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Mundo editorial lamenta caída de Feria Internacional del Libro de Santiago (FILSA) CULTURA Crédito: Cámara del Libro de Chile

Mundo editorial lamenta caída de Feria Internacional del Libro de Santiago (FILSA)

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Marco Fajardo Caballero
Por : Marco Fajardo Caballero Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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Para la Sociedad de Escritores de Chile, está clara la necesidad de repensar la Feria, “pero quizá con una propuesta cultural que no tenga como propósito exclusivo la venta de libros, sino una oferta cultural”.


Terminó una nueva versión de la Feria Internacional del Libro de Santiago (Filsa), pero quedó claro, una vez más, que ya no es lo que era. Ya en 2019, El Mostrador publicó una nota donde daba cuenta de su caída libre por la salida de las editoriales trasnacionales e independientes, y seis años después nada ha cambiado.

“Estamos en la Feria de Guadalajara y acá no te preguntan por la Filsa. Te preguntan por espacios en la Furia. La Filsa les da lástima. Y a quién no, si era nuestra feria internacional. ¿Fue recién parece?”, comenta Simón Ergas, editor de La Pollera.

Uno de los problemas es el acceso: para entrar de viernes a domingo había que pagar $4.500, a diferencia de otros eventos, como la Furia del Libro o la Primavera del Libro, donde la entrada es gratis.

Para las editoriales también estuvo difícil: un editor comentó a este medio que un puesto en la Estación Mapocho salía $900 mil, el triple que en la Furia o la Primavera.

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Escaso público

Uno de los que le salió a pegar ahora fue Arturo Infante, exdirector de la Cámara Chilena del Libro, con una entrevista en The Clinic.

“Filsa es hoy un espacio más para vender libros, pero con costos altos de participación y público escaso, y tampoco es una propuesta cultural imperdible, por ello muchos prefieren abstenerse de participar”, fue una de las cosas que dijo.

“Es una feria que para nada prestigia ni ayuda a la actividad editorial en Chile. Han sido las pequeñeces de unos pocos, las ambiciones de liderazgo de otros, las que han provocado una atomización gremial de la industria. La absurda e injustificada división entre editoriales grandes y chicas –transnacionales vs. independientes–, como si el problema de falta de comprensión lectora y el bajo hábito lector no fueran un desafío para todos. Si a esto agregamos la nula política estatal para dotar a Chile de una feria digna y profesional, estamos en el peor de los escenarios”, comentó Pablo Dittborn, uno de los pesos pesados del ambiente, a El Mostrador.

En términos parecidos se expresó Francisca Muñoz, directora ejecutiva de Editoriales de Chile.

“La Filsa hace años que dejó de ser una esperada fiesta literaria, donde era posible encontrarse con todos los representantes del ecosistema del libro, tanto de Chile como de otros países, y la ciudad se convertía por varios días en un importante escenario cultural. Los motivos para esto son diversos. Por nuestra parte, como Editoriales de Chile, dejamos de tener un stand colectivo por los altos costos que esto implicaba. Además, creemos que cobrar a visitantes por entrar al recinto, sin beneficios asociados, puede ser una barrera que condicione la participación de los públicos”.

Reacción de FILSA

El Mostrador consultó con la Cámara Chilena del Libro, pero no quisieron comentar sus dichos. La Cámara Chilena del Libro se limitó a compartir su comunicado de cierre donde destacó que, por primera vez en su historia, se celebró a una región del país (Los Lagos) como Invitada de Honor.

También informó que el evento incluyó sobre 340 actividades, en el que participaron más de 1.200 personas, entre escritoras y escritores, académicos, editores, ilustradores, músicos y artistas, con presencia de poetas invitadas de Uruguay, Argentina, Bolivia y Perú.

En el capítulo de Jornadas Profesionales destacaron el 13° Seminario Internacional de Literatura Infantil y Juvenil, el Seminario del Mundo Bibliotecario, el Seminario de Cartografías Lectoras para mediación de la lectura, el Encuentro de la Delegación de Editores Alemanes y autoridades de la Buchmesse Frankfurt.

Sin dar cifras de público (en la década pasada llegaron hasta 300 mil personas), además resaltaron la visita del Presidente de la República, Gabriel Boric, durante el primer día de FILSA 2025.

Elogios oficiales

El gobernador de Los Lagos, Alejandro Santana, señaló al cierre que “hemos tenido una semana ejemplar como región en la Feria Internacional del Libro de Santiago. Agradezco y valoro al equipo del Gobierno Regional y a todos quienes colaboraron tanto en el ámbito público como privado. Tenemos un presente y un futuro más potente del punto de vista de la cultura y el arte, porque FILSA nos dio la oportunidad de aprender que tenemos las competencias de estar en temas de interés público no solo locales, sino que a nivel nacional. La región de Los Lagos hoy tiene un nombre gracias a todo lo que pudimos mostrar en la Estación Mapocho”.

La Seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Ana María Santos, expresó que “la presencia de la Región de Los Lagos en la Feria Internacional del Libro de Santiago fue un verdadero éxito, sobre todo porque nos permitió visibilizar nuestra tremenda diversidad cultural. Logramos mostrar el talento de nuestros artistas, fortalecer redes y posicionar a la región como un referente creativo a nivel nacional. Fue una participación que reafirma la importancia de invertir en cultura para abrir más oportunidades a nuestros territorios”.

Por su parte, Sergio Trabucco, subdirector de Arte, Cultura y Patrimonio de la Universidad de Los Lagos, destacó que “FILSA significó una sinergia y colaboración inédita. Estamos agradecidos de ser la primera región Invitada de Honor y de haber sido parte de esta fiesta del libro. De ver el Centro Cultural Estación Mapocho repleto y de remar en una sola dirección, haciendo que la palabra rebalse el libro y encontrándonos desde la generosidad y el compromiso con el público de la capital, quienes conocieron más de la riqueza literaria de la Región de Los Lagos”.

Críticas de autores

Sin embargo, al igual que los editores ya citados, varios autores también fueron críticos con el evento en esta ocasión.

“La FILSA dejó de ser una feria atractiva y representativa de la producción editorial nacional, por ejemplo, y no tiene convocatoria ni importancia internacional. Y ahora es una especie de bodega de saldos y cursos de inglés, ni qué decir del programa de activades. Hace rato que la Cámara Chilena del Libro –los organizadores– dejó de ser una entidad que represente al gremio editorial. De la Cámara del Libro fundada por Nascimento y otros editores con el fin de generar políticas en favor del libro, ya no queda nada. Incluso la Cámara estuvo vinculada a la pirateria”, criticó el escritor y editor Felipe Reyes.

Jorge Calvo, vicepresidente de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH), coincide en que, desde hace algunos años, la Feria del Libro de Santiago que tradicionalmente se realiza en el Centro Cultural Mapocho “ha venido experimentando síntomas de deterioro, y se extraña el fastuoso despliegue de estandartes, pendones y gigantografías”.

“Inclusive el número de puestos a la entrada ha ido disminuyendo, también las cafeterías y las casetas radiales, hasta los restaurantes que antes proliferaban pegados a la ribera del río. Y ya no se aprecian esas multitudes apiladas a la entrada”, afirma.

“No cabe duda que la FILSA ha ido experimentando un desgaste: se deja sentir la ausencia de editoriales de renombre y tampoco se ve la presencia de famosos autores internacionales ni la presentación de títulos de actualidad, siempre tan apetitosos”.

¿Un museo?

El escritor Rodrigo Ramos cree que la Filsa puede compararse a un buque antiguo, que flota, pero que no navega, de esos buques que sirven de museo o también de casino.

“Fue hace algún tiempo la principal feria del libro, un lugar que concentró en su momento una parte considerable de la actividad editorial del país, marcaba pauta; sin embargo, le afectó la diversificación del circuito tradicional del libro. Actualmente hay ferias más reducidas, específicas, descentralizadas, al aire libre, algunas evidentemente políticas y de mucha calidad de material.   Todas estas ferias son las que dinamizan el mundo del libro”, asegura.

Para él, la Filsa también perdió en la internacionalización.

“Antes uno iba a escuchar charlas de autores de renombre internacional; había stand de autores seleccionados por país. En Guadalajara o Buenos Aires, son ferias a las que se puede seguir el modelo; hay oportunidad para escritores, editoriales y personas ligadas al libro de reunirse entre pares, dialogar y ver instancias de negocios o capacitación.   Si bien vender libro es parte del asunto en estas ferias, no es la prioridad”.

No obstante, Ramos admite que para ciertos grupos de escritores o editores de la provincia, estar presente en la Filsa es una suerte de validación de presentar la obra en Santiago, en un ejercicio “martinrivista”, quizás porque en provincia, por lejanía o desconocimiento, la marca Filsa tenga más prestigio que en la capital.

Público leal

Aún así, el vicepresidente de la SECH reconoce que una cierta cantidad de público que se puede considerar “porfiadamente leal” continúa asistiendo y encontrando tiempo para recorrer los pasillos y visitar los stand, donde aumentan los comics y los juegos electrónicos. Y adquieren, aquí y allá, algunos títulos.

“La Feria continua vendiendo una cifra considerable”, comenta.

“Y es justo reconocer que ahora presenta ese aire artesanal y algo provinciano que tuvo por allá por la década de los ochenta, cuando se hacia a espaldas del Bellas Artes, en los jardines del Parque Forestal”.

¿Nueva feria?

Para la directora ejecutiva de Editoriales de Chile, no contar con un evento internacional del libro en Chile “nos quita del circuito literario mundial”.

“Esto se vuelve aún más problemático en un momento en que el país se está posicionando como referente siendo invitado de honor a la Feria del Libro de Frankfurt 2027”, advierte.

“Desde hace algunos meses hemos estado trabajando de manera organizada en la Red de Coordinación del Ecosistema del Libro, en la que participan diversas agrupaciones e instituciones editoriales, universitarias y culturales, para avanzar en la consolidación de este evento tan necesario para nuestro país y para la proyección internacional del libro chileno”.

Para Calvo, está clara la necesidad de repensar la Feria, “pero quizá con una propuesta cultural que no tenga como próposito exclusivo la venta de libros, sino una oferta cultural”.

Él la imagina “dándole a la gente lo que más busca: lecturas de poesía y microcuentos, mesas redondas con temas de actualidad y el encuentro y el dialogo con escritores- Y para esto sería conveniente considerar la presencia de Institutos culturales y también de las Universidades”.

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