CULTURA
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Alessandro Portelli, historiador italiano: “La hegemonía de la derecha se basa en el miedo”
En una conversación con el historiador oral italiano Alessandro Portelli reflexiona sobre los desafíos contemporáneos de la memoria, la política y la cultura. “Soy un hincha de Violeta Parra”, confiesa.
Alessandro Portelli es uno de los historiadores orales más influyentes del mundo y una figura central en los estudios contemporáneos sobre memoria, narrativa y cultura popular. A sus 83 años pasó unos días en Santiago como invitado de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política de la Universidad Católica de Chile.
Sin embargo, no era la primera vez que visitaba la capital. El recuerdo que más lo marcó fue el 11 de septiembre de 2011: había llegado ese día, y lo primero que hizo fue salir a la Alameda para ser testigo de las manifestaciones que ocurrían en el centro de la ciudad a raíz de la fecha. Tras un enfrentamiento con las fuerzas policiales, no alcanzó a escapar con los manifestantes y quedó empapado con el agua del carro lanza aguas.
Más allá de la anécdota dice que “todos tenemos un lugar en el corazón para Chile por todo los años de Allende y por toda la música chilena, yo soy un hincha de Violeta Parra, es una de las más grandes en todo el mundo”.
Portelli es especialmente conocido por su enfoque en la historia oral, defendiendo que los relatos de las personas comunes son esenciales para comprender los procesos históricos.
La fuente oral, sostiene, permite escuchar esa pluralidad de experiencias que nunca coincide del todo. Cada relato aporta una pieza distinta de un mosaico mayor.
“Lo que se llama memoria colectiva es más una representación oficial, un uso público de la historia, los monumentos, los estados, de enseñanza en las escuelas. Y el sentido que me interesa en mi memoria es algo que hacen los individuos y que pueden compartir porque se acuerdan de las mismas cosas, pero cada uno tiene una memoria distinta. Y por eso, la fuente oral es la manera de escuchar el relato de las memorias individuales”, explica en conversación con El Mostrador.
Portelli distingue entre “memorias compartidas” (recordar las mismas cosas) y “memoria social”, que funciona como una gramática de lo que una cultura permite o no recordar. Esa gramática cambia porque los individuos actúan sobre ella. El ejemplo más claro, señala, es la historia de las mujeres, que durante generaciones estuvo fuera del marco social de la memoria y hoy se ha vuelto central porque ellas siguieron recordando y hablando.
Para Portelli, cada entrevista de historia oral es un acto político en dos sentidos. Primero, porque amplifica las voces de quienes rara vez han tenido micrófono como obreros, mujeres, campesinos, niños, estudiantes.
Segundo, porque el acto mismo de entrevistarse obliga al entrevistado a pensar la forma y el sentido de su propia vida: “¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿Cómo explico quién soy a un desconocido?”. Esa toma de conciencia es una acción política mínima. El entrevistador, por su parte, debe enfrentarse a la alteridad y a la desigualdad; también ahí hay un gesto político.
Neoliberalismo, crisis democrática y desencanto
Al estudiar la cultura popular el pensador ha sido testigo de grandes eventos políticos que han marcado la segunda mitad del siglo XX y los inicios del siglo XXI, en relación a la falta de cohesión social y el avance de la ultraderecha en el mundo.
Portelli vincula la fragmentación social actual con décadas de neoliberalismo, citando la célebre frase de Thatcher: “There is no such thing as society” (no existe una cosa llamada sociedad). Esa lógica ha producido una desigualdad que, según él, no tiene precedentes, donde a multimillonarios se les concede riqueza inimaginable mientras los Estados no pueden garantizar salud o educación pública.
“Hay una desigualdad que nunca existió en la historia humana, la desigualdad de hoy, la sociedad no es líquida, los ricos se vuelven más ricos, pero es difícil que los llamados pobres, la gente normal, reconocerse como parte de una colectividad”, sostiene.
En ese sentido reconoce que existe una crisis de la democracia, “hay cada vez más ciudadanos que sienten que su voto no cuenta y no votan. Y ese es un factor que refuerza la ultraderecha porque están más motivados”, afirma.
Además, Portelli distingue entre el fascismo clásico italiano, estatalista y paternalista, y las nuevas derechas neoliberales. Líderes como la primera ministra italiana Giorgia Meloni, afirma, tienen una enorme capacidad para conservar el poder, pero no necesariamente para gobernar.
“Es poder sin gobernar”, dice.
Portelli asegura que la hegemonía de las derechas actuales se basa en el miedo.
“La hegemonía de la derecha se basa en el hecho de que la gente tiene miedo, tiene miedo de los inmigrantes, tiene miedo de la criminalidad y busca protección. Y en una época en que la imagen del porvenir y todo eso se ha borrado, no hay visión de esperanza de futuro. Y entonces esta es donde la derecha sí tiene hegemonía”, asegura.
Además, afirma que la palabra “libertad”, históricamente asociada a la izquierda, se ha desplazado hacia el discurso neoliberal de “ser empresario de sí mismo”, proceso que en Italia comenzó con Berlusconi. Hoy, dice Portelli, la ultraderecha incluso se jacta de su crueldad, a diferencia del pasado.
Desde Italia: gobernar sin representar
Portelli describe la situación italiana con preocupación: Meloni obtuvo cerca del 27% de los votos del total de la población, pero, gracias a reformas orientadas a fortalecer al poder ejecutivo, gobierna con una mayoría sobredimensionada.
Es un ejemplo más de cómo los sistemas políticos contemporáneos producen poderes de minoría asentados en el desencanto de las mayorías, concluye.
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