CULTURA
Surgido de un taller literario en plena pandemia, incluye testimonios de hombres y mujeres que tenían entre 6 y 13 años al momento del derrocamiento del gobierno constitucional de Salvador Allende. «¿Cómo nos impactó? Nos atravesó la vida, pero también nos hizo resilientes. Nos dormimos en un país y despertamos en otro. Así de brutal es la historia», señala Paola Passig, una de las editoras del libro.
Un libro con testimonios de personas que vivieron el golpe militar de 1973 siendo niños acaba de publicar la editorial Bogavantes.
Se trata de «Niños del 73», editado por Paola Passig y Ximena Ceardi, que incluye textos del actual ministro de Agricultura, Esteban Valenzuela y el periodista Eduardo Rossel.
«No son recuerdos puros. Están texturados, Y en esta mediación, la realidad de esta mirada- memoria se acomoda, transmuta, selecciona. Pero, además, estos relatos son una polifonía de representaciones», dice Passig.
Passig cuenta que el libro surgió a partir de un taller literario entre periodistas en plena pandemia.
«Yo escribí ‘Tren al Sur’, que relata un viaje que realizamos los primeros días de marzo del 73 -junto a mis hermanas, mi madre y una tía abuela- para que votaran en las parlamentarias del 73. Un amigo leyó la historia y me sugirió hacer relatos de niños del 73. La idea le gustó a Ximena y así empezamos. Ella sugirió sumar a otros autores -aunque yo quería que ambas relatáramos todo-, y bueno, se armó esta polifonía de voces a partir de sus propios autores. Y así el libro comenzó a caminar solo», relata.
«Queríamos que el libro se anclara lo más posible en esa época. De ahí la portada en color sepia, las fotos en blanco y negro. Incluso tratamos de que el lenguaje se anclara en esa época. Hubo un trabajo de edición no menor para respetar ese estilo», relató.
Consultada sobre la selección de testimonios, Passig explica que pusieron como parámetros a personas que hayan tenido entre 6 y 13 años en ese periodo; que tuvieran cercanía con la escritura -«porque se trata de relatos ‘acuentados’, no solo testimonios»- y así fueron llegando historias de conocidos y de los conocidos de los conocidos «que de alguna manera también fueron delineanando el proyecto».
En cuanto a qué personajes destacarían entre los entrevistados, Passig afirma que «todas las historias tienen su impronta, su enseñanza, su gracia».
«Me quedo con la Eduardo Rossel, que ocupa el humor en medio del horror, y por el ritmo que logra en su texto. El de Marcelo Simonetti que parte de la bucólica mirada de un niño observando su jardín y a su familia dividida políticamente, hasta la brutal irrupción del cuerpo de su tía en una playa; el de Alex Ríos que, justamente, se llama ‘El juego’ y parte con estos niños jugando entre el material de la mina llevando alimento a sus padres parapetados y decididos a defender el proceso».
Passig también menciona su propio relato, «Tren al sur», donde aprovechando este viaje en tren de tres noches y cuatro días desde Iquique, se relata a la sociedad completa de esos años.
Asimismo, el texto de Franklin Santibáñez, quien como brigadista de la BRP, con doce años, describe cómo el autor del documental “Continente en llamas”, lo entrevista y le regala puchos mientras él le explica la importancia de la nacionalización del cobre, trazando dibujos en las paredes. «Notable», subraya Passig.
Si, como dice el filósofo alemán Walter Benjamin, “el pasado sólo puede atraparse como una imagen”, el objetivo de las editoras fue justamente «atrapar» la imagen de ese día 11 de septiembre de 1973, en algunos casos, pero también «del proceso previo, dos o tres meses antes, en otros; de los días posteriores al golpe, en muchos más; e incluso, uno de ellos, se sitúa en las protestas de los primeros años de los 80. Son relatos que se originan en una imagen en que las partes van configurando un todo».
En cuanto al impacto que tuvo el golpe militar en esta generación de niños, y cómo los afectó en su vida futura, Passig señala que «se trata de recuerdos mediatizados por los adultos que somos hoy».
«Y como dice Zurita, ‘lo no dicho debe ser el cigüeñal del lenguaje’, y por eso, quizás más importante que lo que dice es lo que se calla o no se dice y en estos textos hay silencios que desentrañar. ¿Cómo nos impactó? Nos atravesó la vida, pero también nos hizo resilientes. Nos dormimos en un país y despertamos en otro. Así de brutal es la historia», concluye.
