En Haití, Mozambique y Egipto han tenido lugar protestas por la falta o carestía de los alimentos. Incluso en un país rico como Italia hay reacciones negativas ante el aumento del precio de los alimentos. En los últimos meses, a escala mundial han subido los precios de productos básicos como el trigo, el arroz, el maíz y los frijoles. No obstante su impacto, se puede decir que se trata de una situación que se veía venir. En los últimos años la agricultura se ha deteriorado de manera notable.
Willemien Groot, Radio Nederland
Haití es uno de los 37 países del mundo donde la población apenas puede comprar alimentos. La gente ha salido a protestar a las calles y en los incidentes han muerto por lo menos 5 personas. La profesora Louise Fresco, catedrática de Desarrollo Sostenible de la Universidad de Ámsterdam, dice que a menudo, en casos como el haitiano, se trata de un descontento popular que no solamente tiene que ver con la los alimentos.
«Muchas de estas situaciones se viven en países políticamente inestables. El problema de la alimentación opera como un detonante de sentimientos de frustración por la experiencia diaria de las malas políticas de los gobiernos. Las situaciones críticas han aumentado en los últimos años, por lo que creo que es razonable preocuparse», sostiene la profesora Fresco.
Para el aumento de los precios de los alimentos hay muchas razones. Las reservas mundiales han disminuido por las malas cosechas en Australia y Estados Unidos. Por otra parte ha habido un acelerado aumento de la demanda de carnes y productos lácteos en países como China e India, lo que a su vez exige más medios de transporte.
En tal sentido, el alto precio del petróleo y la debilidad del dólar han venido a sumarse a la cadena de problemas. Además, señala Louise Fresco, en los últimos meses se ha especulado mucho en el área de los precios a futuro de los alimentos. Esto último responde a la crisis financiera y crediticia en Estados Unidos, que ahora se ha extendido a otros países y áreas del mundo.
Las tasas de exportación de los productos alimenticios en países como Tailandia y Argentina causan nuevas dificultades, aún cuando sean artificiales. La verdadera causa del problema viene de antes, directamente relacionada con el abandono de la agricultura.
Louise Fresco se retiró hace un año y medio de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), entre otros motivos por su descontento ante los crecientes recortes presupuestarios y la falta de entusiasmo de la organización. No obstante, dice Fresco, la FAO no es directamente responsable de la actual crisis.
Lo que sí pudieron hacer organizaciones como la FAO, agrega Fresco, es haber alertado con más claridad a los gobiernos, en los últimos dos años, sobre los riesgos que se corrían. Lo cierto es que en las últimas dos décadas ha habido un gran descuido del sector agrícola. Mucha gente y muchos gobiernos miraban los alimentos como un producto básico barato, en el que no era necesario invertir.
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