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Dia del padre (LGBTI+) Yo opino Créditos: El Mostrador.

Dia del padre (LGBTI+)

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Pablo Astudillo Lizama
Por : Pablo Astudillo Lizama Académico Facultad de Educación de la Universidad Alberto Hurtado y Presidente del Directrorio de Fundación Todo Mejora.
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A principios de los años 2000, el movimiento homosexual francés se debatía entre la asimilación y la diferenciación. La pregunta que rondaba a la militancia era si acaso se hacía más justicia con los individuos cuanto más se les permitía reconocerse iguales a las personas heterosexuales en cuanto derechos y posibilidades de vida, o bien si se reivindicaba una diferencia sustancial: ser gay requería un reconocimiento explícito de esa diferencia, de ese color que jamás se podría asimilar a lo que ya existía.

Frente a esta discusión, Didier Eribon, filósofo, historiador y activista, escribía una frase célebre que buscaba mirar las cosas desde un ángulo distinto: “no vale la pena desgastarse en discusiones porque hay mil maneras de ser homosexual”. Al mirar la experiencia cotidiana, decía el académico, habrá veces cuando las personas homosexuales quieran ser tratadas exactamente igual que el resto, y otras donde precisamente buscarán que su diferencia sea reconocida. Luego, la justicia tenía que ver con permitir la mayor combinatoria de situaciones y posibilidades para cada persona, en la promoción de los matices y en la garantía de que los sujetos siempre puedan elegir cómo quieren ser mirados.

Lo mismo podría decirse para ser padre cuando se es parte del colectivo LGBTI+. Cuando se trata de pensar la paternidad desde un lugar distinto a la figura heterosexual tradicional, surge la necesidad de pensar que las experiencias reales son mucho más complejas que la postal con la cual se celebra hoy el día del Padre. Primero, porque no se necesita engendrar para ser papá. Segundo, porque hay algo aliviador en querer parecerse lo más posible a la familia tradicional, porque esa narrativa de algún modo tiene un guion conocido. Pero tercero, porque la diferencia necesariamente genera una reflexividad en la crianza que puede ser interesante para enfrentar un mundo cada vez más complejo.

Ser padre LGBTI+ es moverse en un espacio complejo de aceptación y rechazo, de asimilación y diferencia, de navegación sin un mapa claro como cualquier otro padre y como ningún otro. Pero esto no debe ser necesariamente algo malo: como lo muestran ejemplos en la literatura y la investigación académica, las personas LGBTI+ siempre pueden ser agentes y cumplir las dos misiones más sustanciales de la paternidad: ofrecer
a las personas bajo su cuidado la certeza de que el mundo tiene un ritmo predecible y seguro (la seguridad ontológica que describiría Anthony Giddens) y enseñar que el mundo es bueno y digno de ser vivido lo que implica mostrar gestos de cariño e inspiración (como en los relatos de Katya Adaui y Andrés Neuman).

Ahora bien, para poder ofrecer esto, es preciso recordar que se necesita siempre formar parte de una red que cuide a quienes cuidan. La paternidad es un oficio, una artesanía que se aprende de otros. De allí la importancia de las organizaciones sociales, de la propia familia, de los referentes en el currículo escolar, entre otros. Porque las tarjetas para celebrar el día del padre (LGBTI+), al menos en Chile, necesitan viejas sentencias como también nuevas figuras para inspirarse.

Mirar con otros ojos a la Manuela de El lugar sin límites de José Donoso, pensar qué les escribiría Nicolás a sus dos papás, o compartir la lucha de Pablo Rivera en Yo también soy tu papá sirvan quizás como ilustraciones de esos diversos equilibrios entre normalidad y diferencia que hacen de la parentalidad LGBTI+ una ganancia para la sociedad. Una donde cualquier persona puede comprometerse y celebrar hoy día que ser padre es asegurar una vida lo más buena posible a otros, proponer una pregunta sobre cómo haremos para vivir con una misma dignidad común y ofrecer una reflexión sobre cómo ser diferentes no es en absoluto algo malo.

Este día es ideal para reivindicar la paternidad LGBTI+, porque aquella ya existe, ha existido y existiré, porque aquella siempre puede ser mejor y porque las voces que quieren volver a una respuesta simple desconocen que la paternidad se elige, se construye y se vive sin recetas de ninguna especie.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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