Al Presidente se le apareció el otoño. Luego de inagotables intentos por dominar la agenda política durante el verano, el Gobierno pareció haberlo logrado por unas cuantas semanas. Sin embargo, al terminar el mes de marzo y conocer tanto el resultado de un par de encuestas, así como también el Informe de Política Monetaria del Banco Central, las cifras no son para nada esperanzadoras.
El Ejecutivo se anotó un triunfo comunicacional al final del verano, logrando enfocar la agenda política en la crisis política e institucional de Venezuela. Más aun, el Presidente se trasladó personalmente a la frontera Colombo-Venezolana para presenciar un hito casi histórico, cuando la ayuda humanitaria internacional ingresaría en Venezuela. Sin embargo, dicha entrega no se concretó, ya sea porque adherentes de Maduro quemaron un par de camiones, según la oposición, o porque adherentes de Guaidó lo quemaron con cócteles molotov, según el New York Times.
Mientras el Presidente lograba capitalizar su rol de estadista a nivel internacional con sus adherentes, la mayoría de las personas a quienes se les preguntó no tenían una valoración positiva de dichos eventos. Solo un 42% de los consultados tuvo una evaluación favorable de dicha actividad (53% de un 81% de los encuestados estuvo de acuerdo con que el Presidente fuera a Cúcuta, de acuerdo a la Cadem de marzo).
Mientras que, en el plano local, la ciudadanía ha manifestado constantemente un aumento en la desaprobación, a través de los sondeos de opinión. Más allá de los niveles de apoyo ciudadano a la conducción del Presidente del país, la cual ha venido constantemente en descenso hasta llegar en torno al 40% a fines de marzo, ahora se suma el aumento constante de la desaprobación.
¿Por qué es importante preocuparse de la baja de la aprobación presidencial y del aumento de la desaprobación? Porque los ciudadanos que dejan de apoyar o evaluar positivamente podrían también simplemente ser indiferentes opinando un “no aprueba ni desaprueba”, sin embargo, esa falta de apoyo se materializa en un aumento en el rechazo o desaprobación, la cual en algún momento se manifestará de otra forma, como por ejemplo podría pasar en las próximas elecciones locales de alcaldes, concejales y, eventualmente, gobernadores.
Así, no es casualidad que los atributos del Presidente hayan disminuido casi 15 puntos porcentuales en promedio desde el último año. Se acabó la luna de miel y la ciudadanía espera que se cumplan las promesas de campaña, que los “tiempos mejores” alcancen a todos. En nada ayuda a esto aumentar el precio del ex Transantiago e irse de vacaciones al día siguiente, por ejemplo.
Finalmente cabe preguntarse: ¿cómo se podrán materializar esos “tiempos mejores” que eran el colofón de un mayor crecimiento económico, si el mismo Informe de Política Monetaria del Banco Central ha disminuido la expectativa del crecimiento? Muy difícil tarea, pero tal como dijo un spot publicitario más de una década atrás, al Presidente se le apareció marzo, pero en este caso, el otoño.
