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Mauricio Bravo: en educación “se han promulgado políticas que han carecido de un análisis técnico” PAÍS

Mauricio Bravo: en educación “se han promulgado políticas que han carecido de un análisis técnico”

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Luis Felipe de la Vega
Por : Luis Felipe de la Vega Investigador educativo.
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El vicedecano de Educación de la UDD critica que las políticas respondan más a ideologías que a evidencia, y propone priorizar la educación parvularia, mejorar asistencia escolar, fortalecer la inclusión y enfrentar la crisis de convivencia en los colegios.


En la quinta entrevista de esta serie tuve la oportunidad de conversar con Mauricio Bravo, actual Vicedecano de Educación en la Universidad del Desarrollo. Cientista político de formación inicial, realizó un magíster en políticas públicas y, luego, un doctorado en educación superior. Además de
su función directiva, Bravo se dedica a la investigación y también ha participado en el Centro de Innovación en liderazgo educativo (CILED), liderado por su propia universidad.

En el caso de esta entrevista, hubo un tema que antecedió a la identificación de factores clave para enfatizar en las políticas educativas. Mauricio Bravo quiso ahondar en su diagnóstico de la realidad educativa nacional y sus factores explicativos. Según su juicio, parte del problema se daría
en la distancia entre las visiones técnicas y las políticas respecto de lo que debe hacerse para mejorar el sistema educativo.

“El sistema educativo chileno no es malo; a veces hacemos un diagnóstico muy pesimista y dejamos de ver que, a nivel comparado, somos uno de los mejores sistemas latinoamericanos, en términos de cobertura o de resultados educativos. Entonces, si bien tenemos muchas debilidades y oportunidades de mejora, también tenemos fortalezas que han hecho que el sistema educativo chileno sea mirado a nivel regional como un referente”.

“En ese contexto, las exigencias que tenemos hoy día son mucho más altas. Buscamos, primero que nuestros estudiantes aprendan bien, que alcancen un buen desarrollo socioemocional y que puedan contar con trayectorias educativas que les permita cumplir sus proyectos vitales. Y
es en este ámbito, en materia de resultados educativos, creo que hoy día Chile está un poco estancado, no ha logrado seguir avanzando. Si bien avanzamos mucho en términos de cobertura, de asistencia escolar, de matrícula y, en algún momento, -en la primera década del 2000- en términos de resultados académicos, a partir del 2010, los resultados se empiezan a estancar y, en algunos casos, empiezan incluso a retroceder”.

“¿Qué fue lo que ocurrió? Según mi análisis, se han promulgado una serie de políticas públicas que ha carecido de un análisis más técnico y que han respondido a una visión más ideológica de los gobiernos de turno respecto de cómo se concibe la educación o cuáles son las variables
que explicarían mejor los resultados”.

“Todos sabemos que, técnicamente, el factor intraescuela que más impacta en los aprendizajes de los estudiantes es el profesor y, luego, el líder escolar. No obstante, las políticas públicas de los últimos 10 o 15 años, más bien han respondido a modificar la estructura del sistema, más que lo que ocurre al interior de la sala de clase. Por ejemplo, la Ley de inclusión lo que buscaba era terminar con el lucro, con la selección y el copago en la educación, lo que es, más bien, una reestructuración organizacional de nuestro sistema. Por otro lado, tenemos la ley de fortalecimiento de la educación pública, que va en el mismo sentido. Son, más bien, políticas organizacionales y hay muy poca evidencia respecto de que este tipo de política impacte realmente en los aprendizajes”.

“Mientras, aquellas políticas de las que sí disponemos de evidencia – relacionadas con el docente y el líder escolar- han sido poco abordadas. Si bien tenemos una carrera de desarrollo profesional docente que mejoró las condiciones laborales y estableció una carrera docente, no ha sido suficiente. No tenemos aún carrera directiva, llevamos años discutiendo sobre eso. Entonces, uno se pregunta ¿dónde están aquellas políticas públicas que son más efectivas?”.

Nuestro entrevistado profundiza en su juicio crítico de las dificultades que se presentan a nivel político para definir políticas de estado que favorezcan el desarrollo educativo de Chile.

“Yo creo que no estamos mirando la educación como un bien país o con una mirada de Estado, sino, más bien, como una especie de trinchera política, en que llega un gobierno y en base a ciertas mayorías parlamentarias, quiere imponer una determinada visión sobre la manera en que cree que se obtienen los resultados. Sin duda, todos los gobiernos y los sectores políticos tienen buenas intenciones, yo no pongo en duda aquello. Lo que sí cuestiono es si tenemos claridad de cuáles son los mecanismos reales para lograr los objetivos o propósitos fundamentales para la educación”.

“Creo que hay bastante consenso técnico, pero no logramos tener un consenso político, más aún ahora, que estamos en una situación política más polarizada, lo que hace parecer aún más complejo llegar a acuerdos sobre cuáles son los ámbitos que la educación más requiere. La única manera de avanzar sería que nos saquemos las gafas ideológicas y que realmente nos pongamos a pensar en qué es mejor para nuestras futuras generaciones y no en que es mejor para una determinada visión política. La única manera de avanzar es llegar a un gran a un gran pacto social y político para que decidamos, de verdad, pensar en el futuro de Chile”.

Pasando al tema de cuáles debieran ser las prioridades para las políticas educativas en Chile, Bravo destaca la necesidad de relevar lo que ocurre en el nivel de educación parvularia.

“También sabemos -la literatura lo dice- que la educación parvularia es el subsistema más relevante dentro de la trayectoria escolar, para garantizar el éxito futuro. Sin embargo, no estamos invirtiendo fuertemente en este nivel educativo. Tenemos las prioridades invertidas, porque estamos invirtiendo muy fuertemente en educación superior, mientras una parte muy minoritaria se va a educación parvularia. La señal de política pública es contradictoria, nos falta diseñar la política pública con una mirada de Estado en esta materia”.

“Invirtiendo en la educación parvularia debiéramos lograr impactos para reducir, por ejemplo, las brechas socioeconómicas, las brechas de necesidades educativas especiales, de migrantes o de género. Si apostamos de verdad por lo que ocurre entre los dos y los cinco o seis años de vida, requerimos formar mejor a las educadoras de párvulo, mejorar la infraestructura de los jardines infantiles, entregar apoyos de distintos profesionales -audiólogos, psicólogos, terapeutas ocupacionales, profesores especiales-. Si fuésemos capaces de hacer aquello con una mirada de largo plazo, en catorce años más las cohortes beneficiadas van a estar saliendo de cuarto medio y lo más seguro es que veamos, por ejemplo, un impacto en las tasas de acceso a la educación superior y avanzaríamos de esa forma este deseo tan anhelado de todos, que la educación sea realmente un motor de movilidad social”.

“Mientas, y mirando al presente de este nivel educativo, yo me preocuparía que más que los niños vayan a la educación parvularia. Está bajando fuertemente la matrícula y la asistencia, como nunca antes lo habíamos visto. Tenemos que buscar incentivos para que los padres y apoderados envíen a los niños a este nivel educativo, lo que puede hacerse, por ejemplo, a través de transferencias condicionadas u otros incentivos hacia los mismos jardines infantiles”.

Siguiendo con la identificación de prioridades y propuestas, le consultamos a Mauricio Bravo sobre qué aspectos quisiera que fueran relevados por el próximo gobierno que asuma en el año 2026 en Chile. Su respuesta incluye los problemas de asistencia a las instituciones educativas, la inclusión y la convivencia escolar.

“Hay que invertir fuertemente en asistencia, buscar alternativas de incentivar la asistencia a la educación escolar, la que ha bajado fuertemente después de la pandemia, así como también aumentó la deserción. Y sabemos que la inasistencia es un predictor de la deserción. Sabemos también que ha aumentado mucho la cantidad de niños que están estudiando en sus casas o a través de colegios virtuales. Eso puede tener un componente positivo, pero también podría implicar un factor de desigualdad social, porque no todos pueden acceder a las mismas herramientas para poder hacerlo de forma adecuada y autónoma en casa”.

“Yo esperaría que el gobierno que asuma se preocupe muy fuertemente de la inclusión educativa, porque hoy día tenemos un gran problema, pue hay muchos niños con necesidades educativas especiales, que están en los colegios públicos y subvencionados que no tienen todas las competencias, ni todos los recursos, ni la cantidad de profesionales adecuados para poder incluirlos como corresponde. Una cosa es que vayan al colegio, pero si no les entrego la educación que requieren, no los estoy incluyendo. Estoy abriendo las puertas para que entren, pero no estoy haciendo nada distinto para que ellos realmente estén incluidos en el sistema escolar regular”.

“En ese ámbito necesitamos también una mejor distribución de los Proyectos de Integración Escolar (PIE), porque, hoy día, están concentrados principalmente en escuelas municipales, las que, prácticamente se están transformando en escuelas especiales. Un porcentaje muy alto de su matrícula tiene necesidades de educativas especiales diagnosticadas. Por ello, tenemos que distribuir mejor a estos niños en todas las escuelas”.

“Por último, también se debe invertir fuertemente en una política de convivencia escolar. Sabemos que la violencia en las escuelas ha aumentado, así como también los problemas de salud mental entre los estudiantes. Tenemos muchas denuncias en la Superintendencia de Educación que están aumentando día a día. Por lo tanto, nos tenemos que hacer cargo también de cómo buscamos programas de convivencia escolar que sean pertinentes para las distintas comunidades escolares”.

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