Opinión
Créditos: Cedida.
Celulares en el colegio: una oportunidad para cuidar la salud mental de niños y adolescentes
La reciente aprobación del proyecto que prohíbe el uso de celulares en educación parvularia, básica y media abre un debate esencial sobre el impacto de la tecnología en la vida de nuestros niños y adolescentes. No se trata solo de restringir dispositivos; es una oportunidad para crear un entorno escolar más saludable, donde la concentración, el aprendizaje y el bienestar socioemocional sean prioridades.
En Clínica MirAndes Manquehue, única clínica en Chile que atiende exclusivamente a niños y adolescentes que requieren hospitalización psiquiátrica, hemos observado que el uso excesivo de pantallas se relaciona con síntomas de ansiedad, dificultades de atención y alteraciones del sueño, entre otros. Limitar el acceso a celulares durante la jornada escolar puede ser una medida clave para proteger su salud mental, siempre que se acompañe de información, diálogo y apoyo de familias y educadores.
Es fundamental recordar que las pantallas no son los enemigos en esta discusión. Cuando se utilizan de manera guiada, con objetivos pedagógicos claros y supervisión, pueden convertirse en herramientas valiosas para el aprendizaje y la comunicación. La clave radica en enseñar a los niños a equilibrar el uso de la tecnología y a desarrollar hábitos digitales responsables.
Este proyecto también presenta una oportunidad para que colegios y familias colaboren en estrategias de convivencia escolar y autocuidado digital. En nuestra experiencia, recibimos jóvenes con adicción a las pantallas y videojuegos, siendo ésta la causa principal de su hospitalización. Aunque no todos los jóvenes se hospitalizan por esta causa, la mayoría presenta la adicción a pantallas como una comorbilidad vinculada a otros cuadros, como depresión, ansiedad y problemas conductuales severos. Esto representa solo la punta del iceberg, ya que, en la base de esa pirámide, hay miles de niños que, por el uso excesivo de pantallas, se ven afectados en su concentración, regulación emocional, autoestima y habilidades sociales.
Por esto, establecer límites claros, ofrecer acompañamiento emocional y ser modelos de uso responsable de la tecnología, así como fomentar una cultura libre de celulares en los colegios y, ojalá, también en casa, favorecerá rutinas de conexión, socialización y juego. Estas medidas sin duda marcarán la diferencia, reduciendo los indicadores de problemas en convivencia escolar y mejorando las competencias académicas, cognitivas y socioemocionales.
La decisión del Senado es solo el primer paso. Ahora debemos asegurarnos de que su implementación se realice con empatía y educación, siempre centrada en el bienestar de nuestros niños y adolescentes. Recordando que ésta también incluye a los docentes y toda la comunidad educativa, ya que deben ser un ejemplo de uso responsable.
Es crucial que se cumpla y no quede solo en el papel. Nuestros niños y adolescentes merecen crecer en entornos seguros que atiendan su desarrollo emocional y social.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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