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Data centers salen de las sombras: la infraestructura invisible que sostiene nuestra vida digital Digital

Data centers salen de las sombras: la infraestructura invisible que sostiene nuestra vida digital

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Aunque casi invisibles, los data centers sostienen la vida digital moderna. En Chile, su rápido crecimiento, las inversiones en expansión y su papel estratégico para la nube y la inteligencia artificial consolidan al país como un polo clave de infraestructura tecnológica en la región.


Vivimos rodeados de pantallas y conectados a una “nube” que promete almacenar, procesar y resguardar cada acción digital. Pero esa nube tiene un soporte muy concreto: miles de centros de datos repartidos por el planeta que permiten que la digitalización funcione. Son motores invisibles de una sociedad hiperconectada, capaces de hacer que cada clic, búsqueda o interacción ocurra en milésimas de segundo.

Un data center (o centro de datos) es una instalación física que alberga infraestructura tecnológica como servidores, sistemas de almacenamiento y equipos de red, diseñada para procesar, almacenar, gestionar y distribuir grandes volúmenes de información digital de manera segura y eficiente. 

“Lo curioso es que, pese a su papel central, los data centers son prácticamente invisibles. No forman parte del paisaje urbano, y solo en los últimos años han cobrado protagonismo en la esfera pública. Y, sin embargo, sin ellos no existiría la educación a distancia, las plataformas de streaming ni el avance de la inteligencia artificial, solo por nombrar algunos ejemplos. En otras palabras, nuestra vida digital depende completamente de infraestructuras que no vemos, pero que operan sin descanso”, sostiene Gabriel Estay, director de Secure Power para el Cluster Sur Andino de Schneider Electric.

Los data centers albergan una compleja infraestructura que incluye servidores potentes para procesar datos, equipos de red como switches y routers para interconectar todo, sistemas de almacenamiento escalables (desde discos duros hasta soluciones avanzadas como SAN y NAS), además de mecanismos vitales de ventilación, control climático y seguridad física y cibernética.​ Su propósito central radica en garantizar la alta disponibilidad de servicios digitales, manteniendo un uptime superior al 99.9% gracias a redundancias en energía, refrigeración y redes.​

Esto permite no solo ejecutar aplicaciones empresariales críticas, sino también gestionar respaldos eficientes, recuperación rápida ante desastres y la protección rigurosa de datos sensibles en un entorno de constante evolución tecnológica.

Chile emerge como eje regional en la expansión de data centers

En Chile, ese rol silencioso se vuelve cada vez más evidente. Un informe de Colliers revela que el país cuenta con 33 data centers en operación, con una capacidad instalada cercana a 228 MW, y otros 34 en desarrollo. El crecimiento también se refleja en su escala física. Según CleanBridge, la superficie dedicada a estas infraestructuras pasó de cerca de 50.000 m² en 2013 a más de 350.000 m² en 2023, una expansión sostenida durante la última década. A esto se suman inversiones proyectadas por US$ 1,7 mil millones hasta 2030, impulsadas por la demanda de servicios en la nube y el avance de la inteligencia artificial, de acuerdo con InvestChile.

El aumento del tráfico de datos, producto de nuevos hábitos de consumo, la masificación del teletrabajo, la automatización industrial y la expansión de la IA, ha elevado a los data centers al nivel de infraestructura crítica, comparable con redes eléctricas, sistemas de agua potable o el transporte. Pero, a diferencia de estas obras visibles, los centros de datos operan resguardados, en ambientes controlados y diseñados para no fallar. Su misión es tan simple como esencial: asegurar que la información fluya siempre.

También cumplen un rol estratégico. Los países que atraen inversiones en este sector fortalecen su posición en la economía digital, generan empleos especializados, dinamizan la innovación y refuerzan su resiliencia tecnológica. En América Latina, Chile se ha consolidado como un polo regional gracias a su conectividad internacional, incluidos cables submarinos que lo enlazan directamente con otras regiones, su estabilidad regulatoria y su compromiso creciente con la transición energética.

Más allá de lo técnico, los data centers reflejan nuestra época: infraestructuras ocultas pero decisivas, compuestas por sistemas de refrigeración, kilómetros de fibra óptica, algoritmos que ordenan datos y equipos humanos preparados para garantizar continuidad.

“Quizás el desafío de los próximos años no sea solo hacer más eficientes los centros de datos, sino dotarlos de la visibilidad que merecen como pieza clave de la sociedad digital. Entender que su impacto va más allá del almacenamiento y procesamiento: representan una nueva forma de infraestructura pública, una red silenciosa que sostiene la economía, la comunicación y también la vida cultural”, agrega el experto de Schneider Electric.

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