Opinión
Centro Nacional de Arte Contemporáneo como infraestructura cultural de Estado
La consolidación del CNAC como un centro artístico-cultural, de pensamiento crítico y un polo de desarrollo en el sector poniente de Santiago es una decisión estratégico-pública que ya no puede ser desviada de su importancia geoterritorial.
El Centro Nacional de Arte Contemporáneo (CNAC) de Cerrillos, inaugurado en 2016, representa una infraestructura crítica, en cuyo derrotero se ha ido transformando desde una accidentada génesis hacia un rol de relevancia en la planificación cultural y urbana de un Santiago presente y futuro. Mantener y potenciar este creciente dispositivo cultural debe ser entendido por el Estado como una inversión estratégica a largo plazo que aborda desafíos estructurales de segregación, acceso y producción de conocimiento especializado.
Uno de los importantes activos estratégicos del CNAC es su geografía. Emplazado en el antiguo aeropuerto de Cerrillos, historia de la modernidad en los años 60, el sector se ubicó históricamente en el límite poniente de la expansión urbana de Santiago. Hoy, ese mismo emplazamiento, sin su función de aeródromo desde 2006, se encuentra en una fase de profunda transformación, pasando de periferia a nuevo “nodo central metropolitano”.
Esta reconfiguración se debe fuertemente a la inversión en conectividad pública. La apertura de la Estación Cerrillos de la Línea 6 del Metro en 2017 fue un momento clave en la proyección del CNAC, integrándolo con el resto del sistema urbano. Este es un factor de relevancia para el análisis de política pública. La inversión en infraestructura de transporte público no solo facilita el traslado, sino que tiene un efecto directo en la equidad cultural, incidiendo en la histórica segmentación social, cultural y económica de Santiago.
Al estar conectado por Metro, un equipamiento cultural de carácter nacional y de alta complejidad deja de ser un privilegio geográfico del sector oriente o céntrico, volviéndose accesible para poblaciones históricamente postergadas.
La proyección urbanística a diez años refuerza esta justificación. La zona de Cerrillos y sus alrededores experimentará una densificación demográfica importante. El crecimiento de Santiago, ha llevado a este sector a ser un polo de desarrollo inmobiliario importante (esperemos que sea con las regulaciones apropiadas). Junto a la estación de metro, en el sector se encuentran otros espacios urbanos, como el Museo Aeronáutico, el Centro Cultural Lalo Parra, la Biblioteca Pública y el extenso Parque Portal Bicentenario de 50 hectáreas.
Esta convergencia de población, servicios e infraestructura de transporte, le dan una importancia cada vez en mayor crecimiento –cualitativo y cuantitativo– al CNAC, el cual será un eje relevante de infraestructura social para el llamado “capital cultural” de una futura zona altamente poblada.
Es importante que los centros y la población hagan valer la Política Nacional de Desarrollo Urbano (PNDU) del 2014, en la que hay un punto importante sobre el cuidado de la identidad y patrimonio –como es el caso del barrio Buzeta–, considerando que en Chile las identidades barriales ya forman parte de las planificaciones urbanas.
La polémica fundacional
Para comprender el valor actual del CNAC, es indispensable recordar su conflictivo inicio. El anuncio de Bachelet en 2016 sobre la apertura del centro generó críticas inmediatas en el “ecosistema” cultural. Un primer foco de disputa se centró en la justificación de destinar nuevos recursos a una institución inédita, mientras que los museos y centros culturales existentes y con trayectoria apenas “sobrevivían”.
Este debate reflejó una tensión estructural en la política cultural chilena sobre la priorización de la nueva infraestructura frente al fortalecimiento de lo preexistente. A las críticas sectoriales se sumaron los obstáculos legales y urbanísticos. La promesa de apertura expedita fue imposible de materializar, pues existía una sentencia judicial que impedía la construcción, o la ocupación del espacio sin un cambio formal en el uso de suelo a través de una modificación del plano regulador.
Esta fricción entre la ambición política y la realidad legal-urbanística demostró la precariedad de la planificación inicial, lo cual se solucionó, de forma posterior, administrativamente. La institución, por lo tanto, nació con una validación política de alto nivel, pero con serias deficiencias en su legitimidad legal y gremial.
La polémica alcanzó su punto álgido en el campo de las artes visuales. El anuncio del centro desató lo que fue calificado por algunos como “guerrillas de las vanidades”. La discusión sobre el año de corte de las obras a albergar (1967) sirvió de catalizador para exponer las luchas de poder y los clásicos “egos”, muchas veces incontrolables, del sector artístico central. El haber resistido y superado estos conflictos iniciales dota al CNAC de una antifragilidad institucional que justifica su permanencia como una entidad estable y necesaria.
La consolidación programática y el giro estratégico del CNAC están directamente ligados a la asunción de Soledad Novoa Donoso como directora en 2019. Novoa, historiadora del arte y académica, miembro de la Red Conceptualismos del Sur desde 2007, nos ha mostrado un fuerte nexo con la investigación crítica que ha hecho parte al CNAC de una identidad institucional como un centro de pensamiento activo, más allá de la función pasiva de mero exhibidor, o de retención “occisa” museal.
Parte de los resultados son una agenda programática que prioriza la crítica de género y la reflexión crítica decolonial. Así, el centro se presenta como uno de los importantes catalizadores de debates sociales contemporáneos. Un ejemplo claro es la exposición “…pensar por una misma. En voz alta” (2025), que abre la temporada con 40 obras de mujeres artistas de diversas generaciones, provenientes de la Colección de Arte Contemporáneo del Ministerio de las Culturas. Sobre esta muestra me extendí más en otra columna que se puede leer aquí.
Pero, más allá de las exposiciones del llamado “alto impacto” –o sumándole a ello–, el compromiso se evidencia en la vinculación comunal. El programa público de la muestra de 2025 transformó el segundo piso del centro en un “laboratorio de experiencias” con participación activa de colectivas y organizaciones locales de Cerrillos, lo que se ha extendido a espacios comunitarios como plazas y sedes vecinales.
La participación de dirigentes locales, como Louna Farelus del Campamento Nuevo Amanecer de Cerrillos, en los paneles del Simposio “Crisis ontológica y afectos”, nos muestra un ejemplo de plataforma para generar espacios de encuentro y reciprocidad entre el arte y la comunidad, una labor de extensión relevante para la validación de la infraestructura cultural en el territorio.
El CNAC como infraestructura de conocimiento
Uno de los argumentos, de indudable importancia para el soporte estatal del CNAC, se encuentra en su rol como infraestructura de documentación y producción de conocimiento. El Centro de Documentación de las Artes Visuales (CEDOC-CNAC) es el núcleo investigativo que refuerza la continuidad intelectual y la profesionalización del campo artístico y cultural en Chile, promoviendo la investigación a través del apoyo especializado a investigadores, el Concurso de Ensayos sobre Artes Visuales (de carácter anual) y la reedición periódica del Glosario de Arte Chileno Contemporáneo, con la colaboración de diversas voces.
Estas iniciativas garantizan que la crítica y la historiografía del arte en Chile se mantengan rigurosamente activas. La función del CEDOC adquiere una dimensión de política pública en la custodia y protección del patrimonio archivístico. Al consolidar colecciones institucionales, como las cedidas en comodato por el Centro Cultural Palacio La Moneda en 2018, potencia una sinergia, cierra el debate inicial sobra la necesidad de su existencia y se asegura que la memoria histórica artística no dependa exclusivamente de archivos privados o del mercado, expandiendo un potenciamiento como infraestructura de Estado para la memoria nacional creciente para el desarrollo académico y público.
La inversión en el CEDOC asegura que parte importante de la memoria artística se refuerce. El Estado, al financiar el CNAC y el CEDOC, financia una institución que robustece los distintos niveles de la investigación y la crítica sobre el arte chileno, lo que se retroalimenta en el “ecosistema” cultural del país.
Valor agregado del CNAC como estrategia estatal
El Centro Nacional de Arte Contemporáneo de Cerrillos representa, hoy, un caso de relevancia institucional, prospectiva, que logró “sortear” una partida accidentada para sostenerse como un vértice diagramático –ampliable– de importancia crítica. Su ubicación en el eje Pedro Aguirre Cerda, facilitada por la Estación Cerrillos del Metro (a dos estaciones de Galería Metropolitana), contribuye a la “expansión” de la equidad urbana, incitando a que la cultura (en términos generales) “responda” a la realidad demográfica y de densificación futura del sector poniente de Santiago.
En términos de política pública, la labor del CNAC se alinea con los objetivos de la Política Nacional de las Culturas, las Artes y el Patrimonio (acceso a la cultura, creación artística, equipamiento cultural). El Estado tiene ante sí la obligación cultural de proteger, y potenciar, esta institución. Mantener al CNAC es sostener un proyecto que funciona como un “engranaje” eficiente en la maquinaria de equidad cultural y desarrollo urbano (entrando, un poco, de forma “positiva”, en la cibernética de primer orden).
La posible falta de misión formal, que se le cuestionaba en sus inicios, se responde –en términos generales– en esta síntesis columnística. Lo único que pudiera quedar en un borde retórico es sobre las supuestas consumaciones de la disputa sobre la contemporaneidad, pero este nudo es muy amplio y afecta, transversalmente, a todo Occidente.
Para terminar, insisto en que la consolidación del CNAC como un centro artístico-cultural, de pensamiento crítico y un polo de desarrollo en el sector poniente de Santiago es una decisión estratégico-pública que ya no puede ser desviada de su importancia geoterritorial.
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