
Harvey Weinstein espera nuevo veredicto: asegura que su conducta fue “inmoral”, pero no ilegal
Mientras aguarda el veredicto del jurado tras ser acusado de agresiones sexuales y violación en Nueva York, el caso del productor que encarnó el poder en Hollywood expuso décadas de abusos silenciados y marcó un punto de inflexión para la visibilidad del acoso sexual y los derechos de las mujeres.
El caso de Harvey Weinstein y el movimiento #MeToo marcaron un antes y después en la industria del cine, en la lucha por los derechos de las mujeres y en la visibilidad del acoso y la violencia sexual en múltiples sectores.
El productor que durante décadas moldeó el rumbo del cine estadounidense, hoy aguarda el veredicto de un nuevo jurado en Nueva York, luego de que la condena original de 2020, en la que fue sentenciado a 23 años de prisión por delitos sexuales contra dos mujeres, fue anulada en 2024 por un tribunal de apelaciones del estado
Acusado nuevamente por violación y agresiones sexuales, esta vez contra tres mujeres —Miriam Haley, Jessica Mann y Kaja Sokola—, Weinstein insiste en que su conducta fue “inmoral”, pero no ilegal. Una frase que condensa no solo su estrategia de defensa, sino también la lógica con la que durante años Hollywood silenció, relativizó y protegió el abuso sistemático de poder.
“No cometí ningún delito, nunca nada”, dijo en una entrevista reciente con Fox, a pesar de haber sido condenado anteriormente a 23 años de prisión por delitos similares. Aunque esa sentencia fue revocada por un tecnicismo procesal, su figura ya no representa el éxito ni el glamour. Ahora simboliza el derrumbe de una estructura opaca donde el abuso era moneda corriente y el silencio, parte del contrato.
¿Por qué se anuló esa condena y qué se está juzgando ahora?
La Corte de Apelaciones de Nueva York -por una votación estrecha de 4 a 3- determinó que durante el primer juicio se cometió un error procesal:
-
Se permitió el testimonio de varias mujeres que no formaban parte del caso específico pero que declararon haber sido también agredidas por Weinstein.
-
El tribunal consideró que esto pudo haber influido indebidamente en el jurado, afectando su imparcialidad y violando el derecho del acusado a un juicio justo.
Este fallo no declaró a Weinstein inocente, pero sí anuló legalmente el veredicto, lo que obligó a realizar un nuevo juicio para determinar su culpabilidad o inocencia respecto a las acusaciones originales.
En este nuevo juicio en Manhattan, el productor enfrenta cargos de agresión sexual en primer grado -cada uno con una posible pena de hasta 25 años de prisión- y violación en tercer grado, por hechos ocurridos en 2006 y 2013. Las principales denunciantes en este proceso son:
-
Miriam Haley, exasistente de producción, quien afirma que Weinstein le practicó sexo oral a la fuerza en su apartamento en 2006.
-
Jessica Mann, actriz, quien lo acusa de haberla violado en una habitación de hotel en 2013.
-
Kaja Sokola, exmodelo polaca, quien alega que fue forzada a realizarle sexo oral en 2006, cuando tenía solo 16 años.
Aunque Weinstein ya fue condenado en Los Ángeles en 2022 a 16 años adicionales de prisión, este nuevo juicio en Nueva York es crucial tanto por el peso simbólico del caso como por las implicancias legales en la posible acumulación de condenas.
De los Oscar al banquillo
Weinstein fue una figura omnipresente en las premiaciones. Cofundador de Miramax y The Weinstein Company, sus producciones fueron sinónimo de prestigio. Sin embargo, también fueron el terreno donde ejerció su influencia para acosar y agredir sexualmente a decenas de mujeres, muchas de ellas jóvenes actrices o trabajadoras con sueños en ascenso y escasas herramientas para defenderse.
El estallido del caso en 2017, gracias a las investigaciones de The New York Times y The New Yorker, desencadenó una ola global. La frase “Me Too”, creada en 2006 por la activista Tarana Burke, se convirtió en un hashtag viral, empoderando a miles de mujeres a compartir públicamente sus experiencias de acoso y violencia.
La caída de Weinstein rompió con décadas de complicidad institucional y cultural. Durante años, sus abusos eran conocidos pero tolerados, protegidos por contratos de confidencialidad, amenazas legales y una industria que prefería mirar hacia otro lado. Lo que parecía parte del “sistema” —citas incómodas, promesas laborales a cambio de favores sexuales, humillaciones—, pasó a ser reconocido como lo que realmente era: violencia sexual y abuso de poder.
A partir de entonces, surgieron cambios concretos: la implementación de protocolos de intimidad en los rodajes, la caída de otras figuras denunciadas (como Kevin Spacey o Louis C.K.), y una transformación cultural donde hablar dejó de ser una amenaza para convertirse en un acto de resistencia y de justicia.
Revictimización y cambio social
Pero el proceso no ha sido lineal. Como ocurre en muchos juicios por delitos sexuales, las denunciantes han sido sometidas a un riguroso escrutinio. En el caso actual, la defensa ha intentado desacreditar sus testimonios sugiriendo motivaciones económicas y exponiendo detalles íntimos de su vida privada. La revisión de correos electrónicos, historiales médicos y la discusión pública sobre la “credibilidad” de las víctimas vuelve a poner en evidencia cómo el sistema judicial sigue revictimizando a quienes se atreven a denunciar.
“No tengo miedo a los fiscales”, dijo Weinstein, con tono desafiante, pero optó por no declarar, convencido por su defensa de que subir al estrado habría sido “un suicidio”. Mientras tanto, el jurado debate entre testimonios cruzados, pruebas traumáticas y una narrativa cargada de historia.
Pero aun si el jurado actual no logra un veredicto, o si las estrategias legales le ofrecen a Weinstein alguna vía de escape, el cambio ya ocurrió. Porque, aunque él diga que “nunca cometió ninguna ilegalidad”, la cultura que lo sostuvo durante años ya no tiene el mismo blindaje. Y muchas no están dispuestas a volver al silencio.
Porque el caso Weinstein no solo evidenció la magnitud del acoso y la violencia sexual en el cine, sino que también activó un cambio profundo que trascendió a todas las industrias. Fue un momento de quiebre histórico para los derechos de las mujeres, el respeto a la integridad corporal y la lucha por la igualdad de género.