Teorías conspirativas
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Ayer, mientras hacía scrolling en el teléfono, me topé con un hombre que envolvía su router en papel aluminio “para que el 5G no lo controle”. Más tarde, un tipo vociferaba en una plaza que las estelas de los aviones rocían químicos que nublan nuestro juicio. Obviamente no el suyo. Y, por si faltaba algo, en el chat familiar circuló la foto del famoso microchip oculto en cada vacuna.
- ¿Por qué estas historias absurdas brotan sin cesar? Nuestro cerebro, afinado para la supervivencia, detecta patrones con entusiasmo desbordado, inventando las historias más asombrosas. Después de todo, ¿y si fuera cierto?
Pero al otro lado de las redes sociales y los reels está el Universo Paralelo de la ciencia, que nos ofrece el mejor antídoto: someter cada sospecha al escrutinio de los datos, la evidencia, el pensamiento lógico.
- Celebrar la curiosidad no significa tragarse cualquier cuento, sino disfrutar el arte –exquisitamente humano– de dudar y crear con pasión, pero con honestidad intelectual.
Así, cada teoría improbable se vuelve ocasión para entrenar la mente y, de paso, sonreír ante la infinita creatividad del ingenio conspirativo.
En esta edición nos acompañan dos conocidos de la casa: el antropólogo social Francisco Crespo y la periodista Francisca Munita.
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POR QUÉ BUSCAMOS SECRETOS DONDE SOLO HAY BEATLES

Crédito: Andrea Piacquadio.
El 9 de noviembre de 1966, Paul McCartney tuvo un grave accidente automovilístico cuando regresaba a su casa luego de una extenuante sesión de grabación para el legendario álbum Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Sus heridas fueron tan graves que fue imposible salvarle la vida. En su momento de mayor éxito y expectativas de los fans, los Beatles no quisieron dar esa mala noticia, de modo que lo reemplazaron por un doble de nombre Billy Shears.
- Esta teoría conspirativa circula desde la misma época de la publicación del álbum. Se ha alimentado aprovechando la gran atención mediática que siempre tuvo la banda, lo que tenía como consecuencia una enorme red de personas hablando y opinando sobre ellos.
Hoy las redes sociales son el sustrato perfecto para cultivar las más descabelladas teorías conspirativas, que como organismos vivos nacen y se desarrollan allí, aprovechando el zumbido de millones de voces. Por absurdas que sean, siempre gozan de seguidores: la Tierra es plana, las vacunas matan, el hombre nunca llegó a la Luna, entre tantas otras.
- ¿Por qué estas historias triunfan evolutivamente en este ecosistema de voces? Michael Shermer acuñó el términopatternicity para señalar la habilidad humana de ver imágenes o información aun cuando lo que se muestra es puro ruido. La teoría del manejo de errores de Martie Haselton y David Buss lo justifica evolutivamente: es más seguro reaccionar irracionalmente ante un supuesto peligro que ignorarlo. Aquella alarma útil en tiempos prehistóricos se dispara minuto a minuto en nuestras redes sociales.
Es así como los fanáticos de los Beatles ven y comparten, en canciones, carátulas y entrevistas, decenas de aparentes pistas que confirman su teoría.
- En 2018, Jan-Willem van Prooijenlideró un trabajo que mostró que quienes “ven” rostros en patrones aleatorios, como la estática del televisor, abrazan las teorías conspirativas con mayor entusiasmo.
- En 2023, Müller & Hartmann(2023) refinaron el estudio, validando el hecho de que las personas que ven rostros en patrones aleatorios son más propensas a creer en ideas absurdas y sobrenaturales, aunque para creer en teorías conspirativas se requerían además otros ingredientes, como la desconfianza institucional y la necesidad de aplauso.
Porque lo más extraño en la teoría conspirativa es el ser capaz de creer que la farsa, digamos del terraplanismo, se puede mantener. Esto exigiría coordinar a miles de científicos, astronautas, controladores de satélites, pilotos, meteorólogos y agencias rivales de países enemigos, todos guardando el mismo absurdo secreto. ¡Con lo que cuesta que un puñado de personas mantengan en secreto la fiesta sorpresa que íbamos a celebrar!
- Por tratarse de mecanismos evolutivos, todos estamos expuestos a creer en tonteras. Lo importante es ejercitar nuestro instinto científico para corregir el rumbo. Observar la Tierra, contemplar los espejos que dejaron los astronautas en la Luna, escuchar, conversar y reflexionar.
Y, si todo falla, ir al próximo concierto de Paul McCartney, escucharlo con atención, y comprobar que está más vivo que nunca.
CIENCIA EN TIEMPOS DE CÓLERA

Crédito: Michaelfthompson.

La desconfianza en la ciencia no es nueva ni tiene una sola causa. En 2000, Nature Medicine publicó un comentario titulado “Una crisis de confianza: ¿en la ciencia, los científicos o las instituciones?”, que analizaba el caso del “mal de la vaca loca” en Reino Unido. El primer brote en bovinos se detectó en 1986, pero las autoridades –tras consultar a expertos– aseguraron que era seguro consumir carne. No fue sino hasta 1996 que se reconoció el riesgo para humanos, lo que desplomó las ventas y casi destruyó la industria ganadera.
- El “Informe Phillips”, también de 2000, concluyó que el Gobierno británico adoptó una narrativa excesivamente tranquilizadora. Aunque el riesgo era mínimo, según los expertos, no era inexistente. Esa narrativa habría “sedado a quienes tenían que actuar”. Una frase que pasaría a la historia.
La lección fue simple: al reconocer el riesgo una década después, el público se sintió traicionado. No esperaba riesgo cero. No quería ser “sedado”. Solo quería la verdad.
- La paradoja es que, aunque la ciencia promueve el escepticismo y la búsqueda de la verdad, en la práctica depende de la confianza: no solo del público, sino también entre científicos. El cardiólogo confía en el experto en proteínas. Lospapers pasan por revisión de pares y filtros. Pero esos procesos, aunque funcionan, no siempre responden a la urgencia del momento.
En 2023, Nature alertó: más de 10 mil papers fueron retractados ese año. La base de datos de retractos, ahora parte de Crossref, acumula cerca de 47 mil en más de una década.
- ¿Qué es unpaper retractado? Un artículo retirado por errores, fallas metodológicas o fraude. Lo grave es que, según RetractoBot –un sistema automatizado que alerta a autores–, muchos siguen citando papers ya retractados. Un fraude se cita por un científico serio, otro lo repite y el “lavado de papers” queda instalado. Y no estamos haciendo lo suficiente para frenarlo.
El caso más dañino fue el infame estudio que vinculó vacunas con autismo, publicado en 1998 por Andrew Wakefield en The Lancet. Basado en solo 12 casos, con datos falsificados y sin grupo de control, el estudio sugirió un vínculo difuso entre vacunas y autismo.
- Ya hemos hablado de esto en el newsletter, pero lo insólito es que The Lancet tardó 12 años en retractarlo. Doce años para un paper de alto impacto, publicado por más autores que casos considerados en la muestra, sin grupo de control y de una calidad cuestionable desde el primer día.
La historia se repite como una comedia. Durante una década se entregó una falsa seguridad, nada menos que desde The Lancet, una de las revistas más prestigiosas en salud pública. En el intento por “sedar” ante el error y el fraude, se hipotecó la confianza.
- Un estudio de 2024,con 800 casos, mostró que comunicar inseguridad o imprecisión no erosiona la confianza, la protege.
Para quienes hacemos divulgación, el mensaje es claro: explicar ciencia no es sedar tus problemas. La confianza en la ciencia no debe ser fe. Porque errar es humano y mentir, también.
CURIOSIDADES: PÍLDORAS PARA LA PARANOIA

Crédito: Cottonbro Studio.

Aquí te comparto algunas de las teorías más delirantes que insisten en que el mundo no es lo que parece. Tal vez no lo es, pero no por lo que ellos creen.
La Tierra es plana
La idea: vivimos en un disco plano con bordes que no debemos cruzar.
Argumento: la NASA nos engaña para justificar su presupuesto (con misiones espaciales falsas) y además para controlar el conocimiento (y así, el poder).
La realidad: fotos satelitales, navegación aérea y la simple existencia de husos horarios demuestran la curvatura del planeta. Pero, claro, todo eso también lo controla la NASA, ¿no?
El 5G propaga el COVID
La idea: las antenas 5G activan el virus en nuestros cuerpos o nos debilitan para enfermarnos.
Argumento: el virus SARS-CoV-2 “coincidió” con la instalación de antenas. ¿Casualidad? ¡Obvio que no, cómo se les ocurre!
La realidad: los virus son organismos biológicos. No viajan por ondas. Si eso fuera cierto, tendríamos que vacunarnos contra el wifi.
Paul McCartney está muerto
La idea: el verdadero Paul murió en 1966 y fue reemplazado por un doble.
Argumento: hay pistas “clarísimas” en las portadas de los discos, en las letras, en cómo camina y cómo sonríe. Solo por nombrar un ejemplo: en la portada de Abbey Road (1969), Paul va descalzo, lo que representaría un cadáver. Además, es el único con el paso cambiado.
La realidad: es un caso clásico de pareidolia (ver patrones donde no hay) y efecto Forer (atribuirle sentido a cualquier símbolo que puede parecer una clave secreta si “quieres verla como tal”). Qué suerte la del “doble”. Ha tenido una carrera igual de exitosa. Notable.
El hombre nunca llegó a la Luna
La idea: todo fue grabado en un estudio. Stanley Kubrick lo dirigió.
Argumento: no hay estrellas en las fotos, la bandera se mueve raro y las sombras proyectadas en las fotos lunares no son paralelas, lo que indicaría luces de estudio. Si Kubrick hizo 2001: odisea del espacio, obvio que podía falsificar la Luna. Y todo este rimbombante “show” fue porque Estados Unidos estaba perdiendo la carrera espacial frente a la URSS en plena Guerra Fría.
La realidad: hay múltiples pruebas independientes, como mediciones láser, rocas lunares, transmisiones en tiempo real y hasta reflejos en los visores de los astronautas. Pero sí, creer que Hollywood lo hizo es más entretenido.
Las farmacéuticas esconden la cura del cáncer
La idea: la cura existe, pero las grandes farmacéuticas la ocultan para seguir lucrando con tratamientos carísimos.
Argumento: si el cáncer se curara con una pastilla, se les acaba el negocio. Mejor mantenernos enfermos pero rentables.
La realidad: existen miles de laboratorios, países, universidades y científicos trabajando en paralelo, muchos de ellos sin fines de lucro. Si alguien tuviera la cura, sería un Nobel inmediato. Además, curar también da ganancias y fama mundial. Pero, claro, eso no es tan emocionante como imaginarse a todo el equipo de Pfizer en una sala secreta con trajes negros y risas diabólicas.
Los reptilianos controlan el mundo
La idea: líderes mundiales serían humanoides reptilianos disfrazados.
Argumento: la teoría fue popularizada por David Icke, un exfutbolista británico convertido en autor conspiranoico, que habla de una raza reptil interdimensional que gobierna disfrazada de humanos. A veces parpadean raro (en forma diagonal), tienen gestos robóticos o rigidez al caminar. Y, bueno, ¡la reina Isabel II tenía cara sospechosa! (es la favorita del mito). Otros “reptiles”: George W. Bush, Hillary Clinton o Mark Zuckerberg. ¿Y cómo estamos por casa con los “lagartos”? Michelle Bachelet, Sebastián Piñera, Tonka Tomicic y Arturo Vidal, entre otros.
La realidad: es un delirio total, pero muy útil como metáfora del poder frío y deshumanizado. Como muchas conspiraciones, proyecta miedos sociales a figuras de autoridad.
Los gobiernos ocultan contacto con extraterrestres
La idea: ya nos visitaron y ya hicieron pactos, específicamente con el presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower, en la década de 1950. El trato consistía en abducir humanos (con fines científicos), a cambio de tecnología avanzada que luego sería utilizada en desarrollos militares secretos.
Argumento: se quiere evitar el pánico mundial y mantener una superioridad tecnológica secreta proporcionada por los alienígenas. Además, esos videos borrosos, los documentos clasificados y “las luces raras” no mienten.
La realidad: se han liberado archivos oficiales con fenómenos aéreos no identificados (UAP), pero ninguno confirma contacto. Hasta ahora, todo lo que tenemos son pilotos confundidos y cámaras temblorosas.
LA IMAGEN DE LA SEMANA

Crédito: NASA / Project Apollo Archive.

Apolo 11: una imagen, muchas pruebas
Ya que algunos siguen creyendo que el hombre nunca llegó a la Luna, te presento una de las más de 8.400 fotografías en alta resolución publicadas por la NASA en 2015, como parte del Project Apollo Archive.
Estas imágenes abarcan desde entrenamientos en la Tierra hasta actividades en la superficie lunar y dan a conocer aspectos menos divulgados de las misiones Apolo, incluida la histórica Apolo 11. No solo documentan la hazaña espacial, sino también su lado menos visible: preparativos intensos, errores, miradas perdidas y botas llenas de polvo lunar.
- La fotografía escogida muestra al astronauta Buzz Aldrinde pie junto al Experimento de Retrorreflector Láser Lunar (LRRR), parte del paquete EASEP (Early Apollo Scientific Experiments Package). Este instrumento permite medir la distancia exacta entre la Tierra y la Luna, rebotando pulsos láser enviados desde nuestro planeta. Al fondo, se ve el Módulo Lunar (LM) “Eagle”, cubierto con mantas térmicas doradas y plateadas de Mylar, utilizadas para proteger del calor.
La fotografía fue tomada por Neil Armstrong el 20 de julio de 1969. Si se observa con atención, en el visor de Aldrin se aprecia el reflejo de Armstrong, parte del módulo lunar y la cámara, una Hasselblad 500EL, modificada para uso en el espacio, con película Kodak Ektachrome. Las sombras definidas y largas indican la posición baja del Sol al inicio del paseo lunar (Extra-Vehicular Activity).
Una maravillosa imagen que captura no solo un momento icónico, sino también la inmensidad silenciosa de una hazaña que, por increíble que parezca, aún hay quienes insisten en negar.
Dato científico curioso:
- El retrorreflector que aparece en la foto quedó instalado en la Luna y sigue funcionando hasta hoy. Desde observatorios en la Tierra aún se envían pulsos láser a este mismo instrumento para estudiar la órbita lunar, la rotación terrestre e, incluso, efectos relativistas.
BREVES PARALELAS

Crédito: Imagen generada por IA.

¿Te has preguntado si todo lo que te rodea, lo que ves y lo que sientes, incluso este newsletter, no es real? ¿Si tu trabajo, tus amigos y tu perro fueran parte de una simulación? ¿O si fueras el único ser consciente del planeta, imaginándolo todo en tu mente? Peor aún: ¿y si estuvieras muerto y nadie ha tenido el valor de decírtelo?
- No estás solo. La película The Matrix ya jugó con esa idea hace más de 20 años: vivimos dormidos, atrapados en una ilusión perfectamente diseñada. Un mundo falso, montado para que no sospechemos. Como los muebles en un set de televisión: parecen sólidos, pero por detrás son solo cartón.
Desde Metrópolis (1927) hasta Black Mirror, el cine de ciencia ficción insiste: el futuro será apocalíptico. Máquinas que nos dominan (Terminator), mujeres obligadas a parir para el Estado (El cuento de la criada) o sociedades donde tu ADN define tu destino (Gattaca). Nada de utopías. Solo caos, vigilancia y desesperanza en 4K.
- ¿Paranoia colectiva? No tanto. El antropólogo Pascal Boyer explica que nuestros cerebros evolucionaron para sospechar: más vale asumir que hay un león tras el arbusto que confiar en que solo es el ruido del viento. Michael Shermer llama a esto “tendencia a detectar patrones”, incluso donde no los hay. En otras palabras: tu cerebro dice “esto no puede ser coincidencia» y se inventa una historia que lo explique. Y, precisamente, este sesgo cognitivo nos hace vulnerables a las conspiraciones. Y, por cierto, a ser fans del cine distópico.
Porque sí, es entretenido. Las conspiraciones apelan a una respuesta emocional más que racional. Y por lo mismo –aunque suene redundante–, son más emocionantes. Nos dan enemigos claros y con fines ocultos, héroes que despiertan, un sistema perverso que tú puedes desenmascarar. El cine no solo refleja miedos: los convierte en espectáculo.
- ¿Te acordaste de 12 monos durante la pandemia? ¿Te has preguntado si alguien más está escribiendo tu historia?
No te preocupes. No estás loco. Solo estás bien entrenado (y seducido) por el séptimo arte.
RECOMENDACIÓN: ¿QUÉ PASARÍA SI TODAS LAS TEORÍAS CONSPIRATIVAS FUESEN REALES?

Serie Inside Job, Netflix.

Inside Job, haciendo alusión a la mítica frase estadounidense, es una serie de animación para adultos disponible en Netflix, creada y dirigida por Shion Takeuchi, una de las “Adventure Time Alumni”, grupo prodigioso de animadores con destacadas figuras como J. G. Quintel (Regular Show) y Rebecca Sugar (Steven Universe), entre otros.
- Trabajo Incógnito, como se le conoce en América Latina, es una comedia que se pregunta: ¿y qué pasaría si realmente existiera un Gobierno en las sombras?, ¿si fuéramos gobernados por poderes ocultos?
En el universo de la serie, los miembros del comité de “las túnicas de las sombras” están hartos de gobernar el destino del mundo y subcontratan a Cognito Inc., una empresa creada por dos socios: un magnate y un genio, a cargo de administrar e implementar cada teoría conspirativa en el mundo.
- Los protagonistas, trabajadores de Cognito, deberán lidiar con sus problemas personales, a la vez que controlan los medios, contaminan la comida, hacen experimentos genéticos, mantienen el agujero de la Antártica cerrado y pagan a los actores que “fingieron” el alunizaje, entre otras hilarantes tramas que exploran el profundo abanico de las teorías conspirativas. Algunas muy conocidas y otras más de nicho.
La dirección de arte de la serie sigue los principios de la animación occidental de la última década, con colores vivos y personajes que no buscan ser anatómicamente correctos, sino representaciones exageradas de arquetipos: la genio, la influencer, el conservador militarista, el científico loco, el magnate privilegiado y el lunático de las conspiraciones, entre otros variopintos personajes.
Con actuaciones de voces espectaculares tanto en inglés como en español (mención honrosa a Lizzy Caplan como Reagan y Bobby Lee como Andre) y guiones tanto graciosos como inteligentes, no puedo dejar de recomendar esta gran serie a todos los amantes de las teorías conspirativas.
Y esto es todo en esta edición de Universo Paralelo. Ya sabes, si tienes comentarios, recomendaciones, fotos, temas que aportar, puedes escribirme a universoparalelo@elmostrador.cl. Gracias por ser parte de este Universo Paralelo.
- Mis agradecimientos al equipo editorial que me apoya en este proyecto: Fabiola Arévalo, Francisco Crespo, Francisca Munita, Ignacio Retamal, Camilo Sánchez y Sofía Vargas, y a todo el equipo de El Mostrador.
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