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Esperanza Silva: «Lo de Scaramelli fue un duro golpe para los derechos (de propiedad intelectual)» Para la presidenta de ChileActores el escándalo de la SCD conmocionó al rubro de los intérpretes (actualizada)

Esperanza Silva: «Lo de Scaramelli fue un duro golpe para los derechos (de propiedad intelectual)»

La organización responsable de gestionar los derechos de interpretación del gremio está actualmente en negociaciones con los canales de televisión para renovar un contrato quinquenal que vence en diciembre. Una tarea que no se vislumbra fácil, en medio de una crisis en la industria que ha golpeado las finanzas de todas las emisoras, especialmente a Televisión Nacional de Chile (TVN), al borde de la quiebra.


ChileActores, presidida por la conocida intérprete Esperanza Silva (Santiago, 1960), vive por estos días momentos claves. La organización responsable de gestionar los derechos de interpretación del gremio está actualmente en negociaciones con los canales de televisión para renovar un contrato quinquenal que vence en diciembre. Una tarea que no se vislumbra fácil, en medio de una crisis en la industria que ha golpeado las finanzas de todas las emisoras, especialmente a Televisión Nacional de Chile (TVN), al borde de la quiebra.

Sin embargo, la presidenta de ChileActores es optimista. Argumenta que los actores son imprescindibles para los canales, uno de cuyos caballitos de batalla son las teleseries. Su entidad representa a 2.200 intérpretes, que por concepto de derechos de interpretación reciben de ChileActores cheques que van de los $10.000 a los $16 millones de pesos anuales por su trabajo, pero menos del 10% vive de la actuación. El resto debe complementar con otras actividades.

ChileActores recibe unos $3.000 millones al año de los canales de TV abierta y por cable, una cifra relativamente baja en comparación a los $10.000 millones que obtiene otra entidad gestora de derechos, la Sociedad de Derechos de Autor (SCD), representante de los músicos, de las emisoras abiertas y por cable. Un reparto que Silva considera injusto. Eso sin mencionar el grave daño que, a su juicio, causó a las entidades gestoras de derechos el «Caso Scaramelli».

Lucha por los actores

ChileActores fue creado en 1993 y que desde 1995 funciona como una entidad de gestión colectiva para velar por los derechos sobre propiedad intelectual. En 1999 logró firmar un convenio de tarifas con TVN y Canal 13, al que luego se sumó Mega (2001) y CHV (2005).

En 2008, la publicación de la ley N° 20.243, que garantiza el respeto a los Derechos de Propiedad Intelectual de los artistas, intérpretes y ejecutantes de obras o fijaciones audiovisuales, fijó un nuevo marco de referencia. En 2011 los actores y actrices protagonizaron un histórico paro para denunciar el incumplimiento de la norma por parte de los canales de televisión abierta.

Gracias a esto, el año siguiente ChileActores firmó el “Convenio de Tarifas entre ChileActores y Canales de Televisión”, de la Ley N° 20.243, con TVN y Canal 13. Al año siguiente se sumaron CHV, UCV-TV, Mega, Telecanal y La Red. Esto posibilitó que en enero de 2013 ChileActores realizara un primer reparto histórico de derechos.

Silva destaca la importancia de esta recaudación tomando en cuenta que usualmente los actores viven una fuerte precariedad laboral. Los canales no hacen contratos laborales (se acabaron durante la dictadura), sino los obligan a crear una empresa individual de responsabilidad limitada (EIRL), con lo cual los intérpretes carecen de previsión, salud, indemnización en caso de despido, vacaciones y otros derechos laborales.

Chileactores además financia varias pensiones y fondos de ayuda de salud para sus asociados, así como una serie de iniciativas culturales a favor del gremio.

Las dudas del caso Scaramelli

El «Caso Scaramelli» es percibido por Silva como un duro golpe a las entidades gestoras de derechos.

En junio, este medio reveló las dudas que causó en la SCD que su presidente, el músico Alvaro Scaramelli, se embolsara durante su gestión, que comenzó en 2015, la friolera de $162 millones de pesos por concepto de derecho relacionados, entre otros, a la emisión de unos jingles que compuso para unos informerciales que se transmiten de madrugada. Una cifra estratosférica si se considera que los artistas que más dinero recaudan, de la talla de un Jorge González, no superan los $20 millones al año.

En medio del malestar, Scaramelli debió renunciar a la presidencia, aunque sigue como consejero de la SCD, mientras su colega Amaro Labra presentó una denuncia a la Fiscalía de Ñuñoa.

Curiosamente, el hecho ocurrió de forma simultánea con un caso similar en España con la símil de la SCD en el país ibérico, la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), y que estalló en junio.

Allí a temas libres de derechos eran «arreglados» con un par de notas nuevas y registrados como originales. Los canales, con complicidad de algunos empleados, los emitían de madrugada, generando derechos a los falsos autores, en una estafa conocida como «la rueda». El juez del caso calcula que el fraude ascendió a 100 millones de euros entre 2006 y 2011.

Comparación con SCD

El escándalo le sirve a Silva para comprar los modelos de gestión de ambas entidades. En resumen, mientras la SCD cobra por minutos emitidos, sin importar la hora o el rating, como en el caso Scaramelli, para ChileActores es fundamental el volumen de la audiencia a la hora de cobrar. Otro ítem es la administración: mientras la SCD gasta en ello un 25% de sus ingresos, en Chileactores apenas llega al 5%.

«Para mí fue muy fuerte lo que pasó con el reparto de Scaramelli, porque empecé a comparar, empecé a ver de donde venían esas altas sumas de dinero», comenta. «Nosotros, al repartir, tomamos en cuenta elementos como el rating, la franja horaria, la cantidad de televisores que están encendidos, porque todo eso tiene que ver con la publicidad asociada a la obra».

«No es lo mismo un infomercial que va a las cuatro de la mañana, que nadie lo ve, porque nadie quiere ver infomerciales a esa hora, sino que son como de relleno (que un éxito radial). Que la música que va de fondo lleve tanto dinero no nos lo explicamos. Y después empezamos a ver que en realidad ellos suman minutos al aire, esa es su forma de reparto. Da lo mismo si está en prime time, si al producto le va bien, si mucha gente lo ve… eso no importa».

La dirigenta destaca que ChileActores tiene otras normas de reparto, «que son mucho más justas y equitativas».

«Yo no podría repartir a una obra que no ve nadie más que a una que está en primer lugar de sintonía y que está recaudando más por publicidad. Si bien el sistema de reparto es distinto, creo que está reñido con la ética hacerlo».

Sin repercusiones

Silva compara este caso con lo ocurrido con la SGAE en España y destaca que en el país ibérico tuvo «repercusiones gravísimas».

«Aquí como que los músicos estuvieron de acuerdo, se hizo una auditoría y dijeron que estaba todo correcto, sacaron a Scaramelli de la presidencia pero sigue en el Consejo, y está todo el mundo muy de acuerdo, al parecer. Creo que fue una pillería de buscarle la vuelta al sistema para cobrar por unos jingles que van detrás de los infomerciales, cosas que nadie quiere ver ni nadie recuerda, y tal vez no tenga mucho valor».

«El tema de Scaramelli es un fiel reflejo de que está mal repartida la torta. Si un intérprete como Scaramelli recuada 168 millones de pesos, y el actor nuestro que más telenovelas hace saca un cheque de 16 millones de pesos al año, entonces obviamente aquí hay un error, hay algo que está mal. No puede un intérprete musical sacar 168 millones de pesos por interpretar la música que va de fondo en un infomercial, y un actor que es un protagonista de la serie o teleserie de más éxito» llegar a un décimo de esa cifra.

También señala que el caso afectó a ChileActores. «Como también somos una sociedad de gestión nos llega como que ‘todas las entidades de gestión tienen un hoyo negro y no se sabe cómo distribuyen (la plata)’. Nosotros tenemos súper claro cómo distribuimos y lo tenemos súper abierto. Cobramos aquí, y por otros países, y remesamos ese dinero. Las normas de reparto están publicadas en la página. Algo como lo de Scaramelli habría sido imposible aquí».

En ChileActores sólo hubo un caso extraordinario de un actor que, sumando las dos películas con más de 3 millones de espectadores, donde además interpretó casi todos los personajes, logró $50 millones en un año. Aún así, un tercio de lo de Scaramelli.

Aspiraciones

La tarifa pedida por los actores hace un lustro fue el 2% de la publicidad asociada al producto, pero el acuerdo con los canales fijó el 1,56%. Hoy la idea es llegar a la tarifa original, aunque sea de forma gradual.

Sin embargo, más allá de esto, «queremos un reordenamiento, porque somos un socio estratégico de la industria audiovisual, como actores. Quien mueve el mercado audiovisual es el actor».

En Chileactores estiman que idealmente los actores, guionistas y directores deberían quedarse con un 80% de la torta en el sector audiovisual (cine y TV), y los músicos con el 20% restante, pero quieren respaldar esas cifras con un estudio externo que han gestionado.

Aunque la negociación es canal por canal, finalmente las emisoras se decantan por una tarifa común. Usualmente primero firman los más grandes -TVN y Canal 13- y luego el resto suele adherirse.

Silva admite que la crisis de la televisión complica todo y hace la negociación «mucho más difícil, pero no podemos achicar el porcentaje», cuyo aumento además impactaría de forma mínima, a su juicio, en los ingresos de los canales.

«Además la industria ya sabe que somos capaces de parar», recuerda, en alusión a la histórica huelga de 2011, «una cosa que no se había hecho nunca antes y que nadie pensó, con una unidad total del gremio. Un día sin grabar en cuatro o cinco telenovelas me imagino que les golpeó los bolsillos. Además hoy vemos que hay canales que, como Mega, se sostienen sobre la ficción. Un paro no se lo pueden permitir, y que tampoco queremos hacer».

«No queremos ahogar a la industria, porque somos socios de ellos y nos interesa que crezca, que se fortalezca, pero también que reconozca el justo aporte de los creadores de cada producto audiovisual», concluye.

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