BRAGA
Créditos: Foto de Tima Miroshnichenko en Pexels
Las marchas, huelgas y protestas feministas observadas en el país desde el año 2016 expresan un fuerte aumento de la participación de mujeres en la política no institucionalizada o informal. Asimismo, y respecto a la participación electoral, se constata una creciente brecha de género favorable a las mujeres desde la implementación del voto voluntario, junto a una mayor presencia femenina en el poder legislativo a partir de la aplicación de cuotas de género.
Además del hito que representa la nueva Constitución que emanará, de manera inédita en Chile y en el mundo, desde un órgano constituyente paritario, se suma el sorprendente resultado de las últimas elecciones de mayo, con una gran cantidad de votos obtenidos por mujeres, dando pie incluso a la cesión de cupos o escaños a hombres luego del ajuste y corrección por paridad de género a nivel de constituyentes.
Junto a esta realidad, favorable para la participación política de las mujeres y que cuestiona y tensiona un dominio que tradicionalmente ha sido vinculado con lo masculino, perviven procesos de producción de normas de género que mantienen una desigualdad enquistada y persistente que desfavorece a mujeres. Esta inequidad tiene variadas consecuencias en las vidas de mujeres, niñas y personas de género no-binario como, por ejemplo, violencia motivada por razones de género, brecha salarial y reproducción de normas opresivas en el contexto educacional. La desigualdad también se ve reflejada en el campo político, especialmente en la participación de mujeres en el diseño de política pública y en los espacios de toma de decisión donde, en Chile y en el mundo, sigue existiendo una sub-representación, menor participación y voz política femenina.
Aun corregida por la implementación de cuotas de género, la presencia femenina en el congreso alcanza aproximadamente un 20% en ambas cámaras, muy por debajo de la participación masculina, mientras todavía existen múltiples barreras de entrada y problemas relacionados con la discriminación y producción de normas de género en política. Más aún y volviendo a los sorprendentes resultados de los recientes comicios, para la elección de autoridades comunales, sin obligación de paridad, las mujeres no llegaron a las listas, con sólo un 22,6% de las candidaturas a alcaldías correspondientes a mujeres y 39% para concejales, volviéndose perentoria la necesidad de extender el mecanismo a todas las elecciones.
Las razones tras una participación desigual y una brecha desfavorable en voz e influencia en política formal a favor de los hombres son diversas, entre ellas, falta de confianza política, responsabilidades familiares, labores de cuidado no remuneradas y falta de modelos visibles de mujeres en política. Otro factor relevante está en el proceso de socialización, aprendizaje y formación política y ciudadana en la niñez y adolescencia, ya sea en el hogar o en la escuela, que resulta fundamental para observar los orígenes de una trayectoria de participación política e involucramiento ciudadano por género luego en la adultez. En términos de la escuela como espacio de formación, las mismas jóvenes y mujeres que en
los últimos años han participado en el movimiento feminista a nivel nacional han levantado duras críticas a la educación sexista recibida de parte de las instituciones escolares.
Las normas de género tradicionales, particularmente aquellas que se sustentan en una especie de “sentido común” invisibilizado dentro de la escuela, impactan la educación y socialización política de los y las jóvenes, considerando además que este proceso se despliega en un contexto cultural e histórico de exclusión de las mujeres. Una expresión de esto son algunos de los principios filosóficos tradicionales propios de educación ciudadana que tienden a asociar la política y lo público con lo masculino. Más aún, la ciudadanía, el derecho a voto y la participación política en general fueron espacios definidos originalmente por y para el mundo masculino y donde sólo de manera reciente se ha permitido la incorporación de las mujeres.
De igual forma, la mayoría de los modelos femeninos de participación política en libros de texto de Historia y Ciencias Sociales – área tradicionalmente a cargo de la educación ciudadana – están generalmente asociados de manera implícita o explícita a la maternidad, y a cómo las mujeres entran a la arena pública principalmente en roles asociados al cuidado familiar 2 . Este tipo de desigualdades discursivas podrían impactar negativamente en los aprendizajes políticos de las estudiantes, reproducir las inequidades en el campo político, producir una pérdida de eficacia política – percepción de que la acción política individual tiene o puede tener un impacto -, confianza y capacidad de agencia de las jóvenes en su adultez.
Si bien desde el Ministerio de Educación se han hecho esfuerzos por abordar los problemas de la educación sexista a nivel general, creemos necesario un acercamiento crítico y específico a la educación ciudadana en relación a la reproducción de normas género que perpetúan la inequidad. De esta manera, la invitación es a problematizar y analizar el contexto antes descrito: la relación de las mujeres con la esfera política, la producción de normas de género, brechas e inequidades que en este dominio se observan desde la formación escolar, así como las oportunidades que el momento político actual supone y ofrece para una mayor inclusión femenina desde la perspectiva del aprendizaje y la socialización política.
Por esto, y con el apoyo del Centro de Justicia Educacional (CJE) de la Facultad de Educación de la Universidad Católica de Chile hemos organizado un webinar abierto a todo público titulado “Género, participación y educación política” el día miércoles 30 de junio a las 11:00 am que será transmitido en el canal de YouTube del CJE
