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Paz Errázuriz, fotógrafa: “Mi trabajo funciona principalmente con obsesiones” CULTURA Crédito: Cedida

Paz Errázuriz, fotógrafa: “Mi trabajo funciona principalmente con obsesiones”

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Francisca Palma Arriagada
Por : Francisca Palma Arriagada Periodista de la U. de Chile.
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La Premio Nacional de Artes Plásticas 2017 habla a propósito de “EXÉRESIS / PRÓCERES”, volumen que reúne dos proyectos fotográficos de la reconocida creadora. Publicado bajo el sello de Gronefot Ediciones, el libro se presenta este viernes a las 12:00 horas en la Biblioteca Nacional.


La reconocida fotógrafa chilena Paz Errázuriz, Premio Nacional de Artes Plásticas 2017, presenta su nuevo libro EXÉRESIS / PRÓCERES, una publicación que reúne dos series centradas en la representación escultórica y en la reflexión crítica sobre los símbolos de poder, la memoria y la corporalidad.

Realizadas en momentos distintos —Exéresis en 2004 y Próceres hacia 1984—, ambas series dialogan para cuestionar las formas en que la cultura occidental ha construido y perpetuado la figura heroica masculina.

En Exéresis, Errázuriz registra esculturas clásicas en museos de Europa y Estados Unidos, fragmentando los cuerpos y enfocando la mirada en su mutilación. El término médico “exéresis” —que significa amputación o extracción— se convierte aquí en una metáfora visual sobre la ausencia y la pérdida.

Por su parte, Próceres, desarrollada en una fundición de Santiago durante los años ochenta, muestra las figuras de héroes nacionales desmembradas, reducidas a piezas de metal que esperan ser fundidas o ensambladas.

“Me interesaba retratar la parte poco grandiosa de estos próceres reducidos a ‘presas’ de metal…”, señala la autora.

En esta entrevista conversa sobre la ausencia de la carne, la representación del cuerpo, sus rutinas fotográficas actuales, próxima a presentar este proyecto el viernes 5 de diciembre a las 12:00 hrs., en la Sala América de la Biblioteca Nacional, encuentro en el que Paz Errázuriz estará en esta actividad junto a Paz López y Francisca García, autoras de los textos presentes en el libro; y del editor del mismo, el también fotógrafo, Jorge Gronemeyer.

Luego, se presentará el viernes 19 de diciembre a las 19:30 hrs. en  Sala de Máquinas / Taller Gronefot, espacio ubicado en  Dardignac 111, Barrio Bellavista, Recoleta. 

“Exéresis / Próceres”, aparte del libro físico impreso, tendrá una versión digital en formato de flipbook digital interactivo, que integrará accesibilidad digital para garantizar que personas con discapacidades o impedimentos puedan percibir, comprender, navegar e interactuar con el contenido de la publicación. Este proyecto fue financiado por el Fondart Regional, línea difusión, del MINCAP.

-Tus proyectos tienen al ser humano y su condición, el cuerpo en general, como foco de la representación, independiente del tema que elijas. Ahora nos trasladas a otras materialidades, ¿por qué?

Claro, acá es la materialidad lo interesante, porque son los únicos dos proyectos donde no hay carne, no hay cuerpo vivo, diría, a pesar de que yo lo siento vivo también. 

El proyecto viene del ojo del editor, Jorge Gronemeyer.  Esto es algo que admiro mucho, porque posee una mirada muy fina, muy acertada, de encontrar estos dos temas que se avienen mucho, estos dos proyectos independientes, “Próceres” y “Exéresis”. Esta propuesta de libro viene de él y fue realmente una gran sorpresa, porque implica mirar dos proyectos que no son nuevos; son proyectos hechos entre otros, en ciertos tiempos, como “Próceres”, que lo hice durante la dictadura y que no lo podía mostrar, ahora puede salir por primera vez.

-Otra particularidad, además de la materialidad, es que uno de estos proyectos, “Exéresis”, se constituye de fotos que no hiciste en Chile. 

Sí. Esto viene del gran impacto, del asombro de visitar museos en Europa. Tuve la oportunidad de estar por una exposición con tiempo para visitar museos importantes, como el Pérgamo, el Louvre. Después también agregué uno que visité en Estados Unidos.

Estas piezas son históricas, arqueológicas, y en algunos de estos museos, incluso, está prohibido tomar fotos. Habían grandes  letreros de no sacar fotos. Yo vivía aterrada tomando estas fotos, como a la mala, tomadas así como corriendo. No fue como uno hubiera querido haber hecho, la foto con trípode, encuadre perfecto; entonces es un acaparamiento que fui haciendo de figuras, de piezas, que duró ese tiempo no más la recopilación.

-Y quedó guardado hasta ahora …

“Exéresis” lo mostré por primera vez en la librería Metales Pesados. Allí había un rincón al fondo, muy estrecho, donde solo se podían poner ciertas cosas, no cabía cualquier cosa ahí en ese espacio. Este proyecto tuvo la suerte de caber ahí, entonces tuvo un momento pero fue limitado también por el espacio. Ahí fue la primera vez que lo mostré, y creo que es importante reconocer ese espacio de acogida.

-Entonces, en “Exéresis” hay un anhelo, hay una decisión de tomar estas fotos, a pesar que dijera que estaba prohibido hacerlo. Hay un gesto fotográfico. ¿Cómo lo definirías?

Estaba prohibido en esos museos. Pero nosotros estábamos acostumbradas al terror de lo prohibido acá, donde simplemente te quitaban la película o te quitaban todo. En este caso, es un gesto, porque bueno, también está tema del “no pene” o la falta de pene. Ese es un tema muy importante para nosotras mujeres, tanto como para hombres. Es importante  también en ese momento, en el que yo estaba encontrándome en el mundo feminista, buscando un concepto detrás de eso que me ayudara a entender otras cosas, y resulta que ahí estaba.

-A esas esculturas que elegiste no les falta un dedo u otro fragmento del cuerpo.  Elegiste la pérdida del pene ¿Qué quisiste contarnos en torno a esa ausencia?

Primero, hay algo muy curioso, porque no es como un dedo quebrado. Es interesante observar eso. Qué sucedió ahí, cómo sucedió eso, cómo salió. No es que le falte un pedazo de cuerpo. No, lo que falta es exactamente el pene. Eso yo creo que eso da para mucha lectura.

-Comenzando por cuál será la decisión de no reponerla…

Claro, y en cuerpos tan bellos, también. Lo que queda. El resto que queda.

-Tu trabajo ha circulado mayoritariamente en formato libro. ¿Cuán importante es para ti publicar en estos dispositivos? Por ejemplo, publicar los textos dramatúrgicos -de alguna forma-  te permite “ver” la obra cuando ya no está en cartelera. Acá cuando ya no puedes ir a la exposición, o el proyecto no conduce a una, la puedes ver en un libro. 

Siempre me ha interesado mucho el formato libro. Casi todos mis libros, incluso el primer libro, que en particular incluye fotos y textos míos. Eso es algo a lo que yo le tenía terror, pudor, una cosa terrible. Y, bueno, luego opté por trabajar en compañía de gente que admiro mucho, que admiro su pensamiento. Es una adquisición de riqueza muy importante que recibo. Y es como compartir, es como estar con un acompañante, en un tema que para mí es tan grande, tan fuerte. Creo que acompañarme de alguien en la escritura de mis libros le da valor a esa temática. Porque siempre estuve acostumbrada, desde que partí haciendo fotografía, que sobre mis fotos me decían, “no son bonitas, no, no voy a poner una foto tuya aquí, que depresión”; que mis fotos no son para adorno, ni bonitas, desde la mirada clásica. Entonces, me resulta muy natural esto de los libros, en trabajos conjuntos, a pesar de que siempre lo he comenzado yo.

¿Se te hace esquiva la palabra, entonces?

Soy muy buena lectora, entonces soy muy crítica con mi escritura. Siempre he sentido muy, como dices, que la palabra que me resulta esquiva.

-Estas fotos de los proyectos que se reunen en este libro son análogas. ¿Cómo te llevas con el digital? 

Ese cambio, el paso a lo digital, fue muy doloroso para mí, muy difícil, porque soy muy poco tecnológica. Esta llegada fue dura, porque no solo era la cámara, sino que era todo el sistema, el computador, formas de almacenamiento… Pasé más de un año sin hacer fotografía. Algo que después comprendí y que me alteraba mucho, fue el color. Porque te pasan a una cámara digital, está en todo color, y sí, pregunto, cómo ponerla en blanco  y negro y me dicen que se transforma automáticamente… 

En pandemia empecé un proyecto con digital y color. Es una de las pocas cosas que me ha “abuenado” con este soporte. Por suerte, trabajo con Jorge Gronemeyer, que es la persona más maravillosa para compartir estos conflictos fotográficos, por decirlo así.

-Y el celular, ¿lo ocupas usualmente para fotografiar?

Celular, sí, empecé a usar celular. Tengo mi rutina fotográfica, pero nunca ando haciendo fotos porque sí. Es muy curioso esto de los proyectos, cuando una está con una obsesión, porque así es como principalmente me funciona, con obsesiones, entonces una anda buscando y encontrando algo.

En general, he trabajado temas acotados y por tan largo tiempo, por los que sé dónde voy y dónde está lo que busco. Por ejemplo, con “La manzana de Adán”, trabajé más de cuatro años. Eso es mucho tiempo. El tema Kaweskar del extremo sur, también, porque de ahí puedo hacer cosas entre medio, y es tan difícil de repente ir completando ciertos trabajos. Y nunca he hecho nada por encargo tampoco, que es algo típico en la fotografía, que te encargan. Entonces, en general, yo sé dónde voy.

-Y esto que sean procesos de largo aliento, ¿te permite -por así decirlo- enjuagar los ojos para luego volver al proyecto?

Claro, sí, solo que a veces estos tiempos de receso han pasado por casualidades. Por ejemplo, el tema Kaweskar -que es muy importante, un proyecto que quiero mucho- viene de otro proyecto. Estaba haciendo un largo trabajo sobre la mujer de Chile, así se llamaba. Me había ganado una pequeña beca por la que viajé. Empecé a recorrer el país por Arica, y con eso en la cabeza llegué a Magallanes y ahí es donde me encuentro con esta mujer maravillosa, a quien finalmente le dedico todo el trabajo, y que por ella digo: “no, mi trabajo es este”. Y abandoné lo de las mujeres completamente y empecé ese.

-¿Y estas otras fotos que hiciste de las mujeres?

Lo tengo todo lo tengo guardado. Es un buen conjunto y todo, pero no está hecho. Incluso, había avanzado mucho porque a todas las mujeres que fotografié les hice una pequeña entrevista: a una campesina del norte que te decía por qué y cómo trabajaba la tierra; o una política como Fanny Pollarollo, o la señora de no sé cuánto… Empecé a transcribir todo esto, y ahí está todo, guardado, hasta ahora. Necesita una revisión grande, una energía…

-Se podría decir que están ahí latiendo esos proyectos…

 Sí.

-Y esto se vincula con el trabajo de archivo que hicieron en CENFOTO con tu trabajo. ¿Qué concepto tienes de archivo y del valor de su existencia? 

Acá en Chile, al menos de la parte visual y de fotografía, es una cosa nueva que ha empezado a tener sentido. Se está hablando de los archivos y eso es fantástico. Personalmente, cuando hablamos con Andrea Aguad, que es con quien trabajé, ella encontró que yo ya tenía como una especie de archivo, que tenía algo bien ordenado que la sorprendió. Yo solo -al menos- tenía todo junto, por decirte, las mujeres de Chile donde había ido, lo tenía catalogado como mujeres, el lugar y la fecha. Ella valoró ese primer trabajo que yo tenía hecho porque hay otros casos donde no hay nada y se vuelve más difícil ordenar. 

Ahora se está aprendiendo de esto para los archivos, que son un gran aporte a la divulgación. A mí me ha facilitado profundamente, porque todo eso está respaldado, está digitalizado. Yo meto en el computador un disco duro, y ahí voy viendo; porque es tan delicado todo lo análogo, la película que se raya, que esto, lo otro, que un polvito que cae… En cambio, ahí en la pantalla tienes todo.

Y bueno, lo digital… ahora ordenar lo digital ya es otra cosa. Ya todos sabemos cómo se puede, más o menos, enfocar eso.

-Otro de tus roles en el campo fotográfico ha sido dar talleres. ¿Cómo te planteas esta labor?

Sí, como taller. Lo hice por trabajo. También, era un incentivo mío que quienes participaran encontraran el tema, ¿qué querían decir?, ¿qué querían buscar? Yo exijo lecturas… hay otros fotógrafos, muy buenos fotógrafos, que van a enseñar la técnica y que la foto te va a quedar muy bien expuesta, muy bien, pero que diga algo, eso sí, es tremendo.

-¿Qué mirada tienes sobre la Inteligencia Artificial?

Le tengo terror. Más que respeto, le tengo susto. No sé qué va a pasar con esto. O sea, hay  que elaborar, hay que pensar en un futuro. No conozco a casi nadie que la ocupe, entonces no, no tengo ninguna cercanía.

-¿Cuáles son tus preocupaciones fotográficas actuales?

Para mí es importante que haya un contexto social, un contexto político dentro de cualquier obra, de cualquier trabajo. Yo creo que si es una buena poesía, eso va a estar.

 

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