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Jorge Baradit y su nuevo libro: «En Chile hay un patrón histórico de resolver violentamente los conflictos sociales»

Jorge Baradit y su nuevo libro: «En Chile hay un patrón histórico de resolver violentamente los conflictos sociales»

Tras el éxito del primero de la serie –que ya lleva 80.000 ejemplares vendidos, una cifra inédita, sin considerar los varios miles que se calcula circulan en versión pirata– Baradit se concentra ahora en la tensa relación entre la oligarquía, el Estado y el pueblo. Un segundo volumen que surge tras la controversia generada por varios historiadores que plantearon que los libros del autor degradaban la enseñanza de la historia. Ante esto, el escritor comentó que cree que ellos «se sintieron más ofendidos por razones emocionales que profesionales».


Jorge Baradit (Valparaíso, 1969) vuelve con un nuevo libro. Historia secreta de Chile II (Editorial Sudamericana) será lanzado en Santiago el próximo 14 de julio –una fecha que no es casual, según el autor– como segunda parte de una trilogía que quiere hacer sobre nuestro país.

Tras el éxito del primero de la serie –que ya lleva 80.000 ejemplares vendidos, una cifra inédita, sin considerar los varios miles que se calcula circulan en versión pirata–, Baradit se concentrará ahora en la tensa relación entre la oligarquía, el Estado y el pueblo,  donde usualmente los conflictos sociales han sido resueltos de manera violenta, según consigna.

La trilogía «es en realidad un gran libro, dividido en tres partes, y esta es la segunda parte. Ahora vamos a explorar un poco más procesos más amplios de nuestra historia, y tratar de deslizar una tesis sobre algunos patrones comunes en nuestro devenir como país», adelanta.

Oligarquía y respeto constitucional

En el nuevo libro, Baradit apunta a la forma en que se relaciona «el Estado con la gente. Hay un patrón histórico en nuestro país, que es la resolución violenta de sus conflictos sociales, a través de respuestas violentas, militares o armadas».

El nuevo libro también aborda «cuál es el respeto a la Constitución y el orden, y cómo este respeto a la Constitución en Chile» podía romperse «si estaba en juego la estabilidad para la producción», con «la oligarquía chilena usando las Fuerzas Armadas como su brazo armado» para restablecerla.

Se trata, pues, de patrones históricos «no tan evidentes» en la relación del Estado con los mapuches o el «bajo pueblo», por dar un ejemplo.

El escritor espera repetir el éxito del primer libro de la saga. «Si ocurre, yo feliz. Pero el objetivo sigue siendo el acercamiento de la historia a la gente», esa que va a sus charlas e interactúa con él en las redes sociales, que abarca «desde niños de trece años a gente octogenaria, y de distintas clases sociales».

Como los que el viernes pasado estuvieron en el Inacap de Talcahuano, a donde asistió a pesar de estar convaleciente de un posoperatorio. Fue un diálogo que «despierta un sentido de país y una responsabilidad social bien increíble», un conversatorio «muy de estos tiempos. Terminamos hablando de asamblea constituyente, de encuentros autoconvocados, de responsabilidad republicana, muy bonito».

Con su nuevo libro, Baradit quiere volver a tocar la fibra de ese público transversal. «Mientras más gente lo lean, yo encantado. En el fondo, yo, como escritor, modifiqué mi prosa, mi tono, para construir un libro de lectura accesible».

La controversia con los historiadores

Recientemente, el autor enfrentó además una controversia con varios historiadores. «Baradit ha construido una imagen del libro y de sí mismo degradando el trabajo de quienes llevan décadas dedicados al estudio y la enseñanza de la historia y su didáctica», escribieron en una columna, hace algunos días, los historiadores Andrés Baeza, Marcelo Casals, Andrés Estefane y Luis Thielemann.

«La controversia con los historiadores es un malentendido de su parte», afirma Baradit, consultado al respecto. «En realidad ‘Historia secreta de Chile’ nunca se ha presentado como un libro historiográfico como para ser medido con esos estándares. Tampoco hay una intención de apoderamiento de información, porque el libro presenta una bibliografía atrás y atribuye al que corresponde. Tampoco hay intenciones oscuras más allá de la difusión de la historia».

«Creo que se sintieron más ofendidos por razones emocionales que profesionales», argumenta el escritor. ¿Tendrá que ver con el éxito del libro? «Eso habría que preguntárselo a ellos. Yo sentí de pronto que ellos se pasaron un poco de rosca en el tono, fueron un poco agresivos, un poco virulentos. A eso me refiero cuando digo que quizás se sintieron ofendidos más emocionalmente que profesionalmente. Si ellos están considerando este libro, ellos se sintieron aludidos. El libro no busca aludirlos a ellos».

Muchos consideran que el libro de Baradit no hace más que difundir al amplio público hechos que, si bien los historiadores conocían y habían registrado, eran desconocidos para la mayoría.

«Este es un libro de divulgación. Cuando ellos dicen que estas historias eran sabidas, yo digo sí, seguramente ellos las sabían, pero el resto de los chilenos, no. Y el libro está orientado a gente como nosotros. Esto es como que un astrofísico le diga a Carl Sagan ‘oye, pero todo lo que están mostrando en Cosmos yo ya lo sabía’. A lo cual Sagan podría haber respondido: ‘Sí, claro, porque no está dirigido a ti'».

En ese sentido, Historia secreta de Chile ha cumplido su objetivo desde su lanzamiento en julio del año pasado, en un país donde, por decir algo, Pablo Simonetti se ha demorado una década en llegar a los 100.000 ejemplares con «Madre que estás en los cielos».

«El libro cumple con su objetivo en acercarle la historia a la gente. Las personas se han interesado mucho más en la historia, y se han abierto puentes y nuevos vehículos de aprendizaje, no solo míos. Hay programas de televisión donde se invita a historiadores, hay libros nuevos de divulgación al respecto, hay un renacer de la historia. No digo que el responsable sea el libro, pero ha contribuido», señala.

«La divulgación requiere un acercamiento emotivo, más narrativo, herramientas que usa la literatura, de otra naturaleza, no solo académicas y técnicas», insiste. «Uno no es que les pida a ellos que se vuelvan más masivos, pero sí a la divulgación se le exige una forma de relacionarse más emocional con los lectores», sostiene.

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