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Franco Parisi y el IVA Opinión Archivo

Franco Parisi y el IVA

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François Meunier
Por : François Meunier Economista, Profesor de finanzas (ENSAE – Paris)
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Chile, de manera bastante ingenua, se contenta con apoyarse en la competencia entre las cadenas de distribución para influir en los precios al por mayor, pero se sabe que eso no funciona. La competencia entre cadenas, aunque muy intensa, solo pasa accesoriamente por los precios.


Dos propuestas en el programa de Franco Parisi han recibido un eco muy favorable entre su electorado: Suprimir el IVA sobre los medicamentos y sobre la canasta básica, con un sistema de devolución del IVA hasta un tope.

Ahora que los dos finalistas se afanan por atraer a los electores del PDG, el tema ha pasado al debate público. La candidata Jara se interroga abiertamente sobre la reducción del IVA sobre los medicamentos. ¿Qué pensar al respecto?

Chile se ha enredado desde hace mucho tiempo en una lógica políticamente compleja. La mayor parte de los ingresos fiscales viene del IVA, pero se trata de un impuesto que es conocido por ser muy regresivo, puesto que grava únicamente el consumo. Privilegia a las personas de altos ingresos que tienen una capacidad de ahorro importante y, por lo tanto, un menor consumo en proporción de sus ingresos.

 Ahora bien, es difícil en un país de ingreso intermedio como Chile, con una fuerte proporción de trabajo informal, hacer crecer más el impuesto sobre la renta, aunque sea más redistributivo. Se podría haber dejado los aranceles como fuente fiscal al nivel del 6% o 10% como al inicio de los años noventa. Es otro impuesto sobre el consumo que solo grava los bienes importados (en proporción más consumidos por los altos ingresos), pero eso es historia antigua.

Modular las tasas de IVA para ciertos productos fuertemente consumidos por las personas de bajos ingresos podria ser, entonces, un instrumento de redistribución, sobre todo si la reducción se hace solo por debajo de un cierto tope.

El legislador chileno, en su lógica economicista, ha rechazado la modulación. Con dos argumentos: uno, no se perturban mediante la fiscalidad los precios relativos que revela en su sabiduría el mercado (olvidando de paso que el IVA perturba uno de los precios más importantes de la economía, a saber, el “precio” del ahorro en relación con el consumo). Dos, modular es abrir la puerta a todas las reivindicaciones, como se ve en Europa donde, por esta razón, el rendimiento del IVA se ve fuertemente afectado.

Sin embargo, ¿se puede hacer una excepción en los dos ámbitos designados por el PDG?

Para los medicamentos, surge una inmensa reserva. Bajar sin precaución la tasa de IVA es permitir al laboratorio subir sus precios. El esfuerzo fiscal no va al bolsillo de las personas enfermas. Esto solo es posible si hay un control de los precios de los medicamentos. Canadá o el Reino Unido, que cita Parisi como ejemplos, viven bajo un régimen de pagador único para la salud, con negociaciones muy duras sobre el precio de los medicamentos. Y la mayoría de los países de América Latina tienen un control de precios centralizado.

Chile, de manera bastante ingenua, se contenta con apoyarse en la competencia entre las cadenas de distribución para influir en los precios al por mayor, pero se sabe que eso no funciona. La competencia entre cadenas, aunque muy intensa, solo pasa accesoriamente por los precios, tanto más que hay pagadores terceros que son las compañías de seguros. Esta libertad casi total hace que los precios de los medicamentos sean mucho más caros que lo que son en Europa o, más cercano, en Perú o en Argentina.

Si, por lo tanto, hay una reforma que hacer, es paliar la ausencia de una competencia eficaz en este mercado. Y esto mediante una regulación centralizada dando quizás un rol especial a Fonasa. Se ampliaría así la Ley Ricarte Soto, que establece un Precio Máximo Industrial para medicamentos de alto costo.

También se puede tener una duda sobre un IVA reducido con tope sobre la canasta básica. (Sin tope, serían sumas enormes). Un tope implica una organización burocrática para proceder a la devolución. Y, más grave, el efecto psicológico de la devolución es negativo. La persona que recibe el reembolso se ve afectada en su dignidad: “yo como más barato gracias a la generosidad pública”.

He propuesto (ver aquí) una medida limitada pero universal: un IVA reducido sobre todas las frutas y verduras y esto sin límite de ingreso. Esto es una ayuda económica apreciable y sobre todo responde a una necesidad sanitaria: comer bien limita la obesidad que galopa pandémicamente en el país. También, los productos frescos vienen todos de productores chilenos, lo que les ayuda e evita pesar sobre nuestras importaciones.

Balance: un control de los precios de los medicamentos y una medida de IVA reducido a esta parte de la canasta que trata de frutas y verduras.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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