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La decisión de la Democracia Cristiana EDITORIAL Imagen de Archivo

La decisión de la Democracia Cristiana

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La política progresista está obligada a construir acuerdos para lograr sus objetivos. Pero tiene el deber de saber y definir con quién y para qué se concretan las alianzas políticas. Todo indica que la DC tomó su decisión teniendo en cuenta el con quién, aunque está pendiente clarificar el para qué.


Que la Democracia Cristiana (DC) haya decidido apoyar la candidatura presidencial de Jeannette Jara no era a diferencia de lo que buscan instalar algunos comentaristas algo obvio ni por descontado. Basta con preguntarse si otros candidatos comunistas habrían logrado el ingreso formal de la DC a su coalición, cosa que incluso Gabriel Boric nunca consiguió materializar.

Si la DC apoya a la militante comunista Jeannette Jara es, en primer lugar, porque se trata de la candidata de la coalición amplia de centroizquierda, conformada principalmente por el Socialismo Democrático + Frente Amplio + Partido Comunista. Pero también porque Jara ha dado señales de su disposición al diálogo y ha tenido gestos que permiten esperar que será convocante y transversal.

Como botón de muestra, su postura crítica y diferenciada de su partido, el PC del régimen venezolano, su distanciamiento de posturas extremas, como las de Daniel Jadue, y planteamientos económicos que no se alejan de la línea socialdemócrata del Gobierno actual.

Atendido lo anterior, puede decirse que la decisión de la Junta Nacional de la Democracia Cristiana de apoyar a Jeannette Jara no fue un mero cálculo electoral o el último estertor de un partido en vías de extinción, sino que constituyó una decisión anclada con el largo tránsito democratacristiano, desde haber apoyado el golpe de Estado en 1973 hasta transformarse en el puntal de la recuperación de la democracia y la protección de los derechos humanos, además de ser parte fundamental de los mejores y más exitosos 30 años de este país.

Fue, entonces, mucho más que un acto de confianza en la candidata Jeannette Jara, con los riesgos que esto puede entrañar: fue una decisión política de fondo.

Una decisión política de fondo porque en palabras de su secretaria general, Alejandra Krauss la Democracia Cristiana hace tiempo fijó su domicilio político lejos de la derecha y de la ultraderecha. Y resulta un hecho evidente que, a nivel mundial, la democracia se halla bajo la amenaza de la ultraderecha y, en Chile, esa ultraderecha está constituida principalmente por el Partido Republicano, antítesis del Estado social que postula la DC.

Es una decisión política porque lo más probable es que, a fin de año, el contrincante de Jara sea el líder del Partido Republicano, José Antonio Kast, quien en 2017 señaló orgullosamente que “si Pinochet estuviera vivo, votaría por mí”.

Y es también una decisión política de fondo porque acerca a la DC a sus raíces más profundas, centradas en una visión humanista del mundo y en el rol que juega la comunidad organizada para alcanzar esa promesa. Esta idea no se ve reflejada en la candidatura de ultraderecha, que compite consigo misma por quién es más libertario, más individualista, más hostil a todo lo que suene a organización común.

Dicho todo lo anterior, referido al “con quién”, aún resta saber con detalle y precisión el “para  qué” la Democracia Cristiana se decidió finalmente por Jeannette Jara y la coalición de centroizquierda que la respalda, lo que deberá transparentarse y reflejarse en el programa gubernamental que se presente al país en los próximos días –donde se compartan mínimos éticos y proyectos comunes de justicia social, crecimiento económico, sostenibilidad fiscal y protección de derechos humanos, así como los compromisos para intentar cumplirlo, y también en las personas que acompañarán a la candidata en un eventual Gobierno conformado por una coalición amplísima, que va desde la DC al PC.

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