibitivos, que elevan tremendamente el precio de cada cajetilla. Si alrededor del 80% de lo que uno paga por una cajetilla de 20 cigarrillos corresponde solo a impuestos que van directamente a manos de políticos, ¿quiénes son los que realmente lucran con esta industria?
Dejando de lado la cuestionable moralidad de que los políticos intenten corregir nuestras acciones y adicciones, pensemos en la plata que esto significa.
En la Ley de Presupuestos 2025 –elaborada usando los supuestos macroeconómicos que la Dipres calculó en el Informe de Finanzas Públicas (IFP) del tercer trimestre de 2024– el Gobierno proyectó que el ingreso fiscal proveniente de impuestos al consumo de tabacos, cigarros y cigarrillos superaría 1,3 billones de pesos a lo largo de 2025. Sin embargo, el IFP del primer trimestre de 2025 ajustó esa proyección a poco menos de $950 miles de millones de pesos (-31%).
La explicación de la Dipres es que los chilenos fuman menos que antes, por lo que habría menos espacio para recaudar. Tiene sentido, pero no convence, ¿recién se dieron cuenta de que los chilenos fuman menos que en el pasado?, ¿tanto cambió el escenario en los últimos 6 meses?
Lo anterior es chiste repetido, en 2024 y 2023, el Estado recaudó 15% y 8% menos de lo proyectado, respectivamente, por concepto de este impuesto específico. Esos tipos de ajustes permiten que el Congreso apruebe al Gobierno un gasto más alto en las leyes de presupuesto en base a ingresos que nunca llegarían y que, por ende, deben ser compensados con deuda.
Efectivamente, la cantidad de fumadores en Chile ha disminuido con el pasar de los años. La mala noticia –omitida por la Dipres– es que, según datos de MIDE UC, la mayoría de los fumadores en Chile ahora compran cajetillas de cigarrillos de origen ilícito –frecuentemente contrabandeados por el crimen organizado–, ya que, al no pagar impuestos, llegan a ser 2,5 veces más baratas que las cajetillas lícitas cuando los fumadores las compran en ferias y almacenes de barrio.
Contrario a la evidencia internacional reciente –y la no tan reciente–, muchos están a favor de aumentar los impuestos específicos a los tabacos, cigarros y cigarrillos porque desincentivan su consumo, recaudan para el Estado y su impacto negativo en la industria tabaquera es pequeño. Pero, en realidad, estamos frente a un arma de doble filo que desincentiva el consumo lícito, al mismo tiempo que crea una oportunidad lucrativa para el contrabando. Es como si se movieran fondos desde las arcas fiscales a los bolsillos de narcos, financiando la violencia y mermando el crecimiento económico a través de ella.
Somos nosotros, los individuos y no los políticos, quienes sabemos cómo mejor vivir nuestras vidas, el resto es humo.
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