Opinión
Sebastián Beltrán/AgenciaUno
El general Pedro Varela, nuevo Comandante en Jefe del Ejército
Eel general Varela va a tener que revisar el tema de la retención de talento. En años recientes se han perdido muchos oficiales jefes y superiores con formación de excelencia y experiencia internacional los que, ahora más que nunca, son necesarios, debido a nuestra compleja realidad e inseguridad.
Quizás es bastante atrevido escribir sobre una persona que no se conoce, pero me da tranquilidad el hecho de que me han llegado buenas referencias de oficiales militares retirados sobre el general Varela, quien ha sido designado como Comandante en jefe del Ejército (CJE) por cuatro años a contar del 9 de marzo del 2026.
Algunas características interesantes, que a muchos pueden sonar irrelevantes: es del arma de caballería, con lo que se rompen 24 años en que el general en jefe era de la infantería. No es hijo de militar, algo que no sucedía desde el general Pinochet. Estos son detalles no menores en un ejército en el cual lo tradicional y esperado era que fuese infante e hijo de militar. No teniendo nada en contra de los comandos paracaidistas -más bien lo contrario- habría preferido que no lo fuera, ya que con él serían cuatro administraciones seguidas en manos de oficiales de esa subespecialidad.
El general Varela llega al mando del Ejército de Chile con una interesante experiencia, que incluye haber sido Comandante de Operaciones Terrestres (COT, el corazón del Ejército), comandante del Comando Conjunto Norte (fronteras con el Perú y Bolivia), comandante de Operaciones Especiales (fuerzas especiales e inteligencia), jefe de la misión militar en Washington y anteriormente y por varios años, Director de inteligencia militar, algo que en las circunstancias es algo bienvenido.
Todo indica que el presidente Boric seleccionó la persona adecuada para el puesto y que su designación contó con el beneplácito de autoridades políticas de derecha, por lo que no debiera tener problemas con el gobierno que asuma el 11 de marzo, el que según las encuestas se espera sea de derecha. En el caso de que no haya sintonía, el presidente puede remover los altos mandos de las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile, pero se estima muy poco probable que ello ocurra.
Su nombramiento, con la publicación del alto mando para el 2026, el pasado jueves 13, implicó la salida de dos generales más antiguos, a los que se suman otros tres generales de división, lo que genera un cuerpo de generales muy cambiado para los años que vienen. En ese sentido, tan clave como el CJE es Jefe del Estado Mayor, posición que pasara a ser ocupada por el general Guillermo Altamirano, que en la práctica es quien conduce el Ejército en el día a día, permitiendo al CJE concentrarse en las relaciones con Defensa, Seguridad Pública, las comisiones de Defensa de ambas cámaras, el Estado Mayor Conjunto, las otras instituciones y las policías.
Si bien el general Varela está nombrado, no asume hasta marzo del 2026, por lo que el Ejército hasta esa fecha sigue al mando del general Iturriaga. En el Ejército sólo hay un CJE y por de pronto ese sigue siendo el actual general en jefe. No recuerdo de casos en que se hayan producido transiciones con dualidades, pero de todas maneras el general Varela es y ha sido parte del alto mando por varios años, y su experiencia reciente de COT le da un particular conocimiento y experiencia en lo que se refiere a capacidades humanas y materiales del Ejército, y sus necesidades en esos ámbitos.
Si hay algo en el que el general Varela debiera dedicar su tiempo, es en entender la realidad financiera del Ejército y del estado de las finanzas nacionales. El Ejército está terminando el año con un importante déficit de caja y, a no ser que se tomen medidas de ahorro que tendrían como contraparte una perdida de capacidades, el déficit debería mantenerse para el 2026. La solución está en un presupuesto que reconozca todo lo que se les pide hacer en materia de seguridad interior más la mantención de su capacidad disuasiva, que no sólo viene por el lado del entrenamiento, sino también por tener las dotaciones necesarias, así como el mantenimiento y modernización del equipamiento.
Junto con lo anterior, debería ir entendiendo qué tienen en mente las posibles nuevas autoridades en Defensa y en Seguridad Pública. Ello, porque en todos los programas de gobierno -excepto en el de Eduardo Artés- se habla de un mayor uso de militares para labores de seguridad interior. Es bien sabido que el Ejército está corto de soldados y no tiene cómo cubrir todo lo que se le pide para producir resultados efectivos, o por lo menos lo que tienen en mente los políticos.
Para cerrar, el general Varela va a tener que revisar el tema de la retención de talento. En años recientes se han perdido muchos oficiales jefes y superiores con formación de excelencia y experiencia internacional los que, ahora más que nunca, son necesarios, debido a nuestra compleja realidad e inseguridad.
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